Cheka, la verdad de la vil policía represora de Lenin que desató el Terror Bolchevique

A principios de diciembre de 1917, tras la revolución de Octubre, Vladimir Uliánov fundó la «Comisión Extraordinaria para la Lucha contra la Contrarrevolución y Sabotaje de Toda Rusia»; el brazo armado de su gobierno

Manuel P. Villatoro

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Existen muchas ocasiones en las que el mito supera a la realidad. Momentos en los que la leyenda negra devora la verdad para esculpir, sin piedad, una nueva y modificada al gusto. Sin embargo, ese no fue el caso de la «Comisión Extraordinaria para la Lucha contra la Contrarrevolución y Sabotaje de Toda Rusia» , más conocida como Cheka . Fundada por Vladimir Uliánov (Lenin, su nombre de guerra) esta suerte de policía bolchevique o brazo armado del nuevo gobierno instaurado tras la caída de los zares se hizo tristemente famosa por ponerse a la cabeza del llamado Terror Rojo: un período de represión que costó la vida a miles de sospechosos de no congeniar con el nuevo régimen.

El origen de la Cheka hay que buscarlo después de que Lenin recorriera 3.200 kilómetros desde su exilio en Suiza para dirigir a los bolcheviques contra una burguesía que, en sus palabras, se mantenía en el poder gracias a «la violencia y a la falta de conciencia». Tras arribar a su hogar y hacerse con el poder avivando el fuego que derivó en la Revolución de Octubre de 1917, el líder rojo y su camarilla apostaron por estatalizar la amenaza como medio de represión contra sus enemigos. Ya lo dijo su colega León Trotsky : «El terror es eficaz contra la clase reaccionaria que no se decide a abandonar el campo de batalla. La intimidación es el medio más poderoso de acción política».

Nace la Cheka

En diciembre, Lenin, que clamaba por hallar un sistema que «mantuviera en jaque a toda la canalla contrarrevolucionaria», llevó a la práctica sus deseos. El día 6, el Sóviet de Comisarios del Pueblo (el organismo, dirigido por él mismo, que tomó el poder tras la caída del gobierno provisional instaurado para dirigir el país en sustitución del derrocado Zar) solicitó a al bolchevique polaco Félix Dzerzhinsky que redactara una serie de propuestas que ayudaran a combatir a «los saboteadores y a los contrarrevolucionarios» que ansiaban destruir el nuevo régimen instaurado tras la exitosa Revolución de Octubre .

A la mañana siguiente, y según explica el historiador estadounidense Rex A. Wade en su obra «1917: la Revolución rusa» , el Sóviet de Comisarios del Pueblo convirtió las ideas de Dzerzhinsky en la «Comisión Extraordinaria para la Lucha contra la Contrarrevolución y Sabotaje de Toda Rusia» (más conocida como Cheka - Chrezvichainaya Kommisiya -). Así, se materializaron las palabras pronunciadas por el mismo Lenin en «Polnoe sobrante ochineii»: «¡A menos que apliquemos el terror a los especuladores, una bala en la cabeza en el momento, no llegaremos a nada!». Algo parecido, por cierto, a lo que ya había señalado el revolucionario Grigory Zinoviev : «Para deshacernos de nuestros enemigos necesitamos nuestro propio terror socialista».

León Trotsky y Lenin

Como cabía esperar, Lenin escogió al mismo Dzerzhinsky como primer líder de la Cheka por su pasado como agitador político y su insistencia en la necesidad de usar la violencia contra aquellos que pretendían acabar con la revolución. A Félix, que gustaba ser conocido como el « caballero del proletariado » y que había deseado vestir sotana en su juventud, se le encomendaron tres tareas.

Tal y como explica Eric Fratinni en su obra «KGB. Historia del centro» , la primera era «investigar y liquidar cualquier tentativa de acción conectada con la contrarrevolución y el sabotaje», pero también «llevar a juicio y ante los tribunales revolucionarios» a cualquiera de estos agitadores y «llevar a cabo las investigaciones preliminares por si fuera necesario adoptar medidas preventivas» contra alguien.

En la práctica, la Cheka se convirtió en el brazo armado del gobierno de Lenin. O, como la define el Instituto de Relaciones Internacionales de Argentina, una organización de inteligencia política y militar que sucedió a la vieja Ojrana (la policía secreta ideada para infiltrarse en los grupos contrarios al zar Alejandro II y, llegado el caso, ejecutar a los líderes más peligrosos). Aunque, tal y como explica el historiador y profesor Richard Pipes en su obra «La revolución rusa» , en principio (y sobre el papel) no podía «detener de forma preventiva a cualquier ciudadano», «inspeccionar todas y cada una de las instituciones del país», crear campos de concentración o firmar condenas a muerte. Poderes que, eso sí, ganó a lo largo de los años.

Primeros ataques de la Cheka

La Cheka cargó a la velocidad del rayo contra todos aquellos considerados contrarrevolucionarios por Lenin. Uno de sus primeros objetivos fueron los funcionarios , en huelga desde que los bolcheviques habían subido al poder. Tal y como explica Iñigo Bolinaga en «Breve historia de la Revolución rusa» , esta desmovilización mantuvo en jaque al nuevo gobierno e hizo tambalearse sus cimientos. «Los funcionarios de diversos ministerios, de correos , los administrativos de ferrocarril o de telégrafos se organizaron rápidamente, y una primera insumisión dio lugar a una huelga generalizada que dejó al nuevo gobierno falto de brazos para ejecutar sus disposiciones administrativas».

Su insumisión fue cortada de raíz poco después. Al no poder convencerles de que regresaran al trabajo, el gobierno bolchevique tomó los ministerios por la fuerza y ocupó las diferentes sedes. La Cheka, poco después de comenzar a andar, fue la encargada de detener a los funcionarios insumisos y -tal y como desvela el historiador ruso Aleksandr Solzhenitsyn en «Archipiélago GULAG» - y al Comité de Huelga organizado por su sindicato. Así, se materializaron las amenazas veladas que la nueva policía contrarrevolucionaria había hecho llegar a sus agentes en diciembre de 1917:

«En vista del sabotaje de los funcionarios, tómense al máximo, in situ, iniciativas propias sin renunciar a las confiscaciones , coacciones y arrestos ».

Para entonces, el mismo Lenin había cargado contra los funcionarios y había llamado a instaurar «un riguroso orden revolucionario» que aplastara «sin misericordia los brotes de anarquía entre los borrachos , gamberros , contrarrevolucionarios y otros individuos». Después de aquella detención masiva orquestada por la Cheka, su brazo armado, el líder rojo alzó en volandas a decenas de funcionarios de menor grado afines al régimen bolchevique e inició una red gubernamental leal a sus ideas. El nuevo estado era, para Uliánov, un «sistema de violencia organizada» contra los adinerados y la burguesía.

O eso afirmaba de forma oficial… Y es que, además de utilizar a la Cheka para linchar a todo aquel que no considerase parte del proletariado, Lenin también arrojó a su policía política contra los « bichos nocivos » (los «obreros que rehúyen el trabajo»). «¿En qué barrio de gran ciudad, en qué fábrica, en qué aldea, no hay saboteadores que se autodenominan intelectuales?», llegó a señalar. Tampoco se libraron políticos cercanos a su ideología como Avxentiev , miembro del Partido Social-Revolucionario . Representante del campesinado local, fue detenido por la Chrezvichainaya Kommisiya el 30 de diciembre de 1917.

Peor fue la redada que, según recogen varios historiadores en el «Livre Noir Du Communisme: Crimes, Terreur, Répression», acometió la Cheka en la noche del 11 de abril de 1918. «La Cheka lanzó su mayor operación entre el 11 y el 12 de abril, cuando más de 1.000 hombres de un destacamento especial asaltaron una veintena de sedes anarquistas ubicadas en Moscú». En palabras de estos expertos, los miembros de la policía armada de Lenin lograron detener, tras horas de dura lucha, a 520 anarquistas. «Un total de 25 fueron ejecutados como “bandidos”, un término que, a partir de entonces, hizo referencia a trabajadores contrarios a sus ideas, desertores del servicio militar o campesinos que se negaban a entregar el grano al gobierno».

Terror Rojo

Con el ascenso al poder de los bolcheviques y el nacimiento de la Cheka arribó a Rusia un período conocido como el Terror Rojo o Terror Bolchevique : la represión de cualquier sospechoso. Ejemplo de ello es que, en los cuatro meses que se extendieron desde octubre de 1917 hasta marzo 1918, el cronista de la época Serguéi Melgunov recabó un total de 882 crónicas de ejecuciones en la prensa. Pipes es partidario de que, en esta fase temprana, «la gran mayoría de las víctimas de la Cheka fueron hombres del Antiguo Régimen y ciudadanos comunes pudientes» que, en no pocos casos, aprobaban incluso la persecución de los ricos por parte del gobierno de Lenin.

Dzerzhinsky

Durante los cuatro años que se extendió en el tiempo (hasta su disolución en 1922, cuando fue rebautizada) la Cheka llevó a cabo una infinidad de procesos a través de una serie de tribunales formados por tres miembros, llamados Troika. A su vez, y en palabras de Fratinni, «estableció campos de concentración » y perpetró « ejecuciones sumarias sin juicio ». Pipes recuerda en su obra que, en los años posteriores, se abrieron también varias chekas provinciales que «cometieron bestialidades» sin temor «a ser denunciadas por diplomáticos o periodistas extranjeros».

La fuerza que adquirió, así como su independencia dentro del partido, llevaron a miembros del mismo a cargar contra esta institución. Uno de ellos fue Mikhail Olminsky , amigo cercano de Lenin y miembro del equipo editorial de « Pravda ». Este acusó a la Cheka de considerarse por encima del partido y de los mismos sóviets.

En principio, y de cara a evitar críticas internas, el gobierno limitó su poder sobre el papel, aunque en la práctica la potenció. Así, en 1921 contaba con nada menos que 31.000 colaboradores civiles, 137.000 soldados y 94.000 guardias de frontera. El poder de todos ellos era extremo y se llevó la vida, según los datos ofrecidos en «Livre Noir Du Communisme: Crimes, Terreur, Répression», de 15.000 víctimas (aunque no existen cifras fehacientes). Y ello, sin contar con las torturas. «Los agentes estaban autorizados a hacer deportaciones a campos de trabajo durante cinco años», añade Fratinni. Los excesos provocaron, en palabras de este autor, su refundación bajo otro nombre en 1922.

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