Josemi Rodríguez-Sieiro - Lo que me apetece

Adiós a los veranos de mi juventud

Hoy no tienen cabida. De la tranquilidad se ha pasado a una actividad desmedida

Juan Carlos Soler

Josemi Rodríguez-Sieiro

Cada año se regresa antes del veraneo. Mi conclusión es que hay una sociedad al que el verano le aburre, porque siempre coinciden con los mismos, muchos de los cuales son sus amistades habituales. Una señora amiga mía me dijo que ella regresaba a Madrid, desde Marbella , cuando ya había agotado los modelos que se había comprado y que no estaba dispuesta a repetir. Este año ha vuelto antes de lo que yo pensaba, por lo cual deduzco que, como la situación tanto económica como social está como está, ha invertido menos en vestuario.

Las tiendas de segunda mano están haciendo una gran labor entre las señoras de todas las edades, porque adquieren las cosas a un precio mucho más bajo. Una persona me propuso hacer la publicidad de un negocio así y le contesté que no haría el efecto deseado, sino todo lo contrario. Los motivos son fáciles de adivinar.

Pero eso si… todos han jugado al golf, al paddle y los más elegantes al cróquet. Como me dijo mi amiga Mamen se juega sin despeinarse, sin sudar y guardando siempre la debida concentración para practicarlo con éxito. Y eso mismo van a seguir haciéndolo a lo largo del año en sus clubs o, en algunos casos, en sus fincas. Voy a proponer, como patrono de la Fundación Cascajares, mi deseo de crear un trofeo para estos deportistas que en muy poco tiempo han hecho tanto por el entretenimiento.

Hay personas que, acercándose las últimas fechas del mes de agosto, explotan con cierto nerviosismo y se convierten en una máquina expendedora de crear problemas, sin importancia, pero que exasperan a los perjudicados que, por cualquier pretexto, montan un lío que a unos divierte y a otros llenan de cólera. Cuando estas cosas se adivinan que puedan llegar a ocurrir, lo más apropiado es quitarse de en medio, aduciendo unos días en el campo, un viaje inesperado o la vigilancia de una obra en la casa en la que viven el resto del año.

En este supuesto tienen mucha práctica los que han veraneado en periodos de cinco días, que son solo tres noches, en diferentes lugares del suelo patrio o en el cercano Biarritz o en el último grito recurrente, Oporto, que ni es, ni ha sido nunca un lugar de veraneo.

Los veraneos largos, de casi tres meses, de mi juventud hoy no tienen cabida. De la tranquilidad se ha pasado a una actividad social desmedida. Las cenas se suceden de norte a sur del país. Algunas personas las fijan con anterioridad, para que no les roben la fecha. En algunos lugares se organizan aperitivos o almuerzos y no solo cenas. Este año con la particularidad de las limitaciones de comensales.

Yo solo he podido convidar a sesenta amigos, que son las treinta invitaciones que he devuelto. Ni una más, porque no he encontrado fechas libres. Y sé que a muchos les ha pasado lo mismo. Alguna persona ha repetido, sencillamente porque detesto que se sienten en las mesas números impares. Esto, aunque parezca que no, me provoca cierto cansancio e indudable responsabilidad ante la incertidumbre del resultado final. Añoro los tiempos de Palma, con la garantía de Miguel Arias, en los que de una atacada, cumplía con un centenar de personas, más los que lograban colarse, algunos de los cuales ya los he llegado a considerar hasta talismanes. Esto lo aprendí de Jean Louis Mathieu, cuando se presentaban en sus recepciones un grupo de señoras, que comían opíparamente con indudable felicidad y enorme descaro.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación