Loles León: «No quiero novio, prefiero divertirme conmigo misma»

Si quieren pasar una noche con Loles León (71 años), lo tienen fácil: sólo tienen que ir al Teatro La Latina y descubrirla en una función creada por Juan Luis Iborra entre recuerdos, fantasía, canciones, coreografías con plumas y ‘brilli brilli’ al más puro estilo cabaret, la especialidad de la casa. Porque en ‘Una noche con Ella’ viajamos a la Barceloneta, a la churrería familiar, a la movida madrileña, incluso a Hollywood, salpicando las anécdotas de verdades y mentiras que hacen cómplice al espectador: «Lo que hago es enredar, me gusta mucho porque soy muy juguetona». Loles se sube a los escenarios mientras rueda una película a las órdenes de Santiago Segura, graba ‘Tu cara me suena’ -el programa que le ha permitido cumplir un sueño, ‘convertirme en Rocío Dúrcal o Sara Montiel , que eran dos de las grandes’- y se prepara para la nueva temporada de ‘La que se avecina’. ¿De dónde saca tanta energía? Tiene su secreto: «Concentración. Yo me digo, ‘Loles, mentalízate, tranquila, ya que queda menos. Y tiro adelante». Lo lleva haciendo toda la vida: «Yo soy la misma de siempre. No cambio fuera o dentro de un plató. Soy yo, una superviviente. Sé que todo depende de mi esfuerzo y de mi entusiasmo».

Cuando le proponemos que se presente, por ejemplo, a unos extraterrestres para saber cómo se definiría, Loles nos sorprende con una confesión muy de ‘Cuarto Milenio’: «Estaría encantada porque desde pequeña he soñado con la llegada de los alienígenas. ¡Si yo lo pedía por las noches! ‘Ay, por favor que venga una nave espacial y aparque aquí en la playa, así bajo corriendo para ser la primera en subirme.’ Y que ellos me llevaran a ver la galaxia y me rebautizaran con un nombre estelar, algo así como Lola Lunar…».

Para que se hagan una idea, Loles, cuando se hartaba de su familia, les espetaba con rabia un ‘¡Como baje la nave, allá que me voy!’. Hasta en eso era yo muy moderna. Y es que, gracias a sus amigas, cuyo padre tenía un quiosco de prensa, disfrutaba leyendo todas las revistas, incluso las de ciencia, y ya tenía la cabeza llena de ideas.

Apasionada por su profesión, no llegó a ella por mitomanía: «He tenido referentes, claro, pero siempre he querido ser yo. No me gusta eso de los mitos porque no te deja disfrutar del resto, aunque entiendo que yo haya podido serlo para otros, represento algo que a mucha gente le hubiera gustado ser». Eso explica sus aventuras en Hollywood, que vivió con una naturalidad apabullante: «Íbamos todas muy seguras. Es más, veíamos a las estrellas de allí tan catetas y pasaditas de moda... Nosotras íbamos de Sybilla , de Manuel Piña o Joaquín Blanco , que me hizo un vestido de silicona desde la peluca hasta los pies. Nos fotografiaban como si fuéramos ‘souvenirs’. En casa de Jane Fonda , que nos preparó la cena, yo las veía llegar a todas y me decía, ‘¡pero si estoy mejor que ésta!’ Sin duda, ‘la tía Jane’ fue la mejor. Me agarró del brazo y no me soltó hasta la despedida, cuando les dijo a todos, ‘cuidádmela, que es la más frágil’. Y los demás se rieron. Pero ella es una mujer muy intuitiva. Y tenía razón. Yo doy la impresión de ser muy potente, pero no es verdad. Me caló a la primera. Eso sí, mientras, en España nos llamaban demenciales».

Más que romántica o sexual, Loles se considera ‘una mujer de impulsos’: «Yo soy de flechazo. Si me hace tilín, ya está. El amor viene después». Y aprovecha este tema para negar unos titulares que hablaban de su cirugía de vagina: «Es que no es verdad. Hay un láser que usan las pacientes de cáncer de mama, porque todo el aparato reproductor queda muy afectado con la quimio, y este tratamiento ayuda a hidratar. Nada más. Mi ginecóloca me lo recomendó porque todo se endurece con la edad y sin relaciones, y eso provoca endometrosis, por ejemplo. Vamos, que es algo serio. Pero decir que me he operado la vagina vende más que decir que me he hecho un tratamiento de láser. También fui la primera en decir que tenía la menopausia y que había que cuidarse. La salud de la vagina no puede ser un tema tabú. O como cuando se me cayó el pelo, lo conté, y Raffaella me llevó al Vaticano para solucionarlo. ¡Se tienen que normalizar tantas cosas!». Loles lo aclara porque nunca ha tenido reparos en hablar de sus cirugías, «desde que empecé con la papada hasta que me llevó Mercedes Milá a su programa». Ella siempre ha tenida claras su prioridades: «Si vas a ser más feliz con unos retoques, ahorra y págatelos. ¿para qué atormentarse con algo que te amarga la vida? Hay que tomar decisiones». Así fue como dejó de fumar para subir tonos y cantar en el Teatro de la Zarzuela: «Entre fumar o subirme a un escenario, lo tengo claro. El que quiere, algo le cuesta».

Madre soltera y abuela feliz, Loles reconoce que esta etapa de la vida es maravillosa: «A mí ser madre me pilló joven . Fue difícil porque yo era mamá, artista, trabajadora, hija, hermana, amiga, cabeza de familia… Estaba sola y tenía que encontrar un camino para mi hijo. En aquella época era duro y no pude disfrutar de la maternidad. Ahora, sin embargo, puedo ser abuela sin la responsabilidad de criarlos o de educarlos, solo de disfrutarlos. Yo soy abuela a tiempos. Y mi nieto sabe que la que manda soy yo. Pero me encanta». Lo único que le ha negado la vida es un teatro, «como Lina Morgan », y un ático en Madrid: «Son mis sueños incumplidos». ¿Más que uno novio?, le preguntamos: «Si quisiera un novio lo tendría, pero no quiero. Prefiero divertirme conmigo misma, no quiero ‘meneos’. Otra cosa es encontrar a alguien con quien compartir momentos, cenas, charlas, risas, ir a bailar…. Pero nada de pareja. A mí me gusta mucho mi vida, la disfruto y no quiero a un hombre que esté ahí, entorpeciendo. No tengo edad para estar pendiente de nadie».