Ilustración usada en el menu principal de Pike and Shot
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La hegemonía de los Tercios de Flandes sobre un tablero de juego: pixeles y picas en «Pike and Shot»

Como cada semana, la sección de Historia recomienda un producto muy especial para los aficionados a la historia militar

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Los vencedores son los que cuentan las guerras y la historia. Y también, hoy, son los que desarrollan los videojuegos. Los Tercios de Flandes y el periodo en el que el Imperio español mantuvo una férrea hegemonía militar sobre Europa ha gozado de pocas oportunidades en la literatura, el cine y en los videojuegos. Si bien «Medieval II: Total War», «Cossacks: European Wars» y otros juegos de estrategia hacen referencia a unidades similares, ninguno se había tomado tantas molestias en captar los detalles de esta infantería legendaria como « Pike and Shot: Campañas» (Byzantine Games).

En este juego de ordenador (con una versión en iPad) distribuido por Slitherine-Matrix Games, los usuarios pueden tomar el mando en las grandes luchas de los siglos XVI y XVII, desde las Guerras italianas, la Gran Guerra Turca, la Guerra de los Treinta Años hasta la Guerra Civil Inglesa.

Un juego en el que el Imperio español tiene mucho que decir y que cuenta con un modo campaña (bastante simplificado) en el que se va progresando a través de un mapa estratégico, donde el terreno, la disponibilidad de hombres, el suministro, el desgaste, los asedios y el daño a la economía decidirán el resultado de la guerra.

Su sistema de juego, tanto la campaña como las batallas, funciona por turnos. Las batallas tienen gran profundidad táctica y son muy intuitivas. Las unidades van adquiriendo experiencia con cada batalla y pueden escribir su propia historia, al estilo de los Tercios de Nápoles, Cerdeña, Sicilia, etc, cada uno con su prestigio creado a pólvora y fuego.

En este sentido, las unidades son extremadamente realistas, y muy diferentes entre sí, lo que hace que a la hora de planificar la partida debas de dedicar un tiempo a analizar tus tropas y las del rival.

Captura de una batalla de Pike and Shot
Captura de una batalla de Pike and Shot

Su punto fuerte no son los gráficos, ni así lo pretende, pero «Pike and Shot» cubre un periodo de tiempo poco aprovechado en juegos tácticos. De ahí que se haya convertido en una suerte de juego de culto en la comunidad de usuarios tácticos, que ha creado una infinidad de batallas y campañas, descargables de forma gratuita, a través del editor de juego incorporado. Gustavo II Adolfo de Suecia y Felipe IV son algunos de los personajes que aparecen representados, al menos en el avatar, en este videojuego.

Una infanteria legendaria

Entre 1500 y 1650, los tercios españoles se convirtieron en la más letal, efectiva y temida infantería de Europa. La guerra de Flandes fue el escenario de sus mayores hazañas, pero también el principio del fin de esta unidad legendaria. A imagen de las falanges macedonias y las legiones romanas, que también impusieron su superioridad militar, los tercios encontraron en la combinación de armas blancas (pica y espada) y de fuego (arcabuz y mosquete) una forma de aplastar el papel de la caballería pesada en Europa. No en vano, esta unidad española se diferenciaba de los mercenarios suizos, que fueron los primeros en dar protagonismo a la pica a comienzos de la Edad Moderna, en su capacidad de fragmentarse y adaptarse tácticamente a las diferentes situaciones de combate. El resultado fue una superioridad militar que, en primer lugar, se hizo patente en Italia.

«No cabe duda de que los españoles aspiran al dominio universal, y que los únicos obstáculos que han encontrado hasta ahora son la distancia entre sus dominios y la escasez de gente», afirmó el cardenal Richelieu a su Rey Luis XIII de Francia cuando precisamente el Imperio español empezaba a mostrar síntomas de agotamiento. Atrás quedaba el periodo de mayor esplendor de las armas hispánica que, tras los experimentos iniciales a cargo del Gran Capitán en Nápoles, se inició simbólicamente con las batallas de Bicoca y Pavía, ya en el reinado de Carlos I de España.

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La eterna guerra de Flandes y la progresiva recuperación de poder por parte de Francia marcaron el principio del fin de la hegemonía militar de España. Así y todo, en 1625 –el año de la Rendición de Breda, la expulsión de Holanda de Salvador de Bahía y la exitosa defensa de Cádiz frente a los ingleses–, el Conde-Duque de Olivares todavía se atrevería a recordar que «Dios es español y está de parte de la nación estos días». Y más allá del supuesto ocaso, la batalla de Rocroi de 1643, los tercios españoles continuaron siendo una unidad temida hasta 1658, cuando la batalla de las Dunas dejó al descubierto sus puntos débiles y acabó con la vida del grueso de sus veteranos. Para entonces, no obstante, poco quedaba de la veterana infantería que había dominado Europa con mano de hierro. La crisis demográfica que azotaba Castilla en el siglo XVII obligó a una importante disminución en los requisitos para alistarse en la infantería española: conforme desaparecieron los últimos veteranos se desangró la unidad a manos de soldados bisoños.

La llegada al trono de Felipe V acabó definitivamente con los tercios. El 28 de septiembre de 1704, el Rey borbón decretó la transformación de los tercios en regimientos, lo que suponía la adopción del modelo del Ejército francés, que en aquel periodo luchaba por alcanzar la hegemonía militar en el viejo continente.

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