Desmontan el mito de que la primera catedrática fue española: un prodigio con matices

Si bien el caso de Beatriz Galindo admite más matices, la documentación no es tan benévola con la leyenda creada en torno a Luisa de Medrano (1484-1527), de la que se dice tradicionalmente que fue la primera mujer que impartió clases universitarias en Salamanca

Retrato atribuido a Beatriz Galindo
César Cervera

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España ha tenido a un gran número de mujeres pioneras en sus respectivos campos. Lo fueron varias reinas visigodas por su enorme protagonismo y lo fue la Reina Isabel 'La Católica' , que conquistó un poder que ninguna de sus homólogas europeas llegó a tener hasta tiempo después; lo fue Isabel Barreto , primera Almirante de la Armada que lideró una expedición por el Pacífico; y lo fueron las renacentistas Beatriz Galindo y Luisa de Medrano, ilustres figuras de la Universidad de Salamanca cuando las mujeres tenían prohibido el acceso a la educación superior.

No obstante, el caso de estas mujeres contemporáneas de Isabel 'La Católica' tiene ciertos matices que se suelen ignorar en el proceso de mitificación que hoy en día las rodea. Beatriz Galindo (1465-1535) está considerada, tradicionalmente, como la primera mujer que accedió a los Estudios Generales de Salamanca. Dominaba las lenguas clásicas y los saberes humanistas de la época, desde la filosofía a la medicina, lo que le valió el nombramiento de maestra de Isabel 'la Católica' con solo 16 años. Hoy se la recuerda sobre todo por su apodo, «la Latina», debido a su dominio de esta lengua, que da nombre a un barrio de Madrid donde fundó, junto a su marido, un hospital dedicado a la caridad.

Una 'Latina' más

La mayor parte de estos datos biográficos se han demostrado, en un reciente informe de la historiadora de la Universidad de Salamanca Ana María Carabias Torres , como inconsistentes, empezando por su fama de «maestra de la Reina». Solo el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo , bastante más joven que Beatriz, la menciona como maestra, mientras el resto de fuentes primarias lo hacen como criada de la corte. Así es el caso de Ramos Santana, el que fuera catedrático de la Universidad de Salamanca a finales del siglo XV, que habla de Beatriz, a la que conoció bien, como « camarera y consejera de la misma Reina , mujer muy adornada de letras y santas virtudes, la cual, así por estas como por la doctrina singular, fue muy privada y bienquistada en la casa real; y, por la lengua latina, que hablaba sueltamente, fue dicha por sobrenombre La Latina».

«Estoy a favor de la reivindicación del papel de la mujer en la sociedad pasada y presente, pero, en mi opinión, Beatriz Galindo y Lucía de Medrano son dos de los casos en los que la historiografía ha alimentado un narración maravillosa»

Parece que ‘La Latina’ era una de las tantas «mujeres sabias» con las que la Reina llenó su corte y con las que practicaba el latín. Otros nombres igual de versados fueron Juana de Contreras , Isabel de Vergara (calificada de «latine graeceque doctissima»), Florencia Pinar , Magdalena de Bobadilla , Catalina de Medrano -dama de la Reina y hermana de Lucía de Medrano, esposa de Fernando de Rojas - y María Pacheco -esposa de Juan Padilla. Todas ellas estudiosas del mundo clásico. Es más, el apodo de ‘La Latina’ no era exclusivo de Beatriz, sino a todas las mujeres cultas que sabían latín en aquellos tiempos.

Carabias Torres esgrime como prueba en su informe «Beatriz Galindo y Lucía de Medrano: ni maestra de reinas ni catedrática de derecho canónico» para desmentir la categoría de maestra de Beatriz Galindo el que jamás recibió un maravedí por este oficio y tanto el salario como las ayudas de costa y regalos le fueron adjudicados como «criada», «moça latina» o «moza de cámara». Pudo ser una maestra ocasional de la Reina o de sus hijos, o ejercer este cargo sin la retribución o el reconocimiento, pero nunca fue oficialmente la maestra que enseñó latín a Isabel.

Sobre la mención a que fue la primera universitaria, no hay datos que sostengan en su biografía que adquiriera su formación en un centro de este tipo, pero sí consta que inició el conocimiento de la gramática y del latín muy joven y a los dieciséis años dominaba tanto esta lengua que asombró al claustro de la Universidad salmantina . Faltaría precisar si estaba matriculada en la universidad, lo que parece poco probable, o si se trató de una visita puntual.

Retrato de Isabel la Católica de Luis de Madrazo y Kuntz de la colección del Museo del Prado. (1848).

«Estoy a favor de la reivindicación del papel de la mujer en la sociedad pasada y presente, pero, en mi opinión, Beatriz Galindo y Lucía de Medrano son dos de los casos en los que la historiografía ha alimentado un narración maravillosa; se ha recreado una fábula, una historia ficticia que a día de hoy es políticamente correcta; se ha construido un mito que, según Mª del Pilar Rábade Obradó , conviene deconstruir», asegura Carabias Torres , que pone en duda, además, el papel de consejera influente que se le atribuye a Galindo respecto a la Monarca.

La no cátedra de Medrano

Si bien el caso de Isabel admite más matices, la documentación no es tan benévola con la leyenda creada en torno a Luisa (mencionada también como Lucía) de Medrano (1484-1527), de la que se dice tradicionalmente que fue la primera mujer que impartió clases universitarias en Salamanca, donde su hermano Luis era rector. Concretamente habría ejercido su cátedra en el curso 1508-1509, cuando sustituyó como profesora a Antonio Nebrija , autor de la primera gramática del castellano, en un centro del saber donde se hablaba de derechos humanos e internacionales en una escala inédita hasta entonces.

Probable retrato póstumo de Luisa de Medrano como Sibila Samia del conjunto "Profetas y Sibilas" de Juan Soreda, c. 1530.

La creencia de que Medrano impartió clases universitarias de latín procede, en su mayor parte, de un documento de Lucio Marineo Sículo , un historiador siciliano del siglo XV, que dice:

«En Salamanca conocimos a Lucía Medrano, doncella eloquentíssima. A la cual oýmos no solamente hablando como orador, más también leyendo y declarando en el estudio de Salamanca libros latinos públicamente».

Pedro de Torres , un autor casi desconocido, también describe a Medrano en términos parecidos en su texto «Cronicón» : «El día 16 de noviembre de 1508, la hija de Medrano lee en la cátedra de cánones».

En este sentido, Carabias Torres aclara en su informe que en Salamanca había estudios de carácter público en conventos, colegios universitarios, escuelas privadas y, por supuesto, universidades. Dar por hecho, por las palabras de Marineo Sículo o Pedro de Torres, que Lucía Medrano dio clases en la universidad y no en cualquier otro de estos centros es una interpretación totalmente interesada. También lo es el afirmar que ser orador o lector en una cátedra es lo mismo que ser catedrático.

«Para ser catedrático de la Universidad de Salamanca se requería o una fama reconocida internacionalmente, como la que tenía Marineo, o una larga y accidentada carrera académica, que esta “niña y tierna doncella” de la que hablaba Marineo en la epístola XII, no podría haber tenido tiempo de recorrer. En todo caso, parece incuestionable que Lucía leyó (dio clase) públicamente», explica esta historiadora.

Luisa de Medrano, una mujer de enorme cultura, pudo pisar un aula universitario y hasta recibir clases, pero no está respaldad que lo hiciera como profesora

Sin restar mérito a la fuerza como pionera y romperadora de especios de Luisa de Medrano , lo más verosímil, dadas las grandes restricciones de una institución como la Universidad de Salamanca , es que al anotar que esta joven, casi una niña, leyó en una cátedra (la silla, el lugar desde el que el profesor explica) se quiso decir, probablemente, que leyó uno o varios temas en la universidad o en cualquier estudio de la ciudad, donde era frecuente el que personas ajenas a estas instituciones, incluso niños, ofrecieran, coyunturalmente, una clase en cualquier tipo de estudio.

Luisa de Medrano, una mujer de enorme cultura, pudo pisar un aula universitario y hasta recibir clases, pero no está respaldado por ningún documento o evidencia que lo hiciera como profesora. «Dada la importancia del Renacimiento en Salamanca y el auge que tomaron la lectura y el aprendizaje de las lenguas clásicas, es verosímil que una persona, mujer, hombre o incluso niño, pudiera dar una clase pública en cualquiera de los estudios que había en ese momento en la ciudad, sobre cualquier tema, pero eso no lo convierte por ello en titular de una cátedra», defiende en «Beatriz Galindo y Lucía de Medrano: ni maestra de reinas ni catedrática de derecho canónico» .

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