Malú: «Soy una madre terriblemente pesada y esto de conciliar es una locura»

'Mil batallas' es el nuevo disco con el que la cantante vuelve a la acción tras su maternidad y su lesión

Malú Ignacio Gil

Nacho Serrano

En 2019 una lesión dejó a Malú fuera de juego en el peor momento, estando en plena gira de presentación de su disco 'Oxígeno'. Tuvo que someterse a varias operaciones que le obligaron a tomar reposo y justo después llegó la pandemia, con más descanso forzoso. Además ha sido madre y durante este último año y pico ha dedicado casi el cien por cien de su tiempo a otra personita. Por eso, ahora que vuelve a la acción con su nuevo álbum 'Mil batallas' está con el cuchillo en la boca. «¡Necesito escenario y rock'n'roll!», dice apretando los puños.

Parece un disco autobiográfico a tope, ¿cuántas canciones son de su puño y letra, y cuántas de otros compositores?

Hay un poco de todo, algunas son coescritas y otras son de otros autores. Cuando me llegan canciones de otros compositores, me gusta escucharlas sin saber quiénes son, para no condicionarme. Lo que busco son grandes canciones, sin importar de quién vengan.

Comienza el disco con ‘Abran fuego’, que viene ser una especie de «a quién le importa lo que yo haga, a quién le importa lo que yo diga».

Habla de la exposición constante a los disparos de la gente en las redes sociales. Todos estamos expuestos a esos balazos, sometidos a juicio público.

El videoclip de ‘Secreto a voces', que recrea precisamente un juicio, va por la misma línea. Y da la sensación de que todo el disco habla de liberarse del qué dirán.

Habla de la libertad de amar a quien quieras, de ser como quieras, de vivir como quieras sin verte juzgado. Sí, el disco tiene un poco ese hilo argumental.

En ‘Deshielo’ canta la palabra ‘puta’. El uso de palabrotas casi siempre genera dudas en el proceso de composición, es algo que le pasa incluso a los más grandes.

Es verdad que no es lo más recomendable ahora mismo, porque te acaban censurando. Me pidieron que cambiara ‘puta’ por ‘pura’. Pero no lo podía cambiar, porque cuando una relación se deshiela, es una putada. No una pureza (risas). Me han dicho que me lo van a censurar en la radio, ¡pues que me lo censuren! Esto también forma parte de lo liberarse de complejos.

Volviendo a lo de autobiográfico, ‘Suiza’ parece que habla sobre las primeras citas de una pareja que no puede dejarse ver en publico, y que finalmente construye su propio refugio.

‘Suiza’ es un terreno neutral donde puedes ser tú, donde te quitas las armaduras y las caretas. Como yo digo, es donde te quitas las veintisiete barreras que nos ponemos por delante. Es donde puedes ser tú mismo.

‘Mil batallas’ es el nombre de la canción que da título al disco. ¿La más difíciles son siempre las que se libran contra una misma?

Es la batalla entre las dos Malús. La tímida y vergonzosa, la que no quería llamar la atención pero se expuso a entrevistas, escenarios, platós, y acabó dejando paso a la otra Malú. Durante mucho tiempo solo ha existido esa Malú, la dominante, y la otra estaba escondidita. La dominante le ha estado diciendo ‘quita, quita, que solo me pones trabas’. La dominante es la exigente, la destructiva por ser tan exigente. Y en esta última etapa ha habido una unión muy bonita entre las dos. La lesión fue horrible e hizo que no le viera sentido a nada. Pero empecé a sentir cosas que no sentía desde los dieciséis años, porque desde entonces siempre he estado trabajando. Este tiempo me ha permitido sacar a la Malú escondidita, para que la presión de la otra no me matara.

¿Cree que la gente valora esa condena que sufrís los artistas?

Bueno, nosotros siempre vamos con mucha gente detrás que también da su vida por este trabajo.

Pero la responsabilidad individual no tiene nada que ver.

Claro, ellos se pueden poner malos un día, y yo no. Si no se viene todo abajo. Eso hace que el artista obligue a la persona a perderse muchas cosas por el camino para estar siempre bien y perfecta. Pero llega un momento en el que dices, ‘por favor, ya, ya está bien’. Cuando me hablen de conciertos, quiero pensar en disfrutar, no en un drama. Para llegar a ese punto, esta última etapa de mi vida ha sido fundamental.

¿Es verdad que lleva quince meses sin dormir más de cuatro horas seguidas?

Los padres nos acabamos convirtiendo en superhéroes y superheroínas. Como madre terriblemente pesada, me considero así. ¡Esto de conciliar es una locura! Yo quiero estar encima de todo, estar con ella, educarla… quiero llevarla a la guardería y a la vez estar en mi trabajo, un poco locura todo. No quedan horas del día. Después de una jornada interminable, a veces me dan ganas de retrasar el reloj una hora en plan ‘¿puedo hacer esto para irme al parque con mi niña, que es lo que más le gusta?’. Luego por la noche es una tortura (risas). Pero no hay inspiración ni amor ni más puro que el de un hijo. La conciliación se convierte en algo difícil, pero no hay nada más bello que no dormir para estar con tu hijo.

No se quiere perder ni un momento.

Exacto. No le dejamos tener pantallas, porque es muy pequeñita y no hay necesidad, y solamente le dejamos usarlas para una cosa: hablar por FaceTime con nosotros cuando tenemos mucho trabajo.

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