El grave error histórico de Pablo Iglesias sobre el exilio republicano que critican los expertos

ABC ha querido charlar con historiadores y especialistas de la Guerra Civil sobre la comparación realizada por el vicepresidente entre el exilio republicano y la fuga de Carles Puigdemont

Pablo Iglesias deja la vicepresidencia para presentarse a las elecciones de Madrid

Niños exiliados al final de la Guerra Civil.
César Cervera

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Solo en el primer trimestre de 1939 cerca de 450.000 personas tuvieron que pasar a Francia debido a la Guerra Civil y la represión que la siguió. Muchos fueron internados en campos de concentración y considerados, sin más, criminales, a pesar de que una gran parte de ellos eran niños, mujeres y ancianos. En la Francia de Vichy, Alemania y Argelia los republicanos españoles fueron tratados durante la inminente Segunda Guerra Mundial como «rojos» que no tenían derecho a la vida.

Su dramática situación tiene poco o nada que ver con la sufrida por el expresidente de la Generalitat de Cataluña Carles Puigdemont , que el día después de ser cesado en su cargo emprendió un viaje a Bruselas para esquivar la acción de la justicia española, que le acusa de delitos de rebelión, sedición y malversación de caudales públicos por la organización del referéndum y la declaración unilateral de independencia en octubre de 2017. El político independentista se estableció en un barrio acaudalado de la población belga de Waterloo y es en la actualidad eurodiputado por España, a pesar de las causas judiciales que pesan sobre él.

Hace pocos días, el vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias dio a entender en una entrevista con «La Sexta» que la situación de Puigdemont como «exiliado político» es equiparable a la de los exiliados republicanos. Una comparación que los historiadores y expertos en el periodo consideran desafortunada en el mejor de los casos... ABC ha querido conocer su opinión:

«Es una comparación humillante»

«La comparación de la situación del señor Puigdemont con el exilio republicanos es humillante para los auténticos exiliados, los del 39. En primer lugar, porque los republicanos lo fueron por el imperativo de la huida forzada de un régimen dictatorial y de una guerra incivil. Sufrieron mil peripecias con apenas apoyo y sin cobertura de ningún tipo, mientras que Puigdemont es un evasor de un sistema democrático que ofrece todas las garantías constitucionales y alguien que ha gozado del apoyo del nacionalismo más xenófoba y la derecha más extrema de Europa. Es un simple fugitivo de la justicia».

Ricardo García Cárcel es catedrático de Historia Moderna en la Universidad Autónoma de Barcelona y académico correspondiente de Real Academia de la Historia.

«Equipara la democracia con el franquismo»

Manuel Álvarez Tardío.

«Para Pablo Iglesias la realidad como tal no existe. Puede ser inventada. Solo importa que sea útil para un propósito concreto. Así hay que entender su comparación entre el papel de un expresidente de la Generalidad prófugo y cualquiera de los exiliados tras la guerra civil. El debate no está en si la comparación es oportuna, sino para qué se hace. Y se hace para equiparar a Puigdemont con la categoría de “víctima del fascismo” en la que Iglesias coloca a todos los exiliados sin distinción. Que algunos de estos últimos pudieran ser autores de graves delitos o, simplemente, enemigos de la libertad, importa poco. Como importa poco lo que haya hecho Puigdemont. Lo relevante es equiparar la democracia actual con el franquismo y utilizar la mentira como sostén de un redivivo antifascismo».

Manuel Álvarez Tardío es catedrático de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid

«Una explicación: el puro oportunismo político»

«Me parece un auténtico dislate semejante comparación. No alcanzo a comprender cómo un doctor en Ciencias Políticas puede desbarrar hasta ese punto. Imposible aducir que sea un completo ignorante sobre el drama que ha supuesto para los españoles la Guerra Civil, la dictadura franquista y el doloroso exilio de tantos españoles afines, además, a su ideología (digo solo afines) y planteamientos políticos. Solo cabe una explicación: el puro oportunismo político, debido a la infame politiquería a que se abandona este señor que vende su primogenitura por un plato de lentejas. No ya es indigno comparar el dolor, sufrimiento, penurias, desarraigo, etc., del exilio republicano con las excursiones a Perpiñán del club de fans de Puigdemont, incluida la excursión, comilona y mitin virtual. Un solo ejemplo: Tarradellas vivió dignamente el exilio en un pueblecito francés, Saint Martin le Beau, en una humilde morada y las pasó canutas por falta de medios materiales. Puigdemont vive en un palacete, con personal de servicio y funcionarios, conserva su escandaloso sueldo y vive en definitiva a cuerpo de rey. Como dijo el mismo Tarradellas: “En política se puede hacer de todo menos el ridículo”».

Alberto Reig Tapia es catedrático y Jefe de Área de Ciencia Política de la Universidad Rovira i Virgili

«Esas declaraciones son una barbaridad»

García de Cortázar. José Ramón Ladra

«Esas declaraciones son una barbaridad, propia de una persona carente, por completo, de conciencia nacional y gravemente ofensivas respecto del exilio republicano, que empuñó el nombre de España hasta el final. Los poetas exiliados escribieron los versos que más nos conmueven en estas horas de impugnación de nuestra patria. Aún navegando hacia México, Pedro Garfias suplicaba “España que perdimos,no nos pierdas, guárdanos en tu frente derrumbada”, a la que contemplaba “eternamente sobre la palma de mi mano abierta”, mientras que Juan Rejano gritaba “Mírame aquí, lejana España mía, devanando en tu imagen mi agonía”. Poetas desterrados que pedían no solo el regreso sino la posibilidad de que España fuera de todos los que la amaban. ¿Y cómo no airarnos con esas declaraciones si pensamos en Luis Cernuda , la mejor expresión del poeta exiliado al que España le acompañó siempre hasta cuando el corazón se le rompió una mañana de noviembre de 1963».

Fernando García de Cortázar es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Deusto académico de Real Academia de la Historia y director de la Fundación Vocento.

«Un criminal culpable de rebelión»

«Esto depende del concepto que uno tiene de los exiliados. No se puede meterlos todos en el mismo saco. Había gente inocente de cualquier crimen, y otros culpables de los peores crímenes y atrocidades. Tal vez Iglesias quería compararlo con estos, que sería muy apropiado, un criminal culpable de una gran violacion de la Constitución y de rebelión contra el Estado».

Stanley G. Payne es doctor en Historia por la Universidad de Columbia y profesor emérito de Historia en la Universidad de Wisconsin-Madison, donde ostenta la cátedra Hilldale-Jaume Vicens Vives.

«Debería rectificar esta barbaridad histórica»

«Pablo Iglesias ha incurrido en un grave error histórico al comparar la huida de Puigdemont, tras su intento de secesión de Cataluña, con el exilio republicano de 1939, cuando medio millón de españoles, muchos de ellos catalanes, se vieron obligados a pasar a Francia ante la conquista de Cataluña por el ejército de Franco, para salvar su vida que corría peligro al final de una cruenta guerra civil, ganada por un régimen totalitario que fusiló a decenas de miles de adversarios políticos.

No cabe comparar el exilio de personalidades como Manuel Azaña, Juan Negrín, Lluís Companys, José Antonio Aguirre o el poeta Antonio Machado, con la fuga de Puigdemont, quien no tuvo la valentía de afrontar su responsabilidad por proclamar la independencia de Cataluña en el Parlament.

¿Acaso Pablo Iglesias considera que la actual democracia española, en la que él es vicepresidente del Gobierno, es equiparable a la dictadura de Franco? Debería rectificar esta barbaridad histórica y política que ha cometido».

José Luis de la Granja es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco.

«Son un auténtico insulto para los exiliados»

Jordi Canal. ISABEL PERMUY

«Las palabras de Pablo Iglesias son un auténtico escándalo. Agravado ello, evidentemente, por haber sido pronunciadas por un vicepresidente del Gobierno de España. No es ignorancia, es indecencia.

Resultan, además, un auténtico insulto para los exiliados republicanos de la Guerra civil y a sus familiares. Forman parte de la voluntad de blanquear a los nacionalistas catalanes y vascos que tiene Podemos y su líder, contando con una permisividad forzada por parte del PSOE como consecuencia de la aritmética parlamentaria.Puigdemont es, simple y llanamente, un fugado, prófugo de la justicia, que tras cometer un golpe contra la democracia, la Constitución y el Estatuto, decidió no quedarse para asumir las consecuencias de sus actos, dejando colgados a los suyos.

Se ha instalado en Bélgica a todo lujo, seguramente financiado por nuestros impuestos a través de la Generalitat. Nada que ver con los exiliados republicanos internados en los campos de concentración franceses.

En el fondo se encuentra el desprecio manifiesto de Iglesias y los suyos a la democracia liberal y representativa, a la que siguen prefiriendo, por lo que parece, la demo-dictadura bolivariana.

Decir las cosas que ha dicho Iglesias en un país como el nuestro, tan marcado a lo largo de su historia por los éxodos políticos, es una indignidad».

Jordi Canal es historiador y profesor de la École des hautes études en sciences sociales de París.

«No procede la comparación»

«No hay elementos suficientes para poner en contacto ambas situaciones. Una cosa es el resultado del destierro hasta febrero de 1939 de más de medio millón de personas de todas las partes de España y de todos los oficios y orientaciones políticas y otra el llamado exilio que no llega a diez personajes públicos, dirigentes civiles y procedentes todos del mismo territorio. No procede la comparación, porque si solo utilizamos la acepción de exiliados para aquellos que cambian de territorio, entonces también lo sería cualquiera que se evade de la justicia del país. Por ejemplo, Roldán, ex director de la Guardia Civil, a quien se perseguía por corrupción y fue detenido en Tailandia en 1995».

Enrique Moradiellos es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura y académico de la Real Academia de la Historia.

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