La entrevista en la que Franco y su esposa confesaron sus secretos más íntimos

El 29 de mayo de 1928, la revista «Estampa» publicó una entrevista con la pareja en sus páginas interiores. Las preguntas, personales e incisivas, pusieron en aprietos al matrimonio

El dia 16 de octubre de 1923 se celebró en la iglesia de San Juan el Real ,de Oviedo, la boda del jefe del Tercio, teniente coronel don Francisco Franco, con María del Carmen Polo ABC
Manuel P. Villatoro

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No se puede afirmar que, en 1928, Francisco Franco fuera un perfecto desconocido. General por entonces, uno de los más jóvenes de Europa cuando fue ascendido dos años antes, su bigotillo, su incipiente calva y su ligera papada empezaban ya a despuntar dentro y fuera de la península Ibérica. Las hazañas bélicas en Marruecos le precedían, y él lo sabía. Por ello, solía jactarse de la herida que había sufrido en El Biutz (aquella por la que los médicos le desahuciaron y le pronosticaron la tumba) y de haber ayudado a combatir a los rifeños en Melilla con la Legión tras el Desastre de Annual.

Durante aquellos años, en los que la dictadura de Primo de Rivera regía el país, Franco podía enorgullecerse de dirigir la Academia General Militar de Zaragoza. Considerable honor para un oficial que no llegaba a la cuarentena. No obstante, la realidad es que tampoco era un personaje público de la talla, por ejemplo, de su hermano Ramón , un héroe nacional que había copado las portadas de los diarios nacionales e internacionales en 1926 al despegar de P alos de la Frontera y recorrer 10.000 kilómetros hasta Buenos Aires . Francisco era conocido y algo popular, eso es innegable, pero no una gran estrella mediática.

Quizá por ello, el 29 de mayo de ese mismo año la revista « Estampa », de corte cultural y tirada semanal, no le dedicó su portada a pesar de haberle entrevistado junto a su esposa, Carmen Polo . La primera plana la obtuvo un reportaje sobre «Los hijos de los grandes hombres» (Ayala, Baroja, Ortega y Gasset…). Los Franco fueron relegados a la página 19, donde, bajo el titular «La mujer en el hogar de los hombres célebres. El amor y la guerra, la esposa del general Franco», el Barón de Mora narraba un encuentro tan íntimo como llamativo con la pareja.

El resultado fue un documento único por la sinceridad con la que Francisco Franco , pero sobre todo Carmen Polo, respondieron a las cuestiones planteadas por un periodista incisivo. A lo largo de la entrevista, la esposa del general narró los pormenores de su noviazgo, cómo se conocieron, las desventuras que vivieron o intimidades como que, al futuro dictador, las jóvenes le conocían como « Comandantín ». El oficial, por su parte, prefirió centrarse en explicar sus grandes gestas militares y mostrar, con orgullo casi infantil, sus cartas de recomendación y la felicitación personal que el mismo Alfonso XIII le había hecho llegar tras una de sus batallas más rudas.

Novios y esposos

El experto en el franquismo, José María Zavala , narra en su obra «Franco con franqueza» que Carmen no fue la primera novia del dictador. Este curioso honor recayó sobre Sofía Subirán . Ambos se conocieron en África, cuando el soldado, entonces un veinteañero, era llamado el militar de las «tres emes» (sin miedo, sin mujeres y con misa). Antes, no obstante, ya había suspirado por otras mozas como Paquita Maristany o Sofía Mille . La negativa de unas y otras hizo que centrara sus ojos, según narra Paul Preston en «Franco», sobre la joven Polo, a la que había visto por vez primera en 1917.

—Cuénteme cómo se conocieron.

—Pues... muy vulgarmente. Yo había salido del Colegio de las Salesas, donde me educaba, para pasar las vacaciones del verano, y en una romería le conocí. La verdad, me fue muy simpático —dice un poquito ruborizada —, y como él parecía interesarse por mí con preferencia de todas las otras, y... yo no había tenido todavía novio...

—Sí, el flechazo...

—Eso sería...; pero le advierto que en nuestro país se realizan multitud de matrimonios gracias a él.

Boda entre Franco y Carmen Polo ABC

Aunque no era más que una adolescente, Francisco se encaprichó y le envió una infinidad de cartas al colegio en el que residía, Las Salesas, durante un permiso en Oviedo. Los historiadores definen a Carmen Polo como una «colegiala esbelta y morena» que, curiosamente, tenía un gran parecido con Sofía Subirán. Hija de una familia adinerada, aunque venida a menos, pronto se dejó cautivar por los halagos de un militar que contaba con casi una década más de vida que ella y que, ya por esos años, atesoraba cierto renombre después de haber sido ascendido a comandante. Así recordó aquellos momentos en la revista:

—Paco quería fuésemos novios; pero yo pensaba que, siendo él militar, como había venido podría repentinamente marcharse. Y sobre esto, que ya era para mí meditación suficientemente importante, tenía diecisiete años recién cumpliditos y debía volver al colegio. Paco no se conformó con la solución y me escribió al colegio; pero las monjitas guardaron las cartas para entregarlas a mi familia, y, naturalmente, no pude contestarle.

Figúrese mi asombro y el de mis compañeras cuando una mañanita, en nuestra misa de las siete y media, vemos devotamente en la capilla al “comandantín”, como le nombraban todas las muchachas de Oviedo. No debieron desagradarle nuestros rezos y nuestros cánticos, pues su visita matinal a la capilla de! colegio se repitió casi diariamente. Y hasta las monjas lo comentaron edificadas, pues Paco ya disfrutaba por entonces de su poquito de celebridad.

Franco, 23 años de oficial recién llegado de África tras luchar contra los rifeños con los Regulares de Tetuán , puso sus esfuerzos en ganarse el cariño de Carmen. Y cuando quería podía ser muy insistente… Al final, la joven accedió. ¿Cómo fueron sus primeros años de noviazgo?, ¿por qué decidieron empezar una relación? Todas estas cuestiones las desgranó el Barón de Mora en la entrevista para «Estampa».

—Perdone mi pregunta, Carmen. ¿Fue muy feliz en su noviazgo?

—No lo crea. Yo siempre había soñado que el amor sería una existencia iluminada de alegrías y risas; pero a mí más me trajo tristezas y lágrimas. La primera que he derramado en mi vida de mujer fue por él. Siendo novios, hubo de separarse de mí para marchar a África a organizar en la Legión la primera Bandera, y puede suponerse mi constante ansiedad e inquietud, aumentada terriblemente los días que los periódicos hablaban de operaciones en Marruecos, o cuando sus cartas se hacían esperar más días de los acostumbrados. Después, ya todo preparado para casarnos, a los dos días de conocerse en Oviedo la noticia de la muerte del teniente coronel Valenzuela al frente de la Legión, Paco volvió a marcharse.

La argentina Eva Duarte de Perón, con Franco y doña Carmen Polo, en 1947 ABC

Seis años de noviazgo y tres después del calvario que, dijo Carmen, vivió en espera del regreso de Franco, ambos se casaron. El enlace se sucedió en octubre de 1923 , según recogió el diario ABC el domingo 28 : «La ceremonia se celebró en la parroquia de San Juan, de la capital astur, bendiciendo la unión el capellán castrense». El diario, que tildó al ya teniente coronel de «heroico jefe del Tercio» suscribió que la iglesia se hallaba aquel día «atestada de público» y que, durante el trayecto de regreso a su vivienda, miles de personas se acercaron a tributar al nuevo matrimonio ovaciones ensordecedoras. En «Estampa», Polo corroboró estas palabras:

—¿Qué le pareció el día que por fin se casaba?

—¿La verdad? Pues mire usted, primeramente, al salir de la iglesia, que me arrancaban del lado de mi marido; tal aglomeración y gentío había, que mi pobre traje de novia quedó hecho un completo guiñapo. Después, ya tranquilos en Covadonga, me pareció que estaba soñando... o leyendo una bonita novela, la mía...

La forma de pronunciar estas últimas palabras conmovió al mismo entrevistador. «¡Diríase que toda la morriñosa poesía de las Asturias ha venido a empañar con un velo de emoción sus bellos ojos de mujer! A cambio, el general, como es hombre, para disimular la suya, sabe sonreír». El momento lo rompieron algunas preguntas más tópicas que Carmen respondió de forma breve. Entre ellas, qué era lo que más y menos le gustaba de este mundo. A la primera cuestión confirmó que la música ; a la segunda, que «los moros» debido a la cantidad de vidas y familias que destrozaban en España.

Batallitas de Franco

Durante la entrevista, Franco prefirió explicar al periodista los pormenores de sus combates en África. El Biutz (donde -dijo orgulloso- sus Regulares le rodearon para evitar que el enemigo atacara), la campaña de Xauen (en la que una compañía de la Legión quedó reducida apenas a 70 hombres tras ser acosada por rifeños)…

Y, más que ruborizarse, como Carmen, disfrutó al mostrar con orgullo misivas aquella en la que Alfonso XIII le tildaba de «un altísimo amigo» y le hacía llegar un abrazo. También tuvo unas palabras para su nuevo destino en la Academia General Militar de Zaragoza , cuyo mando le fue arrebatado años después, durante la Segunda República, por el azote de los africanistas, Manuel Azaña.

—Los futuros oficiales recibirán primeramente una intensa educación de virtudes ciudadanas y un fuerte entrenamiento deportivo, que les robustecerá moral y físicamente; luego les inculcaremos preferentemente un alto sentimiento militar. En el patio central de la Academia quiero colocar un altar a la Virgen del Pilar, para que desde su primera juventud aprendan a amarla y a forjar en ella la fe que habrá de conducirles constantemente a la victoria.

Franco junto a su esposa, Carmen Polo, en sus bodas de oro

Franco solo respondió unas brevísimas cuestiones personales al principio del encuentro. Parco en palabras, sin llegar a ser cortante, solo se relajó cuando su hija, la pequeña Carmen , apareció con un cornetín robado de la sala de trofeos del militar para intentar hacerlo sonar frente a todos.

—¿Está satisfecho, mi general, de haber llegado a ser lo que es?

—Estoy satisfecho de haber servido enteramente a mi patria.

—Mas de no haber seguido la profesión militar, ¿cuál hubiese preferido?

—Arquitecto o marino. Sin embargo, a los catorce años ingresé en Toledo en la Academia de Infantería contra la voluntad de mi padre. Esto con respecto a carrera, porque mi constante afición ha sido la pintura.

—¿Qué género de pintura prefiere?

—Todos, porque, desafortunadamente, no tengo tiempo de practicar ninguno.

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