Las dudas detrás del alemán desconocido que casi salvó al mundo del Holocausto nazi

Este diario tardó solo unas horas en informar a los lectores españoles sobre la historia de este carpintero alemán de familia campesina que a punto estuvo de asesinar a Hitler y algunos de los principales líderes del Partido Nazi en 1939

Georg Elser, tras ser detenido después del atentado contra Hitler

Israel Viana

Hacía solo un mes que el viejo acorazado Schleswig-Holstein había lanzado desde el mar, en la costa de Danzig, los primeros obuses de 280 milímetros sobre la guarnición de Westerplatte . Solo un mes desde que, con aquel ataque por sorpresa que Hitler había soñado durante años, la Alemania nazi daba comienzo la invasión de Polonia y la Segunda Guerra Mundial , cuando el 'Führer' sufrío su primer atentado estando en el poder. Ni los polacos, ni los germanos, ni los europeos ni estadounidenses sabían todavía que aquel conflicto se iba a convertir en el más devastador de la historia de la humanidad, pero muchos de ellos parecían tener claro para había que acabar con el líder nazi cuanto antes para evitar males mayores.

El primer intento se había producido en 1923, cuando Hitler casi pierde la vida al ser herido por una bala de la Policía alemana, durante el intento de golpe de Estado que protagonizó en noviembre de aquel año: el 'Putsch de Múnich'. Fue precisamente en el mismo escenario donde se produjo este, la cervecería Bürgerbräukeller en la que se reunían los primeros afiliados del recién creado Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) a principios de la década de 1920, donde se produjo el segundo atentado contra el líder nazi 16 años después. El mismo que de haber triunfado, y cerca estuvo de hacerlo, podría haber librado al mundo del Holocausto nazi y, quien sabe, si acortado la guerra unos años y decenas de millones de muertos.

La portada de ABC del 10 de noviembre estuvo dedicada por completo a este intento de asesinato, que solo tardó unas horas en dar la exclusiva en España , en la edición del día anterior, a la que no dio tiempo que llegara la fotografía. En este se decía: «Según noticias de Berlín, después de que Hitler abandonara el local de la cervecería Bürgerbräukeller, en Munich, se produjo una explosión dentro de ella que causó seis muertos y sesenta heridos. Se añade que el atentado ha sido inspirado por agentes extranjeros y que se ha fijado una indemnización de medio millón de marcos a los que descubran a los autores».

13 minutos

La diferencia entre que Hitler hubiera muerto o siguiera vivo fue de tan solo 13 minutos. «Si la asamblea hubiera seguido el curso de los años anteriores, todos los dirigentes del partido nazi se habrían encontrado en el lugar mismo donde se produjo la explosión. Después de lo ocurrido, la sala presentaba grandes montones de escombros, ya que la única columna que sostenía el techo de la cervecería quedó completamente destruida. Grandes cantidades de cascotes cayeron en el mismo lugar donde estuvieron sentados los dirigentes del partido durante el discurso del 'Führer'. Algunos escombros alcanzan los tres metros de altura», explicaba este dirio el día 10 .

Portada de ABC sobre el atentado de 1939 ARCHIVO ABC

Poer, ¿quién lo cometió? ¿Quién tuvo el coraje de burlar a la poderosa guardia de las SS para preparar una bomba y ponerla, sin ser visto, en el mismo lugar donde sabía que iba a estar Hitler aquel día? En aquel momento aún no se sabía nada sobre él, aunque hoy en día sea uno de los opositores más famosos que tuvo el Tercer Reich dentro de Alemania, hasta el punto de que, en 2016, el director Oliver Hirschbiegel le dedicó la película « 13 minutos para matar a Hitler ». Su nombre, Georg Elser , un carpintero nacido en 1903 en una familia de agricultores de la pequeña localidad de Hermaringen, al sur del país.

Años antes había trabajado en una fábrica de relojes de Constanza, cuya experiencia usaría precisamente para fabricar el temporizador de la bomba. En la década de los 30 le dio tiempo a tener un hijo, divorciarse, volver a trabajar con su padre y ser contratado en una fábrica de montaje donde se familiarizó con el programa nazi de rearme. Fue allí donde tomó conciencia de que Alemania se encaminaba hacia la guerra.

Un magnicida reservado

Elser era una persona tranquila y reservada que asistía a varios centros culturales y cantaba en el coro del pueblo. De acuerdo a su círculo más cercano, sentía un rechazo visceral hacia el régimen de Hitler . Se negaba siempre a realizar el saludo romano y hasta abandonaba la habitación si la radio transmitía uno de sus discursos. En una ocasión, recuerdaban sus allegados, el carpintero declaró: «Prefiero que me peguen un tiro antes que dar un solo paso por los nazis».

Era una persona muy normal, que se aventuró a hacer una de las acciones más arriesgadas de la historia, y cuya figura quedó relegada al olvido, durante décadas, por esa misma razón. Los historiadores no creyeron que aquel hombre desconocido y de orígenes humildes hubiera podido actuar en solitario. Ponían en duda la legitimidad de sus motivaciones. En 1969, ABC todavía titulaba: ' Se revela que el atentado contra Hitler fue obra de un solo hombre '.

Treinta años después seguían saliendo a la luz nuevos datos sobre la explosión que más cerca estuvo, junto a la de Claus von Stauffenberg en la Operación Valquiria, de asesinar al dictador. «El Führer comentó el suceso, del que salió ileso, con estas palabras: 'Es la confirmación de que la Providencia consiente que logre mi objetivo'. Ahora, el doctor Anton Hoch publica un estudio sobre el autor del atentado en sus 'Cuadernos de Historia Contemporánea'. El investigador llega a la conclusión de que el atentado de la cervecería fue obra de un único autor. Mucho tiempo había transcurrido después del suceso y en Alemania se creía todavía que el atentado había sido proyectado y realizado por varios hombres. El carpintero comunista Georg Elser tardó un año en prepararlo», explicaba ABC en la noticia de noviembre de 1969.

Antes de la guerra

Para ello, Elser acudió a la célebre cervecería cada noche durante 30 días. Era la misma donde cada 8 de noviembre Hitler daba un discurso para conmemorar el 'Punch de Munich' . Llegaba allí, pedía la cerveza más barata y se escondía en el baño hasta el cierre del local. A continuación, se dedicaba a vaciar meticulosamente la columna delante de la cual el dictador, rodeado de su plana mayor, iba a dirigirse a sus acólitos. En el hueco, el carpintero colocó una bomba de fabricación casera que construyó a partir de explosivos robados de una cantera y colocó un reloj a modo de temporizador, que programó tres días antes.

Noticia del 10 de noviembre sobre el atentado ARCHIVO ABC

Eso quiere decir que Elser estaba planificando el atentado antes incluso de estallar la Segunda Guerra Mundial. Según sus cálculos, Hitler tendría que haber hablado por lo menos una hora y media, tal y como hacía todos los años. De ahí que programara la bomba para lo que esperaba que fuera el cenit del discurso, a eso de las 21.20. Pero aquella noche, sin embargo, el dictador acortó su intervención y abandonó la cervecería a las 21.07, para llegar a tiempo al tren que le devolvería a Berlín, ya que no podía realizar el trayecto en avión por la espesa niebla. Y como el artefacto de nuestro carpintero funcionó a la perfección, explotó puntual. De ahí los 13 minutos de diferencia y que las víctimas fueran solo siete miembros del partido nazi y una camarera, además de las 63 personas que resultaron heridas, en vez del 'Führer'.

Aunque el carpintero fue detenido esa misma noche, cuando intentaba cruzar ilegalmente la frontera hacía Suiza, ABC no dio la noticia hasta el 22 de noviembre . En ella se hacía eco del comunicado del jefe de la Policía alemana: «Inmediatamente después del atentado fueron adoptadas todas la medidas necesarias para esclarecer el hecho y detener a los autores. Fueron cerradas todas las fronteras, reforzándose la vigilancia en ellas. Entre los detenidos aquella misma noche se encontraba un sujeto que intentaba llegar a Suiza clandestinamente, llamado Georg Elser, de 36 años de edad, que había residido últimamente en Múnich. Después de varios careos, y tras negarlo al principio, confirmó su participación [...]. El crimen había sido decidido ya en septiembre de 1938».

Las pruebas

Al parecer, Elser no había querido deshacerse de las pruebas que le incriminaban, por si podía usarlas para evitar la extradición. Los nazis, sin embargo, no se creyeron que había actuado solo y acabaron acusando a los servicios secretos británicos en el mismo comunicado. También desconfió de su versión el movimiento opositor en Alemania y consideró que el ataque era probablemente un atentado de falsa bandera diseñado por Hitler para reforzar su apoyo entre la población.

Tras ser interrogado y torturado por la Gestapo, Elser pasó cinco años y medio en confinamiento solitario en el campo de concentración de Dachau . «Con mi acción, quería evitar un derramamiento de sangre aún mayor», declaro a sus captores, según la transcripción del interrogatorio descubierta por un historiador en los años 60. No le sirvió de nada. Allí mismo fue ejecutado de un disparo por orden personal de Hitler, 20 días antes de que este se suicidara en su búnker y 19 antes de que el lugar fuera liberado por los aliados.

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