Enrique Ponce y Ana Soria ni crisis sentimental, ni gira americana

Aunque saben que son muchos los que hacen apuestas sobre la continuidad de su noviazgo, ellos se intentan mantener al margen

Enrique Ponce y Ana Soria Gtres
Saúl Ortiz

Saúl Ortiz

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Enrique Ponce y Ana Soria están siendo víctimas de una serpiente de verano en pleno invierno. Hacen frente a especulaciones que advierten que la pareja está atravesando fuertes turbulencias. Aseguran que las discusiones son continuas y que la ruptura es una cruda realidad que ninguno de los protagonistas se atreve a confirmar por miedo o temor al qué dirán. Tiran a dar, conscientes de que el torero y la estudiante hace mucho que tomaron la decisión de alejarse del mundanal ruido. Borraron sus perfiles en las redes sociales y apenas tienen presencia mediática. No la buscan pero tampoco la necesitan. Están juntos y convencidos de que su amor no es flor de un día.

Relación estable

Aunque saben que son muchos los que hacen apuestas sobre la continuidad de su noviazgo, ellos se intentan mantener al margen. No conceden licencias ante las preguntas de los periodistas y se niegan a conceder entrevistas, pues han llegado a la conclusión de que los desmentidos tienen fecha de caducidad. Uno y otra creen que el esfuerzo es baldío y callan pero no otorgan. En este sentido, fuentes de toda solvencia aclaran a ABC que, en efecto, no hay crisis ni ruptura y sostienen que las informaciones son filtraciones interesadas, cantos de sirenas que llegan del pasado.

Non grata

Las mismas voces aseguran que, en contra de lo publicado, Ponce tampoco tiene intención de hacer, por el momento una gira americana. No es cierto que vaya a torear próximamente en Mexico y mucho menos que haya aceptado una propuesta de semejante envergadura para estar lejos de Ana. La joven ha demostrado una gran cintura al soportar embistes que no siempre han sido ajenos. Además de los cacareados comentarios sobre la verdadera naturaleza de sus sentimientos, asume con elegancia torera las imposiciones de terceros y colabora en que, por ejemplo, la relación de Ponce con sus hijas sea fluida y extraordinaria, aunque se vea obligada a no participar de los planes en familia que transcurren casi siempre en terrenos en los su presencia sigue pareciendo non grata. Dos años de relación y una personalidad amigable siguen sin ser suficientes para quien la sigue esquivando.

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