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Noticias del 20 de abril de 2008

Cultura

Al igual que Nick Talbot (alias Gravenhurst) o Kelley Stoltz, Cass McCombs sabe cómo tiene que desprenderse de ese uniforme de cantautor de bonita voz con guitarra y moderadas melodías para llegar a disfrazarse de indefinible músico-poeta que no atiende a formalidades. En este tercer álbum de su carrera cuaja un catálogo de ensayos previos como antes sólo había alcanzado a insinuar. El vigoroso comienzo con Lionkiller (una especie de psychobilly con ritmo industrial) es la arista de un programa que puede contener lo mismo capítulos vanguardistas con ínfulas asiáticas (Deseret) que llano y exquisito folk ácido (Full Moon or Infinity): un magnífico y variado escaparate de propósitos consumados que debe paladearse con connivencia. / JESÚS SERVÁN

LA PREVIA

Cádiz-conection

MANOLO SANTANDER deportes@lavozdigital.es