El regreso de ABBA, el millonario grupo sueco marcado por el desamor y las drogas

El regreso de ABBA, el millonario grupo sueco marcado por el desamor y las drogas

Cómo han cambiado los componentes del grupo ABBA

Antonio Albert

En el año 2000, ABBA reconocía que había recibido una oferta de mil millones de dólares de la época para reunirse de nuevo en una gira de 100 conciertos por todo el mundo. La rechazaron sin contemplaciones. El dinero nunca había sido un problema para el grupo sueco, una máquina de generar ingresos gracias a sus 500 millones de discos vendidos, sus derechos de autor, su museo, su restaurante en Estocolmo, sus circuitos turísticos… Sin embargo, el éxito del musical ‘Mamma Mia’ y sus dos versiones cinematográficas, el récord histórico de su recopilatorio ‘ABBA Gold’ (se ha mantenido mil semanas consecutivas -19 años y tres meses- en la lista de los más vendidos en el Reino Unido), así como el 50º aniversario del grupo les ha hecho recapacitar. ABBA ha anunciado el lanzamiento de cinco nuevas canciones por primera vez en 35 años y una gira internacional, ‘The ABBA Avatar Tour’, que les llevará a todos los rincones del planeta como los mensajes de la princesa Leia llegaban a los confines de la galaxia con R2D2: a través de hologramas. María Callas y Whitney Houston ya han vivido, valga la expresión, esa experiencia musical. Los suecos, que nunca presumieron de tener buenos directos, han sido grabados desde todos los ángulos posibles y su imagen ha sido tratada digitalmente para recuperar el ‘look’ setentero que todos recordamos de unos artistas que viven ya en la setentena. Pero su éxito no fue un camino de rosas: amor, desamor, drogas, excentricidades y traiciones destruyeron a un grupo cuyo valor como marca para Suecia superaba al de empresas como Ikea o Volvo, dos buques insignia de la industria local. Ahora, el mundo está expectante ante el acontecimiento musical del siglo.

La vida de Frida

De los cuatro componentes de ABBA, Anni-Frid Lyngstad, más conocida como Frida (la morena, para que ustedes se aclaren), merece mención destacada. Fruto de un experimento nazi conocido como ‘Operación Lebensborn’ (Fuente de vida), ideada por Heinrich Himmler, que consistía en que soldados nazis engendraran bebés con noruegas rubias de ojos claros, Frida nació poco después del final de la II Guerra Mundial. Su madre fue acusada de traición, emigró a Suecia y falleció de manera prematura. Criada por su abuela y pasando penurias económicas, Frida nunca imaginó que acabaría recibiendo el tratamiento de Alteza Serenísima Princesa Anni-Frid Reuss, condesa de Plauen, que viviría en una lujosa mansión en la exclusiva estación de esquí de Zermatt y que sería una de las grandes fortunas de Suiza, con más de 250 millones de euros en su cuenta corriente. Su primer marido, con quien tuvo dos hijos, fue un cantante de jazz y el último, el príncipe Heinrich Ruzzo Reuss von Plauen.

Benny Andersson y Björn Ulvaeus GTRES

Entre ambos, se casó con el hombre con el que se hizo millonaria: Benny Andersson. Este sacudía su melena al frente de The Hep Stars, una banda de rock que causó furor en la Suecia de los 60. Era el más famoso de los cuatro. Ya era padre a los 16 años: Peter fue el primero de la parejita. A los 18 tuvo a su hija Heléne. El destino parecía jugar con Benny y Frida: coincidieron en dos festivales y una tercera vez, como miembros del jurado de un programa de radio. El roce en directo hizo el cariño. Luego, su romance se fue forjando concierto a concierto, hasta que Frida y Andersson se casaron en 1978, cuando la fama ya era en parte una catapulta, en parte una losa. El matrimonio apenas duró dos años. Benny volvió a casarse, esta vez con una presentadora de televisión, y fue padre por tercera vez.

Ruptura traumática

Björn Ulvaeus tenía 23 años cuando lideraba los Hootenanny Singers. Agnetha Fältskog, que por entonces tenía 18, se sumó al grupo, pero todos la recibieron de uñas. Cuando se descubrió que ambos se hacían ojitos, los compañeros de la banda presagiaron el famoso ‘síndrome Yoko Ono’ y la invitaron a marcharse. Al final, Björn y Agnetha se enamoraron y rompieron con la banda, como todos se temían desde que llegó la cantante. Se casaron en 1971, tuvieron dos hijos y una ruptura traumática: él estrenó novia al cabo de una semana y ella necesitó ayuda psicológica.

No debió funcionar muy bien la terapia porque la cantante mantuvo una relación con un camionero que llevaba años acosándola con mensajes y visitas intempestivas. En 1999, tras dos años de ruta y amor, Agnetha pidió una orden de alejamiento.

El sueño, y la pesadilla, comenzó cuando ambas parejas coincidieron en un festival folk y decidieron unir fuerzas para debutar como grupo en 1970 frente a los soldados suecos desplazados en Chipre en una misión de la ONU. En su primera gira, Agnetha fue sustituida por una amiga porque acababa de dar a luz y prefirió quedarse en casa al cuidado del bebé. La amiga movía los labios haciendo playback pero nadie se dio cuenta del cambiazo. También es verdad que nadie los conocía antes de ganar Eurovisión en 1974 con ‘Waterloo’.

Llegó el éxito, pero las dos parejas seguían quedando los domingos en el municipio sueco de Vallentuna a comer pizza en casa, alternando las visitas cada fin de semana. Por entonces no imaginaban que estaban a punto de convertirse en los cantantes más ricos del mundo.

Gracias a una vecina que les pidió escribir en una tarjeta los gustos de cada uno de ellos, sabemos que a Björn le gustan las rosas, los perros, los vaqueros y la barbacoa. A Frida, el arte moderno y la música de Stevie Wonder. Agnetha reconoció su debilidad por los chicos, su pasión por la natación, la comida china y las canciones de los Beach Boys y Benny es fanático del arte en general y se declara fan de Jack Nicholson, Liv Ullmann, Los Beatles… Y la leche. No sabemos si entera o desnatada, a tanto no llegó el cuestionario que recogió el diario argentino ‘La Nación’.

La otra cara de la fama

Mientras ABBA vivía situaciones de cuento de hadas (estrenaron‘Dancing queen’ en la boda del rey Gustavo VXI con Silvia Sommerlath, a quien estaba dedicada la canción), las personas que componían el grupo lidiaban con sus traumas personales. De los cuatro, Agnetha fue posiblemente la que salió peor parada. Tras el final del grupo, en 1982, la cantante cayó en el alcoholismo y el consumo habitual de drogas, desarrollando además distintas fobias, como viajar en avión, miedo escénico o pánico a mezclarse con otras personas en lugares cerrados. Un accidente de tráfico, el suicidio de su madre y su creciente agorafobia la llevaron a aislarse del mundo. El alcohol también hizo mella en Benny, quien reconoció que le costó casi 20 años librarse de su afición.

Con las heridas cicatrizadas, ABBA regresa cuando, en realidad, nunca se habían ido de nuestras vidas.

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