Carolina de Mónaco, el bastón de la familia

La princesa cumple 65 años convertida en una superabuela y en el apoyo de su hermano ante la ausencia de su esposa

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A sus 65 años, la princesa Carolina de Mónaco se ha convertido en la abuela protectora de una familia siempre envuelta en una inexplicable maraña de líos que van del rosa pasión al negro azabache. Líos que comienzan en la soledad aparente de su lecho de esposa que se niega a separarse, desde hace una larga década, de un marido más que casquivano: Ernesto de Hannover.

Se casó con él tras dos matrimonios anteriores y un número impreciso de relaciones amorosas, que van desde el tenista Guillermo Vilas al actor Vincent Lindon. Madre de cuatro hijos de sus tres matrimonios, Carolina rompió con el jefe de la casa de Hannover como consecuencia de un largo rosario de escándalos. Dado al alcohol, incontrolable cuando se emborracha, Ernesto de Hannover terminó abandonando a su esposa para iniciar un interminable rosario de relaciones, aventuras, desastres y peleas que la princesa sigue de forma distante pero firme: se niega a concederle el divorcio para evitar que vuelva a tener hijos reconocidos oficialmente.

Una superabuela

La edad y esas tribulaciones culminaron con la aparición de las primeras canas, que la princesa luce con el talento y la gracia de su personalidad.

Perdido el rango sucesorio en beneficio de su hermano, el príncipe Alberto II, Carolina debe asumir, hoy, funciones oficiales y oficiosas muy delicadas. Ante el incierto estado de salud de la esposa de su hermano, la princesa Charlene, Carolina debe apoyar al príncipe Alberto en la gestión de los negocios públicos, al tiempo que prestarle un indispensable apoyo moral en tiempos de graves incertidumbres.

Pero sobre todo está muy pendientede la vida de sus nietos y cuatro hijos, Alexandra de Hannover , Carlota, Andrea y Pierre Casiraghi. No todo son alegrías. También hay conflictos, crisis y tensiones, que ella intenta aliviar con guante de seda y mano de hierro. Alexandra ha aparecido junto a su madre en muchos desfiles de moda. Pero su conversión al catolicismo, abjurando de la fe protestante de la familia paterna, exigió mucho trabajo de la más alta diplomacia familiar.

Andrea y Pierre Casiraghi son hombres de negocios, casados con señoras de mucho trapío. Sin problemas mayores. Carolina ejerce ante ellos la tarea de abuela siempre a la escucha de las idas y venidas de una familia muy cosmopolita.

Carlota Casiraghi , por el contrario, prolonga a su manera, las tribulaciones amorosas de su madre y su tía, la princesa Estefanía. Antes de contraer matrimonio con Dimitri Rassam, Carlota tuvo una vida sentimental intensa, con sucesivos compañeros hasta conocer a Gad Elmaleh, padre de su primer hijo, Raphaël.

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