Los fuertes vínculos con Ucrania del «mercader de la muerte», el mayor traficante de armas del mundo

Viktor Bout, que unos consideran nacido en Ucrania y otros en Turkmenistán, cumple hoy condena en una prisión de EE.UU, a pesar de los intentos de Putin por su extradición

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César Cervera

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La biografía de Viktor Bout está llena de incógnitas, bulos, medias verdades y datos sin contrarrestar, empezando por su nacionalidad. El denominado como «mayor traficante de armas del mundo» o directamente «el mercader de la muerte», en palabras del alto funcionario del ministerio de Relaciones Exteriores del Reino Unido Peter Hai , cumple hoy condena en una prisión de EE.UU. por intentar vender armas, unos 800 misiles tierra-aire, 5.000 fusiles de asalto AK-47, explosivos C4 y minas antipersonal, a grupos rebeldes de Colombia.

El empresario ruso fue detenido en marzo de 2008 durante una operación encubierta de agentes estadounidenses que se reunieron con él en Tailandia y se hicieron pasar por estos guerrilleros, considerados terroristas por EE.UU. Él defiende desde entonces que es un chivo expiatorio y que se dedica, en realidad, al transporte internacional de mercancías totalmente legales. Rusia lleva años abogando por su extradición.

El arsenal ucraniano

Viktor Bout, que unos consideran nacido en Ucrania y otros en Turkmenistán, se graduó en el Instituto Militar de Lenguas Extranjeras de Moscú a finales de la década de 1980 y trabajó como intérprete para la ONU en Angola, en 1991. Domina el ruso, el uzbeco, el inglés, el francés, el portugués y el árabe, además de manejarse en otras tantas lenguas. Tras la desintegración de la URSS, ejerció como traductor para la Fuerza Aérea rusa en la base militar de Vitebsk, donde alcanzó el rango de teniente, y se enroló en el Servicio Federal de Seguridad (antiguo KGB).

En la década de los noventa, empezó su negocio de tráfico de armas aprovechando el caos del antiguo imperio comunista y la adquisición de tres aviones de carga 'Antonov AN-12' por 120.000 dólares. Según relatan Douglas Farah y Stephen Braun en la obra ‘El mercader de la muerte’, Bout se valió del acceso a los gigantescos aviones de transporte militares para llevar mercancía a países en guerra por todo el mundo, con especial predilección por África. «[Bout es un] hombre de negocios, comerciante y transportista de armas y minerales que apoyó al régimen del expresidente Taylor en un intento de desestabilizar Sierra Leona y obtener acceso ilícito a diamantes», aseguran los informes de la ONU.

Una nueva generación de traficantes como él, ajenos a las limitaciones ideológicas, nacionalistas o religiosos, emergió tras la Guerra Fría para moverse por un mercado que también era global en lo de matar. El principal origen de sus armas se ubicó en Europa del Este, principalmente Bulgaria, Moldavia y Ucrania. En 1998, Bout se hizo con el control del arsenal armamentístico ruso en Ucrania y que vendieron por casi 50 millones de dólares. Desde estas bases suministró armas durante dos décadas por todo el globo. Liberia, Sierra Leona, Angola, República Centroafricana , el Congo, Sudán, Libia y varios países de Oriente Medio han estado en su cartera de clientes.

Era tan capaz de vender armas a un bando como al contrario y así lo hizo en numerosas ocasiones, por ejemplo en Angola (al Gobierno y a la guerrilla rebelde de UNITA) o en Afganistán (al señor de la guerra Massoud y a sus enemigos talibanes). Incluso negoció con Estados Unidos en varias operaciones, incluida la guerra de Irak. «La cooperación entre el Pentágono y Bout acabó una vez que Washington consiguió organizar la comunicación aérea con el contingente militar [en Iraq]», afirma el norteamericano Douglas Farah, coautor del libro ’El mercader de la muerte'.

Enemigo número uno

En paralelo a su actividad ilegal, Bout registró en Bélgica la sede de la aerolínea Transavia Export Cargo y abrió su primer negocio de exportación de flores y productos alimenticios. A partir de la década de los 2000, la fachada de empresario honorable, conocido como ‘Boris’, ‘Vadim Markovich Aminov’ y ‘ Viktor Butt ’ (esto usado por sus enemigos a modo de burla), se desmoronó y le colocó en la diana de los servicios secretos de Occidente. Tras los atentados del 11 de septiembre, la posición del oscuro empresario se volvió cada vez más crítica debido a sus negocios en Afganistán. En 2002, debió huir de su residencia en Bélgica después de que las autoridades emitieran una orden de arresto internacional y de las peticiones estadounidenses para congelar sus activos.

Valiéndose de sus distintas identidades, Bout pasó por los Emiratos Árabes y Sudáfrica antes de reaparecer en Rusia en 2003. En el verano de ese año, el periodista Peter Landesman puso cara al traficante tras lograr entrevistarle y arrancarle titulares tan provocadores como que Bout era vegetariano y ambientalista. La historia de Viktor Bout inspiró un libro y una película de Hollywood, ‘El señor de la guerra’ (2005), protagonizada por Nicolas Cage .

Fotograma de la película 'El Señor de la guerra', basada en la vida de Bout.

El ruso se volvió descuidado y demasiado dependiente del Kremlin . En el libro ‘La caza del genio del crimen’, Elaine Shannon escribe, citando palabras del también traficante internacional LeRoux, que el ruso se había vuelto «vanidoso, chapucero y le gustaba demasiado la publicidad. Los policías americanos incluso habían conseguido películas caseras de Bout en las que se le veía retozando desnudo en la nieve, bailando en un karaoke y codeándose con tiranos y asesinos». La creencia de que Moscú nunca permitiría su caída llevó a Bout a pensar que era intocable.

«Viktor Bout ha sido el traficante de armas internacional enemigo número uno durante muchos años»

El régimen de Putin fue en esos años su gran refugio y quien sigue reclamando el retorno del reo para que sea juzgado con garantías en Rusia. «Viktor Bout ha sido el traficante de armas internacional enemigo número uno durante muchos años, dotante de armas en algunos de los conflictos más violentos del mundo. La sentencia es un final adecuado para su carrera como traficante de armas del más peligroso orden», sostuvo el fiscal federal Preet Bharara para respaldar una condena en EE.UU. de 25 años, de la que ya ha cumplido doce años.

Justo antes de la guerra de Ucrania, Rusia, que considera el proceso contra But «fabricado por los servicios secretos», negoció con EE.UU. la posibilidad de llegar a «determinados compromisos» para canjear presos. Putin defiende que los ciudadanos de su país deben cumplir las penas de cárcel en su territorio y ha criticado en numerosas ocasiones a EE.UU. por lo que considera el uso extraterritorial de su legislación.

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