La vida de película de Ana Obregón
A veces no le daban la serie que quería, pero resulta que la gran serie era su propia vida, y ahora se va a rodar, al fin
Lunes
Ana Obregón cumplió una época de efervescencia televisiva, cuando el programa ‘Qué apostamos’. Después, reasomó desde algunas noches de fin de año, memorables, o no tanto, eso según cada cual. Los ochenta, y los noventa, incluso fueron de Ana Obregón, y resultó la musa de tantas portadas. Luego se fue subiendo y bajando a distintos proyectos, con desigual suerte, hasta reafirmarse de nuevo en ‘Ana y los siete’. En todo caso, Obregón ha sido, desde siempre, la novia de la fama misma. Algo así como un spot de su propio espíritu animoso. A veces no le daban la serie que quería, pero resulta que la gran serie era su propia vida, y ahora se va a rodar, al fin. La biografía de Obregón ha tenido muchos ratos de ficción, con lo que va a servir que los guionistas pillen directamente las escenas del natural. Ha tenido vida de película, para lo bueno, y para lo malo. Ana, así en síntesis, ha sido una chavala de mucha fantasía y una simpática de recreo que invitaba cada año a bikini a todos los reporteros de la zona, igual que Antonio Banderas convidaba a jabugo a los fotógrafos, en Marbella, si venía con Melanie Griffith . Ana Obregón nos presentaba cada año un bikini distinto, como la que presenta a un nuevo amor en la playa. Así, casi arriesgaría yo que pudieran contarse muchos más bikinis que novios, y eso que Obregón no ha resultado una popular de vivir muy quieta en un mismo hombre. En cualquier caso, Obregón nos ha dado contento durante muchos veranos, con su bikini inaugural, que resultaba doblemente inaugural. En general, inauguraba la temporada de verano, y en particular también inauguraba a la propia Obregón, porque ella igual aprovechaba la cita para explicar un romance en curso, o para saludar la soltería al sol. Obregón ha sido la jefa del posado en bikini, la novia de tantísimos veranos, y la pareja para siempre de Ramón García , Ramontxu, que la quiere desde que ambos compartían el plató como un patio con columpio. Ha pasado negras temporadas, Obregón, últimamente. Es noticia de ánimo que su vida inspire una serie.
Martes
Rueda por ahí que Malú y Albert Rivera han salido de una crisis. Pues no sé. Pues quién sabe. En esta pareja nos llegan las primicias cuando ya son reliquia. Eso, si no son primicias de cosas que nunca ocurrieron. Cuando iban a ser mamá, y papá, lo anunciaron desde sus perfiles de Instagram, con un chupete de remate. O sea, que amén, y enhorabuena. El anuncio de bebé llegó cuando la relación de Albert y Malú cumplía un año escaso, rato arriba, rato abajo, un año de casi secretismo, respecto al amor, salvo alguna foto contadísima, como la salida de Albert de un hospital, con su novia de compañía contenta, ahí de pronto en un encuadre casi de sorpresa, una foto que fue la confirmación del amor, pero diciendo sólo amor en la camiseta de la cantante, donde leímos ‘love’. Ni dijeron nada, ni tampoco hubo después más prosa. Ni después, ni antes. De modo que todo ha ido tan deprisa en esta relación que no se nos presentaron como pareja, sino como familia. Yo a Malú la conozco desde sus albores primerísismos, cuando aún estaba buscando sitio en el panorama, y quería imponer la voz propia que siempre tuvo. Lo logró enseguida. Es de familia de artistas, y sostiene en alto el linaje de brillo del parentesco. Sólo que ahora es archifamosa por la otra punta de la biografía, la propia, en lo sentimental. Sospecho que le van a venir muchas incomodidades si se obstina en el difícil vivir oculto.
Miércoles
Le conceden a Iñaki Urdangarin la libertad condicional. Quién hubiera sospechado esta frase, de titular, hace unos años. La soltería, por cierto, ya se la concedió él mismo.
Jueves
Tanto insisten en la tele con los mismos personajes de familia famosa de conflicto, que ya los veo de ficción. Tribu de plató. Fantasmas de milonga.
Viernes
De París nos llega la foto de la vuelta a la pasarela de tres históricas del oficio de modelo, en los noventa. A saber, Helena Christensen , Naomi Campbell y Cindy Crawford . Pusieron de moda la maniquí como famosa, en todo el mundo, y se forraron. Hoy ya han brincado los cincuenta, como Claudia Schiffer , o Linda Evangelista , pero ahí siguen, bajo los fotos, excepcionalmente, en medio de una tribu laboral que tiene la edad de sus hijas, en general. Helena, Naomi y Cindy son tres gracias de entre las pin-up de los noventa, o sea, que ha cumplido medio siglo cada una, y aún se atreven a la foto, o el desfile. Las guapas de oficio de ahora son todas iguales, como si ya vinieran con el photoshop incorporado. Las modelos de hoy se llevan una pasta por posar en todas las posturas, pero han convertido la belleza en rutina. Sólo difieren en el nombre, y a veces ni eso. Eva, Claudia y Elena nos han pegado el susto de ser diferentes. Aún hoy.
