Josemi Rodríguez-Sieiro - Lo que me apetece

Historia de un fracaso

Tal vez el ex-duque piensa que este paso es una salida o incluso una venganza, por creerse intocable, sin darse cuenta que nadie se libra de la ley

Josemi Rodríguez-Sieiro

En este caso no me apetece, pero dicen que la actualidad manda.

Sin duda la noticia de la semana ha sido las fotografías de Iñaki Urdangarín y una desconocida acompañante, amarraditos los dos, paseando a la orilla del mar de una playa que, en principio, se informó y situó como la de Bidart y que luego resultó ser la de Hossegor, siempre animada de gente, de restaurantes y con el espectáculo garantizado de los surfistas y de las enormes olas. Famosa también por la degustación del foie de las Landas.

Descubierta la identidad de la misteriosa mujer, como una simple empleada del bufete de abogados donde ambos trabajan, casada y con hijos, se ha convertido en una persona que, posiblemente y con presunta intención da un giro a su vida, seguramente sencilla, pero aburrida y pueblerina, provocando una sonada crisis matrimonial, compartida por el retirado deportista, a causa de haberse casado con una Infanta de España y tener unos hijos que, por ser hijos de su madre, reciben el tratamiento de Excelentísimos Señores.

Si yo tuviera que poner un enunciado a este triste episodio para los protagonistas, lo titularía 'Historia de un fracaso'. Y añadiría que las formas hay que guardarlas ante una situación semejante.

De aquel paseo en Rolls por Barcelona a la salida de la Catedral y con la multitud aplaudiendo hasta el momento actual, pasando por el lamentable espectáculo de la comparecencia ante la Justicia y la entrada en prisión, hay toda una meditación. Tal vez el ex duque piensa que este paso es una salida o incluso una venganza, por creerse intocable, sin darse cuenta que nadie se libra de la ley.

En la decisión de Hossegor se ha equivocado de nuevo. Ha utilizado a un fotógrafo para poner punto final a una situación que le perseguirá de por vida. Sin hablar de la falta de respeto hacia quien le ha apoyado públicamente que, sin duda alguna, siempre lo ha hecho por amor, y hacia sus hijos, que, o han tenido que ocultarse o han tenido que atender a los medios de comunicación con educación, «porque esas cosas pasan y se valorarán en familia». Si eres valiente en la vida, hay que serlo ante todas las circunstancias. Buscar un pretexto, las fotos, es dañar a la persona con quien has compartido alegrías y penas. La cobardía y la venganza son unas aliadas peligrosas. En este caso la balanza parece negativa.

Y después llega el comunicado, escueto y sin mayor explicación. Sobran la mención sobre los hijos. Eso se da por descontado. No es la separación o el divorcio de una popular cualquiera.

En esta historia siempre surgen personas interesadas en tener voz, con un momento de gloria y protagonismo, en las televisiones.

Son los falsos amigos y familiares, a los que casi nunca han tratado y con los que no mantienen prácticamente relación, por no hablar de los vecinos que ni siquiera conocen. Las descendientes de un hijo bastardo o extramatrimonial, como gusta decir ahora, del Rey Alfonso XIII cobran en este caso un indigno protagonismo, solo por haberse visto a la entrada de un colegio o durante el desfile de un carnaval, por lo que les da 'derecho' a participar del espectáculo, incluso una de ellas sentada con una pierna en Vitoria y la otra en Lisboa. Todo un espectáculo… para echarse a llorar. Dice el refranero que lo que mal empieza, mal acaba.

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