La siniestra historia detrás de 'la casa maldita': la residencia oficial del primer ministro japonés

Muchos políticos han preferido no vivir bajo su techo por miedo a los fantasmas

Fumio KishidaEFE

ABC

Por primera vez en casi una década, un primer ministro japonés ha decidido vivir en la residencia oficial del líder, una mansión centenaria considerada como monumento de estilo art déco construida en 1929 en pleno centro de Tokio y empañada por una siniestra historia.

Fue el pasado sábado por la tarde, cuando el primer ministro Fumio Kishida cogió las maletas y se mudó a su nueva residencia. Una casa de piedra y ladrillo de cerca de 5.200 metros cuadrados repartidos en dos pisos y un jardín. Una vivienda que se construyó con el objetivo de convertirse en la vivienda del primer ministro japonés a principios del siglo XX, sin embargo una serie de desgracias ensombrecieron su historia y pasó a ser 'la casa maldita' en la que nadie quería vivir.

La mansión se construyó cuando Tokio emergía de un devastador terremoto ocurrido en 1923 y se inspiró en el Hotel Imperial diseñado por el arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright . El hotel se inauguró el mismo día que el temblor sacudió la capital y sobrevivió al cataclismo que arrasó gran parte de la ciudad y mató a decenas de miles de personas.

Tsuyoshi Inukai

Tres años después de que terminasen las obras, en mayo de 1932, un grupo de jóvenes oficiales navales irrumpieron en la vivienda oficial y asesinaron al entonces primer ministro Tsuyoshi Inukai . En 1936, la mansión fue víctima de otro levantamiento militar contra el primer ministro Keisuke Okada , que consiguió esconderse en un armario y sobrevivió. Cinco personas murieron a tiros aquel día y un agujero de bala en la puerta principal sirve como recordatorio de la insurrección que se produjo.

Desde entonces, las historias sobrenaturales sobre la casa no han cesado. En los años 2000 y 2001, el entonces primer ministro Yoshiro Mori confesó que cada noche escuchaba pisadas de botas militares junto a su dormitorio, que le impidieron dormir durante su estancia. Y a pesar de que la casa se sometió a una renovación completada en 2005, en la que incluso un sacerdote sintoísta practicó un exorcismo para alejar los espíritus malignos que rondaban desde hacía décadas, se siguió pensando que la residencia tenía cierto magnetismo para atraer mala suerte a quienes la ocupan, lo que explicaría la escasa duración en el poder de sus inquilinos. Ejemplos de ello son Shinzo Abe, que vivió ahí tan solo 10 meses antes de renunciar al cargo en 2007 por motivos de salud. Yoshihiko Noda fue el último líder nipón en vivir allí en 2012 antes de perder las elecciones por su mala gestión tras el accidente nuclear de Fukushima.

Desde entonces, los líderes políticos han evitado mudarse a esa casa y han optado por quedarse en su residencia particular. Ha sido el caso de Shinzo Abe -quien volvió a gobernar desde 2012 hasta septiembre de 2020- y vivió en un bloque de viviendas para diputados. También Yoshihide Suga , quien estuvo un año en el poder.

Desde principios del pasado mes de octubre ostenta el cargo Fumio Kishida, quien ha decidido 'romper la maldición' y mudarse a la mansión oficial construida para el primer ministro de Japón. «Creo que he podido dormir bien», respondió esta semana a las preguntas de los periodistas. « ¿Vio algún fantasma? », le preguntaron intrigados, «No, no he visto ninguno... todavía», se limitó a decir.

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