Borja Cardelús - DESTELLOS DE HISPANIDAD

El puerto del hambre

Tras innúmeras peripecias, que incluyeron un naufragio y la deserción y vuelta a España del medroso capitán Flores de Valdés, espantado ante la boca del Magallanes, que era como la entrada a un infierno gélido, ventoso e inhóspito, Sarmiento penetró en el Estrecho

Por Borja Cardelús

Un formidable ventarrón fue por dos veces el que provocó esta historia, a la vez fantástica y sobrecogedora, pero muy desconocida. Ocurría que el Imperio español no era inexpugnable. Pese a que el Pacífico, el Lago español , era un bloque cerrado por España por los dos extremos de América y Filipinas por donde nadie podía acceder, existía una fina, recóndita fisura: el Estrecho de Magallanes.

Y por esa grieta remota se había colado hábilmente Francis Drake con su Golden Hind , para arrojarse sobre las desprotegidas ciudades españolas del flanco Pacífico sudamericano. Al volver rico a Inglaterra había completado la vuelta al mundo, proclamando los ingleses que fue el primero en hacerlo, ocultando la verdadera circunnavegación pionera, la de Magallanes-Elcano. Cosas de la Leyenda Negra.

Se hacía preciso pues sellar brecha, fortificar la vigilancia que representaba el Estrecho, y confióse la empresa a Pedro Sarmiento de Gamboa, veterano de todos los mares y curtido cosmógrafo y piloto. Se formó una nutrida expedición de valerosas familias, que aceptaban ir destinados a algo que entonces era como instalarse en otro planeta. Tras innúmeras peripecias, que incluyeron un naufragio y la deserción y vuelta a España del medroso capitán Flores de Valdés , espantado ante la boca del Magallanes, que era como la entrada a un infierno gélido, ventoso e inhóspito, Sarmiento penetró en el Estrecho y dejó instalados en la entrada a 300 colonos, en la primera colonia española en la Tierra del Fuego , la que llamó Nombre de Jesús. Con otras cien personas caminó por la costa en busca de un lugar más conveniente para el asentamiento principal, que encontró y bautizó como Rey don Felipe, trazando las calles del nuevo poblado al modo español. Dejó allí a las familias, y regresó a Nombre de Jesús con promesa de regresar a los pocos días con abundantes provisiones y bastimentos, pues en aquellos yermos imposibles no los había.

Pero de regreso arrebató su barco un vendaval que le sacó sin remedio fuera del Estrecho, le adentró en el Atlántico hasta Río de Janeiro, y antes de que pudiera volver, una flotilla inglesa capturó su barco y llevó a Sarmiento a Inglaterra, encerrándolo en prisión. Los oficios de la diplomacia española consiguieron su libertad tras arduos trabajos, y recelando de embarcarse nuevamente en un Atlántico plagado de naves rivales de España, prefirió tomar por la ruta terrestre de Francia, con tan mala fortuna que esta vez fue apresado por hugonotes franceses, que le redujeron otra vez a prisión, mientras él no cesaba de escribir al Rey manifestando su angustia por sus queridos colonos, a los que había prometido pronto socorro.

Y el destino de estos a punto estuvo de haber cambiado unos años antes. Espoleado por el éxito de Drake, el también inglés y pirata Thomas Cavendish atravesó el Estrecho, saqueó una vez más las ciudades del litoral pacífico español y regresó a Inglaterra con su barco atestado de riquezas. Pero al embocarse por el Estrecho divisó las luminarias de los pobladores de Rey Don Felipe , quiso indagar y encontróse con la avanzadilla de unos colonos en el límite de la resistencia, que le suplicaban los sacara de allí.

Accedió Cavendish , y mientras aguardaba la apresurada venida de los demás, levantóse un viento que el pirata juzgó favorable para su navegación, y con grave falta a la palabra dada largó velas de inmediato, y cuando los colonos llegaron a la orilla llenos de esperanza , solo pudieron vislumbrar el velamen desvaneciéndose en la lontananza.

Nuevas gestiones diplomáticas de España para liberar a Sarmiento de las garras francesas, y nuevas cartas de este al Rey recordándole la existencia de los pobladores del fin del mundo, que él solo estaba en condiciones de encontrar y salvar. Finalmente fue devuelto a España y organizóse de inmediato una expedición de rescate.

Pero Sarmiento de Gamboa nunca pudo llegar. Murió camino del Nuevo Mundo , pero dejó instrucciones precisas sobre el emplazamiento. Y cuando los salvadores llegaron habían transcurrido once años desde que Sarmiento los dejara prometiendo volver. Esa sí era palabra a cumplir, pero lo embarazaron los elementos. Y la escena desplegada ante sus ojos fue horripilante: esqueletos mondos esparcidos por el poblado, y uno de ellos colgado de una horca, probablemente el último superviviente, superado por la desesperación de la definitiva soledad, ante el inevitable final en el paraje más desabrido y solitario del planeta.

Borja Cardelús es autor del libro 'América Hispánica'.

Noticias relacionadas

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación