Franco contra Rojo: ¿quién fue el mejor general la Guerra Civil española?

José Luis Hernández Garvi y Alberto de Frutos analizan en ABC las bondades y defectos de los oficiales más destacados de los dos bandos. ¿Quién estaba mejor preparado? ¿Cuáles fueron sus grandes victorias?

Manuel P. Villatoro

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En la Guerra Civil se enfrentaron dos formas diferentes de batallar. La Segunda República , al adolecer de un ejército veterano, recurrió a las milicias populares para vertebrar sus fuerzas. Por su parte, el futuro bando franquista contaba con soldados versados en la lucha en el norte de África contra las kabilas rifeñas. Sin embargo, no ocurría lo mismo con sus generales más reconocidos. Así lo afirman a ABC los divulgadores históricos José Luis Hernández Garvi y Alberto de Frutos , autores respectivamente de «La Guerra Civil española en 50 lugares» y «La Segunda República española en 50 lugares» ( Cydonia, 2019 ). Expertos versados en el campo de la historia militar y en la comunicación de nuestro pasado (entre ambos atesoran decenas de libros a sus espaldas) hoy se adentran en dos figuras tan controvertidas como destacadas: la de Vicente Rojo Lluch (jefe del Estado Mayor del Ejército republicano) y Francisco Franco (que no necesita presentación).

Alberto de Frutos: «Rojo fue un sólido estratega militar»

1-¿Cuáles fueron los estudios militares de este general?

Su padre, militar, falleció antes de que él naciera. Ingresó en un colegio de huérfanos del Ejército y, en 1911, en la Academia de Infantería de Toledo, donde también estudió Franco. Acabó como número 2 de su promoción y, tras curtirse en varios destinos, Marruecos entre ellos, sirvió como profesor en la citada Academia entre 1922 y 1932 y fundó, con el capitán Emilio Alamán, la Colección Bibliográfica Militar. Fue entonces cuando ingresó en la Escuela Superior de Guerra de Madrid para cursar estudios de Estado Mayor.

2-¿Y su recorrido como militar hasta llegar a su máximo escalafón?

En el momento de estallar la Guerra Civil era comandante (hay que tener en cuenta que su bagaje había sido más teórico que práctico). Durante la contienda, su progresión fue meteórica, a raíz de su éxito en la defensa de Madrid junto a Miaja: en mayo de 1937, fue nombrado jefe del Estado Mayor Central del Ejército de la República, ascendió a general en octubre de ese mismo año y Negrín lo nombró teniente general en febrero del 39.

3-¿Diría que fue un ejemplo en el campo de la estrategia militar?

Fue un sólido estratega militar, sí. Salvo en contadas ocasiones, no tuvo responsabilidad directa en el mando de las tropas, pero, sobre el papel, diseñó las principales ofensivas: Brunete, Belchite, Teruel, Ebro… A mi juicio, no cabe atribuir la derrota del Ejército Popular a su negligencia, sino a un cúmulo de factores (desunión, injerencias comunistas, falta de recursos o, mejor dicho, problemas de organización para distribuirlos). Si el Plan P ideado por Rojo para avanzar sobre Extremadura y conquistar Sevilla se hubiera llevado a cabo, la zona nacional habría quedado dividida en dos y es probable que el resultado de la guerra hubiera sido otro.

4-¿Cuál fue su gran victoria en el campo de batalla?

Quizá la defensa de Madrid, que ejecutó codo con codo con el general Miaja. Su alcance fue inmediato porque evitó el colapso de la República en los primeros meses de la guerra. Ciertamente, los republicanos contaban con un mayor número de efectivos, pero las fuerzas nacionales eran mucho más experimentadas. Las batallas del Jarama y Guadalajara obedecieron al mismo propósito de salvar Madrid, costara lo que costase. Luego, destacaría su habilidad para plantear batallas en frentes secundarios como Brunete o Belchite, que distrajeron a Franco de sus objetivos más perentorios. Y, aunque desde el punto de vista propagandístico la conquista de Teruel fuera tan impactante, su valor quedó revocado tras la contraofensiva franquista.

5-¿Se obtuvo en esta batalla la victoria gracias a su genialidad?

No solo gracias a su genialidad, como comprendemos al revisar su libro Así fue la defensa de Madrid; pero sí, desde luego, a pesar de la incompetencia de los responsables políticos. Una vez a salvo la capital, el objetivo de Rojo fue frenar el progresivo avance de los rebeldes, tras la debacle republicana de la Ofensiva del Norte. Sin su estrategia de defensa, siempre osada e imaginativa, la República habría hincado la rodilla mucho antes.

El general Vicente Rojo ABC

6-¿Cuál fue su gran derrota en la Guerra Civil?

Por las consecuencias para el desenlace de la contienda, la batalla del Ebro, que, tras cuatro meses de lucha encarnizada, liquidó cualquier atisbo de esperanza entre las filas republicanas. El proyecto era ambicioso –atacar la margen derecha del río entre Mequinenza y Amposta– e inicialmente pareció cumplir con su objetivo, pero los sublevados resistieron la acometida. Por si fuera poco, el Gobierno fracasó en su intento de comprometer a las democracias occidentales para acudir en su auxilio. Una vez más, Rojo sorprendió a Franco, pero este, con toda su supuesta impericia (y con el apoyo de las escuadrillas alemana e italiana, todo hay que decirlo), le aguantó el pulso.

7-¿Fue esta derrota por su culpa, o logró evitar que la debacle fuera mayor?

El Ebro era justo lo que la República necesitaba en el verano de 1938: una acción espectacular que produjera un viraje en el curso de la guerra, propiciando la unificación de las dos zonas republicanas, separadas por una brecha de más de cien kilómetros. La campaña fue bien diseñada y en unas condiciones francamente adversas, pero, consumada la ofensiva inicial, los republicanos perdieron la iniciativa. Desde el principio se constataron, además, los riesgos de la operación, que pudieron dejar atrapado al ejército con el río a sus espaldas. La defensa fue heroica, pero, a esas alturas, la salvación de la República pasaba por una intervención extranjera que no tuvo lugar. El fracaso no fue atribuible a Rojo, pero, como tantas veces antes, se dieron problemas de logística que el militar no supo anticipar. ¿Dónde estaba, por ejemplo, la Aviación republicana, mientras la franquista reaccionaba desde el primer minuto de la batalla?

Rojo, junto a Azaña ABC

8-¿Diría que fue uno de los grandes generales del bando para el que combatió?

Lo fue, sí, sin duda el principal. Hay que tener en cuenta que un gran número de militares simpatizó con la sublevación, lo que hizo que la República dependiera de unos milicianos no siempre aptos para determinadas tareas. Por su formación, por su inteligencia, por su versatilidad y por su conocimiento de la realidad social española, fue el más capaz de los militares republicanos.

9-¿Le calificaría como el mejor general de la Guerra Civil?

Lo justo, creo, sería buscar al mejor general entre las filas del bando vencedor, aunque no creo que lo fuera Franco. Me parecen muy interesantes y meritorias las figuras de García Valiño y Vigón, por ejemplo.

10-¿Cuáles eran sus puntos débiles como militar? ¿Y sus puntos fuertes?

Su punto débil, una fe desmesurada en que la teoría y la práctica podían compartir el mismo plano de realidad, aunque, paradójicamente, tal vez fuera ese también su punto fuerte, puesto que, sin esa presunción, se habría limitado a esperar sentado el avance de las tropas franquistas. Fue un consumado artesano del “contragolpe estratégico”, pero frente a sí tuvo a un enemigo paciente, cauteloso hasta el extremo, que se movió siempre con pies de plomo. Por lo demás, tenía una enorme capacidad de trabajo y una voluntad inquebrantable.

11-¿Podría hacer una comparativa con su enemigo Franco?

Las circunstancias de uno y otro fueron muy diferentes y sus trayectorias durante la guerra no pueden equipararse. El nombramiento de Franco como Generalísimo y Jefe de Estado en septiembre de 1936 canalizó la unidad en el seno del bando rebelde, aunque esa ventaja no basta para asumir el desenlace de la guerra ni el progresivo desequilibrio de las fuerzas en liza. Vicente Rojo “sabía” más que Franco, era mejor estratega, pero Franco ganó la guerra.

Rojo, junto a su Estad Mayor en la batalla de Teruel ABC

12-¿Le dedica en su obra algunas líneas a este personaje?

No lo menciono. La Segunda República española en 50 lugares aborda exclusivamente el período comprendido entre 1931 y 1936, y, aunque las andanzas vitales de Rojo resulten muy sugestivas en esa época, su “verdadera” biografía, aquello por lo que hoy lo recordamos, se inicia en la Guerra Civil.

José Luis Hernández Garvi: «Franco ascendió a golpe de gestas militares»

1-¿Cuáles fueron los estudios militares de este general?

Pasó por la Academia de Infantería de Toledo, donde cursó sus estudios básicos como oficial. De allí salió como alférez. El problema es que, en aquellos años, la educación era muy básica. A partir de entonces, su ascenso progresivo fue por méritos de guerra. Ninguno por realizar algún curso de Estado Mayor, que hubiera sido lo más lógico. En este sentido le pasó lo mismo que al resto de sus compañeros de promoción: se aprovechó de las campañas en el protectorado para ir subiendo peldaños rápidamente en la escala militar. Lo curioso es que, a pesar que no pasó por ella, en tiempos de la República dirigió la Academia General Militar de Zaragoza.

2-¿Y su recorrido como militar hasta llegar a su máximo escalafón?

Fue, cuanto menos, curioso. En la Academia no fue un alumno brillante, obtuvo unas notas más bien mediocres. En este sentido, si hubiera sido un oficial como otro cualquiera, no habría pasado de comandante. Siempre tuvo claro que, si quería ascender rápidamente, tenía que hacerlo por méritos de guerra. Así lo demuestra el que pidiera el traslado a Regulares, una de las unidades en las que era más difícil ejercer el mando porque sus soldados eran indígenas y difíciles de manejar. Es curioso porque él mismo sabía que su imagen no le ayudaba a controlar a sus hombres. No era demasiado corpulento, tenía la voz atiplada... Incluso admitió que, cuando se presentó por primera vez ante ellos, se subió a un caballo para que pareciera que era más alto. Lo que no se puede negar es que siempre tuvo el respeto de sus subordinados. Incluso de la Legión, cuyos miembros eran entonces los más rudos.

3-¿Diría que fue un ejemplo en el campo de la estrategia militar?

En ningún caso. Ni antes de la Guerra Civil, durante su mando en África, ni durante el conflicto fratricida. A partir de 1936 tuvo más en cuenta el valor político que podían concederle las victorias. Lo demostró cuando, en contra de las opiniones de todos sus oficiales, decidió acudir a rescatar el Alcázar de Toledo (mientras que lo lógico hubiera sido concentrar sus esfuerzos en hacerse rápidamente con Madrid para que la contienda hubiera durado menos). Hay que tener en cuenta que las cuatro columnas que se lanzaron sobre la capital fueron detenidas por las fuerzas republicanas y no lograron avanzar.

Antes, durante las campañas africanas, había destacado en acciones muy esporádicas. Su hecho de armas más significativo fue el Desembarco de Alhucemas, pero esa fue una acción militar coordinada en la que él no tenía el mando. Participó, en definitiva, en batallas menores que le hicieron ascender. Algunas épicas como El Biutz, pero en ella se limitó a cargar al asalto con las tropas moras sin pergeñar un plan concienzudo para vencer. En ese sentido no le podemos considerar un gran estratega.

4-¿Cuál fue su gran victoria en el campo de batalla?¿Se obtuvo en esta batalla la victoria gracias a su genialidad?

No recuerdo ninguna batalla cuya victoria pueda atribuirse a su ingenio como militar. Creo que no existe ninguna. El mérito, en todo caso, fue de los generales que tuvo bajo su mando y de la incompetencia del Ejército Popular y las milicias.

Quizá, y si nos ponemos polémicos, su gran victoria fue cuando sofocó la revolución de los obreros de Asturias antes de la Guerra Civil. El gobierno de la CEDA le puso al frente de las unidades militares que debían acabar la revuelta. Franco usó los mismos métodos que aplicaba contra las kabilas rebeldes en el norte de África. Acabó con la trifulca a sangre y fuego. Sería discutible considerar esto una victoria militar ya que luchó contra obreros sin preparación militar y la superioridad de las fuerzas gubernamentales era manifiesta. En todo caso, fue su victoria más sonada porque la prensa le dedicó mucho espacio en los diarios. A partir de entonces se convirtió en un personaje destacado de la opinión pública.

En la Guerra Civil su victoria más llamativa fue la liberación del Alcázar de Toledo. Pero más que una victoria militar fue una victoria política que le permitió ponerse al frente del alzamiento. Tenía un grupo de asesores que vieron aquello como una oportunidad que no se le podía escapar para llegar a esa cima que buscaba.

5-¿Cuál fue su gran derrota en la Guerra Civil?¿Fue esta derrota por su culpa, o logró evitar que la debacle fuera mayor?

Madrid. La capital no cayó hasta que se produjo el golpe de estado de Casado y los quintacolumnistas entraron en la ciudad. No se puede hablar, por tanto, de una victoria suya, pues no pudo ocuparla ni tomarla. El frente se mantuvo estático durante toda la contienda. Fueron incapaces de romper ese cerco. Además, si hubiera logrado entrar, la contienda habría acabado antes. No sabemos si la República habría resistido mucho más o no (pues el gobierno ya se había trasladado hasta Valencia), pero lo que sí podemos tener claro es que no habría aguantado tanto tiempo como lo hizo.

Otra derrota se dio a principios de la contienda, cuando el golpe de estado no logró ser efectivo en las grandes ciudades. Se ha hablado siempre de que Mola diseñó muy bien el levantamiento, pero no estuvo bien organizado. Madrid fue un claro ejemplo. Se montó de forma chapucera.

6-¿Fue esta derrota por su culpa, o logró evitar que la debacle fuera mayor?

Es complicado saberlo. Quizá, si se hubiese hecho otro planteamiento estratégico y Madrid hubiese sido la prioridad de las ofensivas, la Guerra Civil habría acabado antes. Pero quizá hubiera sido la tumba de los alzados. Si hubiesen fracasado de nuevo al atacar la capital es posible que hubieran tenido muy difícil continuar la lucha. Al principio la superioridad del bando franquista no era tan clara y podría haber cambiado todo. ¿Qué hubiera pasado? Es imposible decirlo.

Franco, durante la batalla de El Biutz

7-¿Diría que fue uno de los grandes generales del bando para el que combatió?

Fue su figura más destacada. A partir del momento en el que se le declaró generalísimo, y como pasa en todos los regímenes totalitarios, se produjo un culto a su personalidad. La propaganda le convirtió en un general victorioso, pero había otros generales más capaces en su bando. Mola, por ejemplo, era más brillante, aunque su figura también fue idealizada.

8-¿Le calificaría como el mejor general de la Guerra Civil?¿Podría hacer una comparativa con su enemigo Franco?

No. Si analizamos los dos bandos, posiblemente el mejor general fue Rojo. Era el hombre más capaz y lo demostró muchas veces. Con los medios que tenía y las presiones políticas que sufría organizó campañas, unidades y ofensivas determinantes. Fue el primer impulsor, por ejemplo, de las brigadas mixtas. Era un hombre brillante desde el punto de vista estratégico, un trabajador brillantes que superaba a muchos militares alzados. La mayor diferencia entre ambos era la preparación militar. En todo caso, hay muchos miles de altos oficiales (como Miaja o Escobar) que eran muy válidos.

Rojo era un auténtico militar de carrera; un general preparado para grandes responsabilidades estratégicas. Superaba a su Estado Mayor. Franco era un oficial que se había curtido en el campo de batalla y que carecía de experiencia para dirigir grandes masas en el campo de batalla.

Franco, junto a Millán Astray ABC

9-¿Cuáles eran sus puntos débiles como militar? ¿Y sus puntos fuertes?

Franco era, muy metódico y muy conservador, quería ir paso a paso. Eso lo criticaban mucho los italianos, que eran más vehementes y buscaban siempre llevar a cabo golpes de mano que fueran impactantes. En cambio, él era muy pausado. Buscaba no dejar a enemigos en la retaguardia. En este punto influyeron también generales como Queipo de Llano o Varela, que eran partidarios de aquel método. Afirmaban que no podían permitir que en su retaguardia hubiera «rojos» aunque fuera sacrificando una victoria rápida. Nunca fue un gran militar. Su mayor ofensiva, la más decida, se produjo en el Jarama. La del Ebro, aunque parezca lo contrario, fue republicana. Los nacionales se dedicaron a resistir hasta que sus enemigos no pudieron mantener el empuje. A cambio era muy pragmático, precavido y taimado. Esos fueron dos rasgos característicos de su personalidad a nivel militar y político. Eso le permitió llegar hasta lo más alto. Algo que ni él mismo se podía imaginar.

10-¿Le dedica en su obra algunas líneas a este personaje?

No hablo demasiado de él, como sí hago en otras de mis obras. En esta me gusta más centrarme en los sucesos que casi pasan desapercibidos, pero que luego tienen su importancia en el desarrollo de los acontecimientos. Aunque le dedico algún capítulo como el del aeródromo de Salamanca, donde se convirtió en el Generalísimo, no he pretendido que sea el personaje protagonista del libro. Es secundario. En el libro lo más importante son los lugares en sí.

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