Eulalia de Borbón, la Infanta que desafió a Alfonso XIII y protagonizó el primer divorcio en la Familia Real

Casada con un hijo de los Duques de Montpensier, Eulalia fue siempre la gran consentida de la familia, con una tendencia desbocada a la rebeldía y a un lenguaje excesivo

Luis Fernando De Orleáns Borbón y su madre la Infanta Eulalia De Borbón ABC
César Cervera

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El entorno familiar donde creció Alfonso XIII estaba integrado casi en exclusiva por mujeres, entre ellas su madre, sus dos hermanas, que morirían jóvenes y siempre a la zaga del mimado heredero, y dos hermanas de Alfonso XII , Isabel y Eulalia, que habían retornado por distintos vericuetos de sus aventuras matrimoniales. De Isabel la Chata , su sobrino adquirió la costumbre del tuteo y una campechanía que enmascaraba clasismo mal disimulado.

La Infanta Isabel defendía que el heredero era soberano para hacer lo que le diera la real gana, sin que nadie le dijera lo contrario. Muy conocida es la anécdota de que ya siendo adolescente el Rey ordenó a su tía la Infanta Eulalia que se comiera una coliflor:

—No me gusta, no la he comido nunca —aclaró ella.

—Pues cómela ahora, quiero que la comas —replicó Alfonso.

La Infanta Isabel habría intervenido entonces para quedar como la más zalamera de las súbditas del Rey de España:

—Cómela; lo quiere el Rey y, puesto que él manda, hay que hacerlo.

Como en este tipo de anécdotas aleccionadoras y bastante cuestionables, casi todos los papeles y palabras en ella están encajados con intención de captar la esencia de la corte. Isabel, más papista que el Papa; María Cristina , tan elevada que ni interviene; Alfonso, tan autoritario como caprichoso; y Eulalia, tan díscola como cuenta su biografía.

Del desafío político al familiar

La llamada Infanta descarrilada, viajera, oveja negra, terminó colisionando con ese sobrino suyo tan poco dialogante en las cuestiones palaciegas. Casada con un hijo de los Duques de Montpensier, Eulalia fue siempre la gran consentida de la familia , con una tendencia desbocada a la rebeldía y a un lenguaje excesivo. Aunque el matrimonio concibió en pocos años tres hijos, de los que solo dos sobrevivieron, Eulalia y su primo acabaron como el rosario de la aurora cuando afloró la brumadora personalidad de ella. La Infanta se divorciaría de él en la Ciudad de la Luz, donde se afincó a principios del siglo XX con su amante el conde Georges Jametel . Se trataba del primer divorcio en el seno de la familia real y, por supuesto, Alfonso XIII no se mostró nada satisfecho.

Retrato de la Infanta. Foto de Christian Franzen

La mala relación entre tía y sobrino se empezó a gestar cuando la Infanta, que gracias a su dominio del francés, el inglés, alemán y el italiano ejercía labores de representación de la Monarquía, fue enviada en 1893 para representar a la Corona en Cuba y Puerto Rico y, en medio de las revueltas independentistas, apareció vestida con los colores rojo, blanco y azul de la bandera de los insurrectos. El capitán general de Cuba, Alejandro Rodríguez Arias , sufrió varias lipotimias durante la visita y falleció antes de finalizar ese año en el que una miembro de la familia Borbón había resultado casi más sediciosa que el revolucionario José Martí.

Tras regresar de su viaje oficial por Cuba y EE.UU, Eulalia se convirtió en un personaje controvertido por sus opiniones sobre la realidad cubana. Sus declaraciones públicas poco convenientes, sus desavenencias con su marido, que también llevaba una vida disipada, y los propios amores de Eulalia, la empujaron en 1900 a trasladarse a vivir con su madre Isabel II a París. Poco después anunció su deseo de separarse legalmente, lo que provocó un gran escándalo familiar.

Eulalia dedicó los siguientes años a peregrinar por las cortes europeas como invitada ilustre, y a plasmar sus avanzadas ideas en un libro titulado ‘Au fil de la vie’ que la prensa conservadora calificó de «atentatorio contra la religión, la monarquía, las buenas costumbres y el orden establecido». Más adelante publicaría otras obras sobre su vida, sobre los tópicos tan populares de «la España negra» y sobre el papel que debía ejercer la mujer en la sociedad. En estos textos, a pesar de mostrar una mente muy abierta para la época, alababa también a Mussolini como ejemplo de lo que necesitaba España.

Los escándalos del hijo de Eulalia

Alfonso XIII, harto de que aireara las intimidades de su corte, prohibió en 1911 por una real orden la entrada de su tía en España durante varios años. Como cuenta el historiador Javier Tusell en su libro 'Alfonso XIII. El rey polémico' (Taurus) , cuando se produjo esta ruptura pública con su tía, fue el propio Monarca quien entregó a la prensa la correspondencia cruzada con la Infanta, quien seguía recibiendo dinero del Estado y reclamaba para uno de sus hijos, oficial del Ejército, una recompensa por su reciente participación en la campaña de Melilla .

En esta etapa como proscrita, continuó con su peregrinaje por Europa y durante la Primera Guerra Mundial , Eulalia atendió a los heridos de la guerra en varios hospitales de París. Aunque le costó, la Infanta logró al cabo de los años reconciliarse con su sobrino para regresar a España en 1922.

Ceremonia en el Patio del Alcázar con el Rey entregando despachos a los nuevos tenientes. A la derecha su tía, la Infanta Eulalia. Francisco Goñi

Llevarle la contraria al Rey era una empresa al alcance de unos pocos Borbones. Eulalia se atrevió y el otro de sus hijos, el Infante Luis, empujó el desafío hasta sus últimas consecuencias. Este amante de las fiestas y el derroche se perdió entre los últimos aullidos de la belle époque y los llamados «años locos». Del túnel reapareció notoriamente homosexual y con una fuerte adicción a la cocaína, droga que hasta entonces no se tenía por peligrosa e incluso consumían el papa León XIII, Thomas Edison o Julio Verne a través de una de las numerosas bebidas legales que contenían esta sustancia.

El hijo de Eulalia sembró un reguero de escándalos por Europa, que incluyó su implicación en el asesinato de un marinero en París , en 1924, y su súbita expulsión de Francia. Ni cuando su primo Alfonso XIII le retiró legalmente el título de Infante de España, mitigó su mala conducta la definitiva oveja negra de la familia, que se casó con María Say, una millonaria francesa de setenta y tres años, con el único propósito de exprimir su fortuna y luego si te he visto no me acuerdo. En 1945, Luis moriría en París tras someterse a una ablación de testículos, probablemente como parte de un tratamiento contra el cáncer de próstata que sufría.

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