Conquistadores olvidados

«Hernán Cortés, con sus luces y sus sombras, es el padre del México actual, eso no puede negarse»

Daniel Arveras dobla la apuesta en su libro «Conquistadores olvidados. Personajes y hechos de la epopeya de las Indias» (SND Editores): no solo se propone arrojar luz sobre las principales figuras de la conquista de América, sino sacar de las sombras a personajes secundarios, pero igual de fascinantes, a través de 22 historias.

Mural en el Palacio Municipal de Paraíso, Tabasco.
César Cervera

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Hasta tres veces. A Francisco Pizarro, conquistador del Perú, le golpearon hasta tres veces en su memoria. Los cronistas de Cortés al afirmar que había sido un porquero en España, la leyenda negra al dibujarle como un genocida y, por último, su país al olvidarle. Otro tanto de los mismo se puede decir del propio Cortés, de Núñez de Balboa, de Hernando de Soto , de Orellana, de Coronado, de Pedro de Valdivia y de otros muchos. La historia no ha hecho justicia con los grandes conquistadores, esos locos, morenos y bajitos que, desde Extremadura, Andalucía y otros territorios de España, saltaron un océano para explorar y someter un continente casi de arriba abajo.

Con intención de enmendar años de desprestigio, el periodista y escritor Daniel Arveras dobla la apuesta en su libro «Conquistadores olvidados. Personajes y hechos de la epopeya de las Indias» (SND Editores): no solo se propone arrojar luz sobre las principales figuras de la conquista de América, sino sacar de las sombras a personajes secundarios, pero igual de fascinantes, a través de 22 historias.

–Ha elegido a hombres doblemente olvidados.

–Efectivamente, casi todos los conquistadores yacen en el olvido. A estos hombres y mujeres –que también las había- les cubre un tupido velo de indiferencia y prejuicios que hacen que, pese a los extraordinarios hechos que vivieron en sus carnes, apenas se les recuerde. Pizarro , Balboa, Cortés y algún otro son algo más conocidos –aunque sea rodeados de tópicos y leyendas- pero hubo muchos más que tal vez nos suenan un poco pero de los que desconocemos casi todo. Sobre algunos de estos últimos –Gonzalo Guerrero, Bernal Díaz del Castillo, los trece de la Fama, Gonzalo Pizarro, Alonso de Ercilla, Lope de Aguirre, Inés Suárez, la monja alférez,…- escribo en «Conquistadores olvidados. Personajes y hechos de la epopeya de las Indias».

–¿Algún país de Hispanoamérica ha mantenido viva la memoria de estos conquistadores?

–Pese a lo que podamos pensar, en casi todos los países de Hispanoamérica se reconoce el papel fundamental de estos conquistadores. He viajado bastante y he visto en Santiago de Chile que Pedro de Valdivia sigue presidiendo la plaza de Armas y también el cerro Santa Lucía donde fundó la ciudad; también en Bogotá encuentras la estatua de Gonzalo Jiménez de Quesada, en Cartagena de Indias la de Blas de Lezo , Benalcázar en Cali,…; en Lima sigue estando la estatua de Francisco Pizarro –eso sí, ya no en la plaza de Armas cuando yo la vi hace años, ahora más escondida en un parque cercano-, etc.

Otra cosa es la visión o lectura que se hace ahora de estos personajes y de la conquista de América. Las hay de todos los colores y, como en casi todo, los extremos hay que rechazarlos por la carga ideológica y sectaria que suelen llevar detrás. Me refiero sobre todo a la leyenda negra que todo lo inunda y juzga de genocidas y violadores a aquellos españoles de hace 500 años. Simplemente, un planteamiento así de radical ya define a quien lo pronuncia. La Historia es poliédrica y compleja, casi nada es blanco o negro aunque nos empeñemos desde el siglo XXI en etiquetar o juzgar aquellos hechos, resaltando a menudo y por desgracia sólo la parte más negativa u oscura.

–¿Cree que se corre el riesgo de pasar de una Leyenda Negra a una blanca si se olvida que la conquista usó métodos violentos?

–Como cualquier episodio o etapa de la Historia debemos acercarnos a ella de una manera mínimamente objetiva y rigurosa. Hay que leer más, investigar y, sobre todo, no tratar de juzgar aquellos personajes y hechos desde nuestra óptica y mentalidad del siglo XXI. Créanme, eso no funciona. Claro que hubo violencia. ¿En qué conquista no la hubo? El mundo era tremendamente violento en aquella época y la conquista, sobre todo en sus primeros años, fue violenta en un Nuevo Mundo también violento, cosa que casi siempre se olvida. Cuando la nao Santa María encalla en las costas de la Española, los taínos pacíficos de la zona informan a Colón que hay otro pueblo, los caribes, que les atacan y además son antropófagos. Igualmente, al llegar Cortés a México pronto ve y comprende que los mexicas dominan y someten a otros pueblos con gran crudeza. ¿Qué hace Cortés? Buscar aliados entre aquellos que están sojuzgados por los poderosos mexicas. De otra manera nunca habría tomado Tenochtitlan con apenas un puñado de españoles.

América no era un lugar idílico poblado por gentes pacíficas y en armonía con la naturaleza exuberante que les rodeaba. Era más bien un espacio inmenso, habitado por muy diferentes pueblos, rivales a menudo entre sí, en el que había guerreros y esclavos, poderosos y oprimidos, sacerdotes y caciques, verdugos y sacrificados,… así era aquél Nuevo Mundo aunque muchos se empeñen en una visión idealizada de una Arcadia feliz e inocente de todo mal o crueldad antes de la llegada de los españoles.

No es cuestión de caer en una leyenda áurea o dorada sobre aquellos personajes y hechos. Pero sí hay que luchar contra esa Leyenda Negra tan instalada en la mente de muchos más allá del océano y también, por desgracia, en la de muchos españoles. Las enfermedades que llevaron a América los españoles –gripe, viruela, sarampión,…- fueron, involuntariamente, un arma de destrucción masiva entre los nativos, causando miles de muertes, muchísimas más que las producidas por las espadas y arcabuces. La conquista fue violenta pero también pacífica, buscando las alianzas y el entendimiento con numerosos pueblos.

Las enfermedades que llevaron a América los españoles –gripe, viruela, sarampión,…- fueron, involuntariamente, un arma de destrucción masiva entre los nativos

–¿Cómo se veía desde Europa las Indias? ¿Había una percepción aproximada de lo que era realmente?

–Había muchos mitos sobre las Indias pero lo que abundaba era la visión de un lugar muy lejano, exótico y donde se podía hacer fortuna con valentía y arrojo. Los conquistadores que regresaron tras conseguir importantes riquezas y mejorar su posición social –los menos por otra parte- ejercieron de gancho indudable para que otros muchos probaran suerte. También, lógicamente, viajaron artesanos, posaderos, libreros, sastres, mercaderes, funcionarios,… todo tipo de gentes de diferentes oficios que buscaban un futuro mejor al instalarse en aquellas tierras.

El propio Cervantes intentó viajar dos veces sin conseguirlo y el Quijote está trufado de referencias a las Indias como lugar lejano y que promete un futuro halagüeño para quien cruce el océano.

–¿España se benefició económicamente de la conquista o fue algo ruinoso?

–Es una pregunta que no tiene una respuesta sencilla. El oro y la plata de las Indias se destinaron sobre todo a financiar las guerras continuas en Europa y a pagar a los prestamistas de la Corona. Se esperaba con ansia la llegada de la flota con sus bodegas cargadas de metales preciosos, oro y plata que en su mayoría ya tenían su destino asignado previamente y del que poco quedaba realmente en España.

Además, hay estudios importantes que resaltan la elevada inflación que la llegada de remesas de las Indias generó en Castilla y el desincentivo que también se produjo en el tejido productivo autóctono. Todo o casi todo se fiaba a la llegada de la flota, lo que produjo graves crisis cuando esta se retrasaba o no llegaba como estaba previsto. Lo que sí consiguió el oro y plata de América fue alimentar y sostener la maquinaria bélica de la Monarquía Hispana en Europa y llenar los bolsillos de prestamistas y banqueros de la Corona que adelantaban el dinero a unos intereses muy elevados.

–¿Por qué este año, conmemoración de la conquista de México, merece la pena celebrar a Hernán Cortés?

Fotografía de Daniel Arveras

–Conmemorar es recordar de una manera especial acontecimientos importantes de la Historia, y la llegada de Cortés en 1519 al actual México, sin duda lo es. Hernán Cortés, con sus luces y sus sombras, es el padre del México actual, eso no puede negarse.

Hace no mucho el ministro de Cultura español dijo que no había prevista una conmemoración oficial del quinto centenario de la llegada de Hernán Cortés a México porque «allí es un tema complicado». Una respuesta significativa y lamentable que pone de relieve nuestros prejuicios, vergüenzas y leyenda negra asumida como verdad por muchos españoles, entre ellos nuestros gobernantes.

Hernán Cortés era un tipo de su tiempo, con su mundo y mentalidad de entonces. Fue astuto y valiente, tuvo un hijo mestizo con la Malinche al que adoraba,… ¿Cometió errores? Por supuesto. ¿Fue cruel en ocasiones? Seguro. ¿Y? ¿De verdad que no hay que conmemorar su llegada hace quinientos años al actual México? ¡Ojo! No digo para alabarle sin medida pero sí para recordar aquellos hechos y sobre todo para resaltar lo mucho que nos une con América y con México en particular.

Hace falta mucha pedagogía y huir de extremos, odios y rencores absurdos. Después de quinientos años no tienen ningún sentido y esta conmemoración debería servir para unir más a dos mundos que tienen mucho en común, dejando además el grueso de los actos o jornadas a historiadores y expertos de ambos lados del océano, los que en realidad arrojarían mucha más luz sobre Cortés y los hechos por él protagonizados.

–Uno de los personajes que tratas en tu libro es Inés de Atienza, ¿por qué las mujeres han sido sacadas de la ecuación que constituyó la conquista?

–La conquista fue una obra sobre todo de varones valientes y a menudo temerarios que buscaban gloria, fama y fortuna. Muchos dejaron a sus esposas en Castilla para cruzar el océano en busca de aventuras y un futuro mejor pero también hubo mujeres que se embarcaron hacia aquellas tierras, casi desde el principio. Es cierto que fueron menos que los hombres pero muchas de ellas jugaron papeles muy destacados en aquél Nuevo Mundo tan lejano y exótico. Inés de Atienza fue la amante de Diego de Ursúa, una viuda mestiza y bella que enamoró al capitán navarro y le acompañó en aquella trágica búsqueda del Dorado a mediados del siglo XVI. La conocemos sobre todo por el cine y yo he querido rescatarla para que nos cuenten quienes la conocieron cómo veían a aquella mujer.

También escribo sobre la monja alférez –su historia es digna de la mayor superproducción de Hollywood- Inés Suárez, la amante de Pedro de Valdivia, la esposa, Marina Ortiz de Gaete, y la india Catalina, la «Malinche» colombiana.

«Es cierto que fueron menos que los hombres pero muchas de ellas jugaron papeles muy destacados en aquél Nuevo Mundo tan lejano y exótico»

–¿Qué hay de verdad en el mito sobre Gonzalo Guerrero, que también recoges en tu libro?

–Casi todo lo que nos ha llegado sobre este hombre, soldado castellano, náufrago, cautivo de los mayas durante años, convertido en uno de ellos con posterioridad asimilando su modo de vida y creencias, con mujer india e hijos mestizos y que murió combatiendo contra los españoles años después, no está del todo confirmado y está envuelto en la leyenda.

Lo que yo he podido hallar es que sí que hubo al menos un castellano arrojado a las costas del Yucatán en un naufragio a comienzos del siglo XVI y que fue capturado por los indios. Con los años se mimetizó con ellos y acabó sus días luchando contra los españoles años después. Que fuera o se llamara Gonzalo Guerrero ya es otra cuestión…

En una playa de la Rivera Maya hay una bella estatua del supuesto Gonzalo Guerrero y su familia mestiza. Allí se le considera el padre del mestizaje y aquí se le tachó de traidor en su tiempo por rehusar de su origen y morir luchando contra los castellanos. En fin, visiones muy diferentes de un tipo enigmático y apasionante, sin duda…

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