Ni alemán ni español: la verdadera nacionalidad del Emperador que se jubiló en Cuacos de Yuste

A partir de 1522, Carlos cambió su actitud a su regreso a España, empezó a gobernar directamente desde Castilla y, aunque nunca dejó de viajar por toda Europa manteniendo la ficción de que tenía su corte en las partes del imperio, se casó y estableció su hogar aquí

El Emperador Carlos V con el bastón, por Juan Pantoja de la Cruz
César Cervera

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La entrega del Premio Europeo Carlos V a la ex canciller de Alemania Ángela Merkel , quince años después del galardón entregado a Helmut Kohl también en Cuacos de Yuste, sirve para reivindicar los viejos vínculos que el Emperador del Sacro Imperio Germánico, España y la pequeña localidad extremeña comparten desde hace cinco siglos. Carlos V gobernó en ambos países, aunque prefería el castellano al alemán y el francés a todos los demás. Su identidad, como la Unión Europea actual, es una mezcolanza entre varias culturas y tradiciones.

La familia Habsburgo , que reinó en España durante casi dos siglos, tiene su origen más remoto en el antiguo ducado de Suabia, una región germanófona de lo que hoy es Suiza. Desde allí extendieron su influencia a Austria, epicentro de su poder real, y lograron hacerse con la dignidad imperial, que era un cargo más nominal que efectivo. En este ascenso hacia el cetro europeo, a finales del siglo XV los Habsburgo enlazaron con otra poderosa familia, la Casa de Borgoña, a través del matrimonio del futuro Maximiliano I con María de Borgoña, hija del mítico monarca Carlos «El Temerario».

Aprendiendo español y alemán

Carlos de Gante , nacido y educado en lo que hoy es Bélgica, era heredero de estas dos tradiciones enfrentadas. Como le ocurriría a Felipe II cuando viajó a los Países Bajos a principios de su reinado sin saber apenas francés, Carlos fue recibido con bastante recelo entre la nobleza española al ser proclamado Rey de Castilla y luego de Aragón, a causa de su incapacidad para expresarse en su idioma más allá del saludo protocolario. Se repitió el problema en Alemania cuando disputó y obtuvo la elección como Emperador del Sacro Imperio Germánico . Carlos no había pisado nunca este territorio y entendía muy poco el alemán. Es más, fue un idioma que no pudo dominar del todo, como demuestra el hecho de que en sus intervenciones frente a dirigentes alemanes prefiriera hablar en francés. Parecido fue el caso del holandés, que nunca logró dominar.

Retrato del entonces príncipe Carlos, el futuro emperador, con su familia paterna.

La falta de conexión con la nobleza española derivó en la Guerra de las Comunidades, protagonizados por la nobleza mediana, que terminó por despertar al Rey del sueño de Odín en el que le tenía sumido sus consejeros flamencos. Su poder no procedía de las regiones alemanas, ni tampoco de los Países Bajos o de Italia, sino del oro castellano que llegaba desde América en grandes remesas y en lo fiable de la infantería española. Así lo aprendió a base de golpes.

A partir de 1522, Carlos cambió su actitud a su regreso a España, empezando a gobernar directamente desde Castilla y, aunque nunca dejó de viajar por toda Europa, manteniendo la ficción de que tenía su corte en las partes del imperio, se casó con una portuguesa y estableció su hogar familiar en la Península. La inclusión de castellanos entre sus hombres de confianza sucedió de forma natural y, en lo referido al idioma, Su Cesárea Majestad aceleró el aprendizaje del español, pese a lo cual muchos contemporáneos destacaron el marcado acento que le acompañó hasta sus últimos días de vida. Su esposa, Isabel de Portugal, tuvo buena parte de culpa de la españolización de Carlos; lo mismo que su amistad con Garcilaso de la Vega , soldado y poeta de lengua castellana.

Carlos cambió su actitud a su regreso a España, empezó a gobernar directamente desde Castilla

Un incidente con el Papa ilustra la importancia que adquirió el castellano para el monarca. Pierre de Bourdeille refiere que «estando Carlos en Roma habló delante del Papa, de los embajadores y de los cardenales bramando un tanto por arrogancia de su victoria en Túnez y La Goleta . Estaban presentes dos embajadores franceses y reconvinieron a su Cesárea Majestad por expresarse en español y no en otro idioma más inteligible. El Emperador dio la espalda a uno de esos embajadores, el del Rey galo, y se dirigió al otro, el embajador francés ante su santidad:

«Señor obispo, entiéndame si quiere; y no espere de mí otras palabras que de mi lengua española, la cual es tan noble que merece ser sabida y entendida de toda la gente cristiana. Aprender castellano se convirtió en una asignatura troncal en muchas cortes europeas. Y los hispanismos florecieron en francés como en nuestros días lo hacen los anglicismos»

¿Por qué se retiró a un pueblo de Extremadura?

A los 55 años, el Emperador, desdentado y con la apariencia de un hombre de setenta años, decidió abdicar y retirarse a Cuacos de Yuste (Extremadura) en busca de su particular refugio del guerrero y de un clima propicio para la gota. Corría el año 1555. El hombre más poderoso de Europa decidió dejar las cosas del imperio en manos de su hermano Fernando, archiduque de Austria, y «la Corona de las Españas» a su hijo Felipe.

Retrato de Carlos V sentado, por Tiziano

El 28 de septiembre de 1555, el emperador desembarcó en tierras españolas y, tras franquear la Sierra de Gredos por Garganta de la Olla , entre Tornavacas y Jarandilla, llegó a Jarandilla, donde recibió, entre otras muchas personalidades, a su amigo Francisco de Borja , III General de la Compañía de Jesús. Durante todo el trayecto, Carlos V fue transportado en una improvisada silla fabricada con un arcón.

La elección de Cuacos de Yuste respondía a la benevolencia de su clima, a la probable sugerencia de uno de sus compañeros de armas, el palentino Luis de Ávila Zúñiga , y a la ubicación de un Monasterio de la Orden de San Jerónimo . Su Majestad cesárea buscaba oír misas y mimetizarse con la tranquilidad del monasterio. La comunidad Jerónima estaba integrada por solo 38 monjes. Lejos de la imagen de austeridad que quería transmitir de puertas para fuera, el monarca se hizo acompañar de tapices flamencos y placeres nada baratos en su retiro extremeño.

En septiembre de 1558, Carlos V falleció de fiebre palúdica, causada por la picadura de un mosquito proveniente de uno de los estanques construidos por el experto en relojes e ingeniero hidrográfico Torriani que se había traslado a Yuste por encargo del monarca.

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