Una vez que entraban a formar parte del «ludus» (la escuela de entrenamiento de gladiadores ) los nuevos luchadores debían, entre otras tantas cosas, seguir una dieta que había sido perfeccionada por el médico a su cargo. Esta se basaba en habas, trigo y cebada (y no en carne, como han mostrado las películas a lo largo de las décadas). El resultado era un r égimen prácticamente vegetariano que, atendiendo a la región en la que se ubicara el centro de instrucción (cerca o no del mar), podía completarse también con pescado o marisco . Con todo, que los pilares básicos fueran estos tres alimentos no implica que el resto se desecharan. Ni mucho menos. Pero si se tomaban en mucha menor cantidad.
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