La vida loca con José Luis Moreno

Trabajar a las órdenes del director es una aventura que deja un reguero de anécdotas increíbles

José Luis Moreno Gtres

Antonio Albert

Hace ya unos cuantos años de mi última visita a casa de José Luis Moreno . Con él ya había trabajado en varias ocasiones como guionista de ‘A tortas con la vida’, en Antena 3, o ‘A ver si llego’, en Tele 5, serie que no firmé tras los innumerables cambios introducidos por su costumbre de reescribir los guiones hasta hacer de ellos una fotocopia de sus famosas ‘Matrimoniadas’. Durante las grabaciones de aquella fallida serie, Moreno dio muestras de sus excentricidades : un día mandó parar todo porque quería incluir una idea que le llegó como una epifanía, la fuga de un tigre por el mercado. El productor se las vio y se las deseó para encontrar al animal y al especialista que debía supervisar la escena, mientras todo el equipo se pasaba el día con los brazos cruzados. El mismo equipo que sabía que podía ser despedido por José Luis en cualquier momento ante la mínima queja… Son míticas sus broncas por pinganillo y la furia con la que ha despedido a colaboradores en plena grabación. A Moreno le encantó que el pescadero (interpretado por Antonio Velázquez ) fuera bisexual: «Lo importante es amar a las personas. Y la belleza, claro», me confesaba cómplice.

A Moreno, rodeado de molduras de oro y grandes figuras de porcelana tanto en casa como en los estudios, le gustaba presumir de ser un esteta. Era su excusa para rodearse de gente bella. Sobre todo, hombres: Martin Mester , Rubén Sanz o el mismísimo Miguel Ángel Silvestre , que estuvo una temporada viviendo en su casa porque, según el productor, quería apoyarle por su talento y ayudarle en los inicios de su carrera.

Por aquel entonces, el castellonense ni siquiera había protagonizado ’Sin tetas no hay paraíso’, la ‘telenovela’ que le lanzó a un estrellato que hoy es internacional. Cuando Miguel Ángel dejó la mansión de Boadilla del Monte, Lydia -secretaria personal de José Luis- comunicó que ‘esa persona ya no forma parte de la casa’ a distintos cargos de la productora. La experiencia del actor con algunos productores no ha sido todo lo positiva que se podía creer: recientemente, a propósito del movimiento #Metoo, confesó que él mismo había sufrido acoso por parte de un productor que quiso besarle contra su voluntad.

Moreno puso un coche con chófer a mi disposición, acudí a la cita, comimos en la terraza frente a la piscina, y estuvimos todo el día trabajando en un proyecto que nunca vio luz: José Luis aseguraba que era un encargo del propio Silvio Berlusconi , un espacio de humor y política que repasaba las noticias del día con ayuda de Rockefeller. El muñeco era una estrella en Italia a la que supo explotar a través de un inagotable ‘merchandising’. Según el ventrílocuo, en los años de más éxito, el mismísimo presidente de la República italiana le llamaba para pedirle que Rockefeller comentara una actualidad que ayudara al Gobierno a aprobar algunas leyes . Y los ‘carabinieri’ le protegían día y noche para evitar que los fans asaltaran su hotel. Pero en Mediaset no sabían nada de aquel encargo. Es más, sus ejecutivos todavía recuerdan con asombro el día en que Moreno se presentó con dos guardaespaldas de casi dos metros, vestidos de blanco inmaculado, se sentaron flanqueando al productor mientras portaban el maletín del que iban sacando los proyectos a medida que José Luis los iba explicando a la cúpula de la cadena. No se aprobaron ninguno, solo las galas de Fin de Año y un especial de Navidad con Isabel Pantoja que le costó la amistad con la tonadillera: el ambiente de la grabación en Bilbao era tan tenso y las condiciones de trabajo, tan duras que, en un momento dado, Isabel exigió a gritos que dieran agua a los miembros de un mariachi que actuaban con ella. Aquella Nochebuena, mientras José Luis editaba el programa en los estudios de Moraleja de Enmedio, la Pantoja se presentó para supervisar la edición, pero había orden de no dejarla pasar. La cantante se quedó llorando a las puertas del estudio quejándose desesperada, «¡Todo por los mariachis! ¡Todo por los mariachis!» Paz Padilla tampoco puede guardar buenos recuerdos de aquellos especiales junto a Joaquín Prat : cuando se descubrió que los guiones eran los mismos que de siempre (cambiaba la fecha del año por que se brindaba), el director dejó de hablarle porque daba por sentado que ella había dado el chivatazo a la cadena. La presentadora no daba crédito a la actitud del productor . En televisión, sin embargo, lo que no daban crédito es al hecho de que en el mismo decorado, con los mismos artistas, se hicieran también las galas de distintas cadenas autonómicas. En aquellos programas, el único invitado que recibía ‘trato VIP’ era Martin Mester : culturista, actor porno, modelo, testaferro y mano derecha de José Luis, que disponía de camerino y al que trataban ‘como si fuera Penélope Cruz ’, relatan quienes lo vivieron.

Pero la jornada en casa de Moreno dio también para muchas confesiones: me habló de su boda en Las Vegas y de su debilidad por el poliamor, comentando que durante su luna de miel tenía a su esposa en la suite pero a su amante en otra habitación en la misma planta del hotel. Pero no le gustaba sacar a colación ni sus matrimonios ni sus hijos, de los que apenas nadie sabe nada. En la familia y en la empresa, sin embargo, sí recuerdan a una de sus mujeres, de origen griego, que vivió un tiempo en Madrid.

He de reconocer que me ha pagado siempre, aunque a varios compañeros les ha dejado un buen agujero. Cuando la empresa debía mucho a un trabajador, éste tenía dos opciones: o asumía que no cobraría nunca o aceptaba un nuevo encargo tras el que facturaba una parte que no saldaba el total de la deuda, pero al menos le permitía tener un ingreso con el que seguir tirando.

Poco después de aquella reunión, José Luis me propuso dirigir el teatro El Musical, un centro cultural en El Cabanyal para el que le diseñé la programación. Viajamos juntos a Valencia y me preguntó qué me parecía el proyecto. Las posibilidades era muchas. Y entre todas las ventajas, se me ocurrió comentarle en plan jocoso que había un gimnasio cerca y eso me permitiría entrenar como yo quería: «¿Para qué quieres ir al gimnasio?», me preguntó con cara de auténtica sorpresa. «Bueno, José Luis, para sentirme bien, para estar en forma», le contesté. Se le cambió la cara: «¡No, no, no! Tú gana mucho y págales el gimnasio a los chulos !». Esa fue la respuesta del hombre que, cuando quería contratarte para escribir una serie, siempre repetía el mismo mantra: «Va a ser un éxito, ya verás. Te vas a poder comprar una isla». Si cobrabas, claro .

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación