El ex de Jennifer Lopez se cabrea

Resulta que Ben Affleck es otro ex de la cantante, solo que ex del pasado remoto, con el que igual tiene futuro urgente

Ben Affleck y Jennifer Lopez GTRES
Ángel Antonio Herrera

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Lunes

Se ha cabreado Alex Rodríguez , el ex recientísimo de Jennifer Lopez , porque la cantante viaja de asueto con el actor Ben Affleck. Resulta que Affleck es otro ex de Jennifer, solo que ex del pasado remoto, con el que igual tiene futuro urgente. En Madrid no te cruzas con el ex, según lema inolvidable de Ayuso, pero en Hollywood sí, porque Hollywood es Instagram. Este cabreo o mosqueo de Rodríguez es la novedad internacional de la semana, que es como decir que la novedad internacional de la semana es la alegría de Jennifer, con Affleck de escolta. Affleck, por cierto, salía hasta muy poco con Ana de Armas, la joven española que se fue a hacer las Américas, y en eso sigue. Yo he conocido, en Madrid, hace unos años, a Jennifer Lopez. Vino a algún tinglado promocional, pero trasnochó sin reproche con algunos que allí estuvimos congregados, más su troupe íntima. La vi radiante de rostro, y opulenta de cadera, como las mulatas clásicas, como esa Jennifer Lopez de morbo, que de vez en cuando se filtra en la red. Molaba, a pesar de no ser la guapa de las portadas, o precisamente por eso. Las cronistas envidiosillas, durante aquellos días, la adornaron de gorda, pero se buscaban una foto con ella, y en los medios elogiaban, eso sí, el dermopulido de la cantante, algo así como un exquisito tratamiento milagroso que le mantenía una piel única. Yo no entiendo de dermopulidos, y lo que vi era una mujer de tirón, con color de cruasán, una versión de valquiria criada bajo palmeras. Sostuve unas horas por allí, de tuteo con la estrella, y sus gentes, hasta deshoras de un local del norte de Madrid, donde había desembarcado con su marido, Marc Anthony , que bebía cañas como un barrabás. Ya a deshoras, llegó a acudir por el local David Beckham, entonces pelotero de mechas del Madrid. Y así vi yo que la pareja de la noche eran David y Jennifer, por guapos y planetarios, algo así como un spot imbatible de la fama. Se cuidaron mucho de que nadie les hiciera una foto juntos. Parece que con Ben Affleck no existen estas cautelas.

Martes

El caso Rocío Carrasco empieza cada día.

Diego El Cigala

bocatas urgentes. A menudo se hace fotos con la melena deshecha y mesiánica, más una mano en el pecho, como ciñéndose el rebelde corazón flamenco, que un día acabará saliéndosele del sitio, pero que de momento sigue ahí, en vilo, llorando tangos o bulerías como ninguno, o como quizá sólo lo hizo Camaron. Cuando vivía aquí, salíamos a veces a cenar, y antes y después del solomillo que no probaba me iba desgranando letras con su voz de oro apenado. Yo creo que en los restaurantes de vitola pija dudaron mucho entre contratarnos de animación para los días festivos o ponernos directamente en la santa calle. Luego, ya de copas, me daba en un arranque su ley de artista antimoda: «Yo no quiero ni pasata ni fama, Herrera, tronco. Yo lo que quiero es perdurar». Ha grabado un álbum en el Teatro Real. Uno de los más altos templos musicales recibía así a un apache jondo, a un gitano impar, a un orfebre raro, a un tipo indómito que entrenaba la voz, de muy mañana, por las orillas de los ríos del monte donde vivió, a una hora de Madrid, casi en Mesopotamia, como le decía Enrique Morente. Dice Diego que él escucha a Mozart porque ahí se aprende más flamenco que en los trabajos de moda del género. Daba pregones municipales de buen vecino, siempre que estuviera a su lado Josele, con una guitarra amante. Dejó herida de admiración a Alicia Keys, cantándole al oído, en un rincón de ‘Candela’, esa guarida de genios, en Lavapiés. Ha cuajado un álbum de boleros eternos, acompañado por Bebo Valdés , que es el picasso de los pianistas. Se fue a Málaga a encontrar a un jardinero que cantaba como nadie. Le compra a su hijo trajes como los suyos. Se cuida ahora como un atleta, después de probar muchos venenos. Por el Rastro, donde nació, le añoran como al fuego.

Jueves

Letizia, reina, cumple tan resueltamente que ha dejado de ser tema chollo para el colorín.

Viernes

Pablo Iglesias se ha cortado la melena, y la foto sin coleta es la foto del momento, con lo que Iglesias se acredita de famoso para siempre. Si vas a la peluquería y sales en los papeles, estás a un soplo de ceder tu estampa al folclore, crucigramas incluidos. Yo no sé si con este cromo Pablo piensa borrar al Iglesias político, o si piensa acreditar al Pablo particular. Truman Capote lo dijo para siempre, con frivolidad casi homicida: «Un modo de arreglarlo todo es irse a la peluquería».

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