'Cabalgata roja': así pisoteó el Frente Popular la tradición de los Reyes Magos en la Guerra Civil

En enero de 1937, la cabalgata fue sustituida en Valencia por una suerte de loa a la Unión Soviética y al Gobierno

Cabalgata de Valencia en 1937 ABC
Manuel P. Villatoro

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Un millar de años no bastaron a la Segunda República para respetar la tradición de los Reyes Magos en enero de 1937. En plena Guerra Civil, y al calor de una cúpula política que se había visto obligada a trasladarse a Valencia para huir de los tentáculos del franquismo, Sus Majestades de Oriente fueron sustituidas en la ciudad por carrozas repletas de milicianos, loas infantiles al Gobierno y hasta dos grandes bustos de Francisco Largo Caballero y Iósif Stalin. El ABC editado en Madrid dejó constancia de ello en su edición del día 11: «Esta mañana recorrió las principales calles una cabalgata como acto final de la 'Semana Infantil' organizada por el ministro de Instrucción pública».

Aunque el paso del tiempo nos confirma que esta 'cabalgata roja' solo se celebró en una ocasión, son muchos los expertos que sostienen que formaba parte de un proyecto mayor (la 'Semana Infantil' o 'Semana del Niño' ) que, entre otras cosas, buscaba relegar a una de las fiestas más antiguas de España. Así lo atestigua, por ejemplo, el Catedrático de Teoría e Historia Juan Manuel Fernández Soria en su ensayo 'Cultura y libertad. La educación en las Juventudes Libertarias (1936-1939)': «La 'Semana del Niño' tenía lugar en los primeros días del año en substitución de la festividad de los 'Reyes Magos', propia de la tradición cristiana». El doctor Sergio Valero Gómez lo corrobora también en 'Desde la capital de la República'.

Otros Reyes Magos

La 'Semana del Niño' fue alumbrada en 1936 por el Ministerio de Instrucción Pública, recogido en las fuentes como MIP. Su objetivo, al menos a nivel oficial, era hacer olvidar a los más pequeños las penurias de la Guerra Civil ; mitigar el traumatismo que provocaba el constante caer de las bombas, como explica la hispanista Karine Lapeyre en 'Los niños de la guerra. La vida en la zona republicana (1936-1939)' o el mismo Fernández Soria. Este último recuerda que «el MIP la instauró con fines de solidaridad con la infancia» y que en ella se recogían libros, cuentos, dulces y ropa para entregarlos a los más pobres. Ambos se basan en los artículos registrados en el Boletín de Información Cultural del Ministerio de Instrucción Pública y Sanidad de la época.

Escudo de la República en la cabalgata ABC

En 'Educar en tiempos de guerra', Jordi Feu Gelis recuerda que la organización 'de facto' recayó sobre la Unión General de Trabajadores y la Confederación Nacional del Trabajo . Ambos sindicatos debían llevar a cabo la recogida de fondos, juguetes y demás presentes y, a su vez, coordinar la ayuda que llegaba a nivel internacional. Y es que, como bien recogió el diario ABC a principios de enero de 1937, era habitual que algunos países enviaran dinero para los más pequeños:

«La Federación de Sociedades de Amigos de la Escuela ha recibido del Socorro a los niños de París un telegrama en el que anuncia el envío de 20.000 francos, vestidos, víveres y medicamentos con destino a los niños madrileños. El donativo se pondrá a disposición de la Comisión organizadora de la Semana del Niño».

Sobre el papel la idea podía parecer afortunada. Sin embargo, los medios de comunicación republicanos desvelaron su 'otra' finalidad. El periódico juvenil 'Ruta', por ejemplo, afirmó que esta nueva festividad venía «a borrar aquella leyenda en la que no era ya posible que ni un solo niño creyese»: la «leyenda mítico-grotesca de los Reyes Magos». El artículo no se quedó en ese punto, sino que confirmó que la 'Semana del Niño' serviría para depurar «rancias costumbres y viejos obscurantismos», además de acabar de una vez con una farsa de siglos y desterrar «la fiesta absurda y pagana de la Navidad». En este sentido, Lapeyre sostiene que fue alumbrada con la idea de «sustituir las fiestas religiosas».

Cabalgata roja

Con todo, el mayor exponente de la 'Semana del Niño' no llegó hasta bien avanzado el conflicto, allá por 1937. La importancia de Valencia se había alzado por entonces sobre la del resto de regiones. Y con razón, pues el Gobierno había decidido trasladarse hasta la ciudad en noviembre de 1936 y convertirla en capital ante el temor de que Madrid cayera en manos sublevadas. Fue precisamente en esta urbe, clave a todos los niveles, donde se organizó una cabalgata que sustituyó a la de los Reyes Magos; un evento ya tradicional que se había repetido año tras año en todas las regiones de España incluso después de la llegada de la República.

El ABC republicano recogió la salida de esta curiosa comitiva en la sección dedicada a las provincias del periódico del 11 de enero de 1937: «Esta mañana recorrió las principales calles una cabalgata, como acto final de la Semana Infantil organizada por el Ministerio de Instrucción Pública, con la cooperación de partidos políticos y organizaciones sindicales». El diario dejó claro que «el paso fue presenciado por enorme público» y que los protagonistas eran los infantes. En este sentido, el periodista insistió en que «algunos de los niños obsequiados estos días iban en la cabalgata llevando banderas y carteles con inscripciones de gratitud al pueblo y al Gobierno ».

Cabalgata republicana en Valencia ABC

ABC describió a la perfección el paso de la comitiva: «Abría la marcha una sección de Guardia municipal montada y en traje de gala. A continuación, un gran busto de Largo Caballero , con un saludo del pueblo al jefe del Gobierno». A su retaguardia, una vez más, los pretendidos protagonistas del evento: un grupo de niños que portaban ramos de flores. Y, como no, los miembros del recién formado Ejército Popular . «Después, la Bandera Nacional, escoltada por 70 milicianos, y dos labriegos portadores de ramos de naranjas y limones; 40 huértanos, a caballo, en representación del pueblo de la región valenciana, llevando a la grupa mujeres con sus trajes regionales».

Entre las muchas carrozas que desfilaron por Valencia aquel día, ABC hizo hincapié en una que se burlaba del futuro dictador español: «Se destaca una que era una caja de la que, mediante un resorte, salía una cabeza de Franco ». Aunque no faltaron otras que homenajeaban al trabajo y, como no podía ser de otra forma, también a la Unión Soviética. «Esta era un gigantesco soldado y un grupo de niños que simbolizaban la gratitud de éstos hacia el pueblo ruso», incidía el redactor. Por último, el redactor recalcaba la presencia de «una alegoría de la República y niños que entonaban diversos cánticos».

Las imágenes publicadas en este periódico mostraban, además, grandes cartelones en los que se instaba a los antifascistas a entregar regalos a los niños pobres.

Lo que no explicó ABC fue que, además de esta ingente cantidad de carrozas, hubo una en la que lucía un gigantesco busto de Iósif Stalin . La escultura fue realizada por Ricardo Boix , a quien Juan Ángel Blasco Carrascosa define en un artículo para la Real Academia de la Historia como un escultor comprometido con los valores de la Segunda República. «Miembro de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, fue invitado por Renau (entonces director general de Bellas Artes) para realizar un relieve en piedra de grandes dimensiones —Songuez à la douleur d’Espagne— para el Pabellón de la República española de la Exposición Internacional de París (1937)», explica el experto.

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