El extraordinario caso de Mary Somerville, la científica que hizo fáciles las matemáticas

Durante el siglo XIX las mujeres no tenían lugar en las academias, sin embargo su obra traspasaría los muros sociales para ser aclamada por las altas esferas del conocimiento europeo

Mary Somerville C.C
Eugenia Miras

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Mary Sommerville (1780-1872) supuso un antes y un después en la Ciencia, pues su valía permitió que las sociedades europeas de matemáticos permitiesen la posterior participación femenina en la investigación. A pesar de no haber asistido a la universidad -por las reglas sociales de la época- no necesitó de ésta ni de ninguna institución para que su obra fuera recibida con reverencias convirtiéndose en «la reina de las ciencias del siglo XIX» .

Mientras las academias del Imperio británico trataban de hacerse un hueco entre las prestigiosas sociedades científicas de Europa -estaban bastante atrasados respecto a los franceses- apareció tímidamente Somerville para hacer una de las más fuertes aportaciones: cambiaría la forma de estudiar las matemáticas , y facilitaría su comprensión.

«Tenía la capacidad alquímica de galvanizar ideas y teorías de distintas disciplinas: matemáticas, astronomía, geografía y física. Su extraordinario cerebro contribuyó al avance de la ciencia: la palabra «científico» incluso se acuñó para describirla, puesto que «hombre de ciencia» no resultaba apropiado y además el trabajo de Mary era interdisciplinar», explicó Kate Hodges en su libro «Vidas extraordinarias» (Lunwerg 2018).

La mente extraordinaria de Mary alumbró asimismo a otros genios como así ocurrió con Ada Lovelace . «La reina de las ciencias» tutelaría la preparación académica de la hija de Lord Byron , quien se convertiría en la pionera de la programación .

«La palabra «científico» incluso se acuñó para describirla, puesto que «hombre de ciencia» no resultaba apropiado»

El trabajo de Somerville se extendió a diferentes áreas, incluso a la astronomía. «La reina de las ciencias» logró predecir la presencia de un planeta más cerca de Urano, que ayudaría al próximo, John Couch Adams , a localizar a Plutón .

La perspectiva

En 1780 nacía en Escocia la futura eminencia de las ciencias. Sin embargo antes de poder entregarse a los números, Mary tendría alguna que otra disputa con su padre por su negativa a seguir el mismo camino que las jovencitas de familias pudientes de la época; las cuales eran educadas principalmente para ser «buenas» esposas , por lo que únicamente aprendían a bordar y otras tareas domésticas menores.

Mary Somerville C.C

Pero como la hija obediente que era trató de no disgustar a sus padres y comenzaría a callar sus inquietudes personales. Mas no dejaría de soñar despierta durante sus largos paseos por el campo, en donde despertaría su pasión por las ciencias naturales. Durante su recreo Somerville se detenía a observar a las plantas y a los animales. El único que la comprendía en ese momento era su tío, el Dr. Somerville , quien la alentaba a visitar su biblioteca y a iniciarse en un autodidáctico estudio de latín.

Aunque «la reina de las ciencias» se abrazaba a la lectura y a la pintura sabía que faltaba algo en su vida; pero no lo descubriría hasta una clase de dibujo. Durante la sesión, el profesor había recurrido a la geometría para explicarle la perspectiva . Él no lo sabía, pero le había presentado al gran amor de su vida: las matemáticas .

Somerville estudiaba intensamente todas las noches cuando nadie la veía; y en poco tiempo llegaría a dominar complejos teoremas, astronomía avanzada y física .

La viuda de las matemáticas

A la edad de 24 años contrajo nupcias con un primo lejano, el capitan Samuel Greig , mudándose a Londres . Durante los tres años antes de enviudar, Mary encontró todavía más dificultades para dedicarse al estudio que en su antigua morada.

En el siglo XIX, las universidades en Escocia y Edimburgo habían introducido el trabajo experimental como parte esencial en la formación

Durante ese tiempo el Imperio británico estaba atravesando un renacimiento en el desarrollo científico , tras un gran periodo de estancamiento durante el siglo XVIII , en el que se ejercía fundamentalmente la docencia mas no la investigación.

Para la época en la que Mary acudía a los seminarios, las universidades en Escocia y Edimburgo habían introducido el trabajo experimental como parte esencial en la formación. Y con esta nueva prueba comenzaría a filtrarse la población estudiantil.

«La viuda de las matemáticas» se repuso de su pérdida nada más retomar el estudio. Y una vez dueña de su tiempo y con la solvencia económica decidió adentrarse en la sociedad científica -dentro de los límites permitidos- y aprovechar todas las oportunidades. Su primer reconocimiento fue una medalla de plata, tras resolver las ecuaciones diofánticas .

El culmen de su obra llegaría con la traducción de una obra de Pierre-Simons Laplace «Mécanique Celeste»

La actividad científica estaba más viva en Edimburgo que en Londres, y por esta razón estaría yendo continuamente para estar presente en los diferentes seminarios , y así poder seguir ampliando su círculo de amistades profesionales.

A pesar de su género, Somerville era muy apreciada entre toda aquella cumbre de científicos ; porque realmente admiraban aquella entrega incondicional, aún sabiendo que por ser mujer existía la posibilidad de que ignorasen su trabajo.

La mujer que hizo más fáciles las matemáticas

El culmen de su obra llegaría con la traducción de una obra de Pierre-Simons Laplace «Mécanique Celeste» en la que no solo se limitaría a cambiar de idioma las teorías del matemático francés; sino que además añadiría un preámbulo llamado «A preliminary dissertation on the mechanism of the heavens» (Una disertación preliminar sobre el mecanismo de los cielos), un compendio de desarrollos matemáticos e ideas fundamentales de física imprescindibles para comprender la obra de Laplace. La escritora científica explicaba con mayor sencillez toda una teoría que parecía imposible de entender para las mentes más comunes.

Foto de archivo de los planetas ABC

En 1804 volvería a casarse con otro primo, el médico William Somerville . Él sentía una profunda admiración por su entusiasmo, por lo que se convertiría en el gran soporte de Mary . De esta manera, el camino profesional de «la reina de las ciencias» estuvo en gran medida respaldado por su esposo; quien la representaría en todos los lugares donde una mujer no era bienvenida. William se hizo socio de la Royal Society -hasta 1945 no aceptaron mujeres- para ser los ojos y los oídos de Mary ; en la biblioteca copiaría a mano todos los artículos que a su mujer le resultaban relevantes para sus investigaciones.

Somerville predijo con precisión el descubrimiento y la ubicación del planeta Neptuno

Sin embargo, sus primeras publicaciones científicas crearon conflicto entre los académicos. En primer lugar porque no estaban respaldados ni por ninguna universidad ni institución; no obstante algunos que eran testigos de su extraordinaria capacidad le ayudarían a abrirse camino entre los incrédulos.

«Somerville publicó libros escritos en un lenguaje conciso, claro y entusiasta, unos trabajos que fueron innovadores en el ámbito de las matemáticas y la física, y que además predijeron con precisión el descubrimiento y la ubicación del planeta Neptuno», explicó Hoodges

Foto de archivo de Plutón ABC

Sus amigos los astrónomos John y Carolina Herschel trabajaron con ella en un importante trabajo de catalogación de los cuerpos celestes, popularizando la atronomía. Y únicamente con las matemáticas logró adivinar la presencia de un planeta cerca de Urano, el cual que localizaría años después John Couch Adams y le llamaría Plutón.

La mujer que nunca dejó de aprender

En 1835 «la reina de las ciencias» y su amiga Carolina Herschel resultaron ser las primeras mujeres que fueron aceptadas como miembros de honor en la Real Sociedad Astronómica .

Tres años después William cae muy enfermo, los médicos le recomendarían instalarse en un lugar con mejor clima. Por esta razón, el matrimonio abandona Edimburgo y se muda al sur de Italia ; en donde Mary viviría durante 34 años más.

Durante todo ese tiempo nunca apartaría la vista de las matemáticas, a la cuales se entregaría con entusiasmo hasta la edad de 92 años cuando muere, quizás aprendiendo.

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