Eva Isanta: «Soy una bailonga y canto en los karaokes»

La actriz muestra su lado más gamberro en ‘The Hole X’ y descubre para ABC su faceta más solidaria en Kenia

Eva Isanta Javier Mantrana

Antonio Albert

Si tuviera que presentarse ante unos desconocidos, Eva Isanta (50 años) tiene claro lo que les diría: «Soy persona, mujer, madre, actriz, femenino, singular. Por ese orden». También es aventurera, lo mismo hace buceo que se lanza en paracaídas: «Pero aún me quedan muchas cosas por hacer, tengo que montar en globo, visitar los cenotes...». Su lista de sueños es larga, aunque gracias a ‘The Hole X’ ha podido cumplir el de bailar, cantar y volar sobre un escenario al convertirse en maestra de ceremonias, un trabajo para el que se ha preparado durante meses. «Reconozco que soy bailonga y canto en los karaokes, pero me daba miedo enfrentarme a este reto. Yo no tengo formación, con toda la humildad posible me puse a estudiar». Ha descubierto técnicas para colocar la voz y sigue los consejos de Alex O’Dogherty para aprender a desarrollar un ‘oído para el público’, para saber a quién subir al escenario: «No me gusta que la gente lo pase mal, lo que busco es la energía de quien quiere ser protagonista y va a darlo todo». En un espectáculo provocador en el que puede pasar cualquier cosa y en el que se siente liberada: «Aquí todo está permitido, ‘carpe diem’. Hemos descubierto de golpe que todo se puede ir a la mierda en un minuto y hay que vivir». Es una lección que Eva aplica en su día a día: «Hay que disfrutar de lo real y no de lo virtual, sobre todo en estos tiempos en los que parecemos más pendientes de hacer una foto que de sentir la experiencia que estamos retratando. A mí me gusta centrarme en el ahora».

Eva es más de hacer que de mirar lo que hacen otros. Lo asume después de su experiencia como jurado en ‘Got Talent’: «No he nacido para eso. Me gusta más meterme en la piel de personajes en la ficción que ser yo misma desde la realidad. En un ‘reality’ tienes que ser muy tú... Me costó aprender a decir no. Y mucha gente no es consciente de que no tiene talento». Eva ha demostrado el suyo en los mil y un giros que le ha dado a ‘La Cuqui’, en ‘La que se avecina’: «Le ha pasado de todo. Convivíamos mucho con los guionistas y les contábamos anécdotas personales que luego añadían a las tramas, así que algo de nosotros hay en esos locos». Si pudiera elegir un personaje se quedaría con Lady Macbeth . «Está lejos de lo que soy yo. Ella es una gran manipuladora, una malvada de naturaleza oscura, tiene una esencia muy turbia. Y a mí me gusta mucho investigar la esencia del mal. El mal forma parte de nosotros y tenemos que asumir que hay gente realmente mala. Yo creo en la esencia de las personas, pero también en la decisión de cada uno».

Tras 20 años en pareja, Eva se encuentra ‘en barbecho’: «He estado siempre con actores y creo que ahora es más interesante encontrar a alguien que sea de fuera del mundillo, porque los actores somos muy narcisistas y muy ególatras, siempre hablamos de nuestro trabajo, como si se nos fuera la vida en cada proyecto. Me parece que equilibra encontrar a alguien que tenga otra perspectiva».

Viaje a Turkana

«Tenemos que ayudarnos los unos a los otros. Y si es en proyectos concretos, mejor», explica la actriz. «Es lo que me gusta de Idea Libre, una ONG en la que participa la actriz Sandra Blázquez . Llegó de vacaciones a Turkana, en Kenia, y descubrió que no había colegios, que era una aldea de parias en medio de la nada donde las mujeres hacían lo que podían vendiendo chaco, carbón vegetal». Se quedaron, construyeron un pozo de agua y luego, un colegio en el que daban comida a los niños. «Siempre he creído que la educación nos iguala y con el conocimiento se puede soñar con hacer otras cosas», asegura la actriz que, como buena Géminis, es terrenal y confía en el arte para elevarse. «Ahora los niños turkanos pueden aspirar a ser médicos, profesores...». Fue el caso de Mary, la actual directora, que fue una de las primeras estudiantes. «Por eso decidí visitarlo junto con mi hijo, Álex (entonces tenía 16 años). Él daba clases de fútbol, lo miraban como si fuera Ronaldo, y yo les daba clases de interpretación. Gracias a mi experiencia en ‘Jugando a actuar’, un curso que di para familias desestructuradas, sé cómo lograr que los jóvenes expresen las emociones a través del teatro. Da igual el idioma, porque lo que habla es el cuerpo. Y ellos tienen el ritmo dentro». La experiencia la marcó tanto como a su hijo: «Tienes que aprender a usar sus referencias, no las tuyas. Debes hablarles del sol, de la tierra, del agua, de un león. Es un viaje a lo más puro». A la vuelta, Álex fue consciente de lo privilegiados que somos : «Mira que nuestra casa es sencilla y, sin embargo, de pronto le parecía un palacio».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación