La adicción de Julián Muñoz

Para él quisimos salud, y queremos también arrepentimiento, que es como pedir salud para el pueblo de Marbella, al que no le sobran las razones de gratitud, hacia nuestro hombre

Ángel Antonio Herrera

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Lunes

Julián Muñoz flipó un día con la cantante de ‘Marinero de luces’, y se dio a una vida de reinona de peineta, pero sin peineta y con pantalón de macho. Aquel noviazgo salió como salió. Hasta cárcel hubo, para ambos. Ahora, Muñoz vuelve al pasado, porque ahí está su futuro. Y presenta documental en la tele, aludiendo en claro a Isabel Pantoja : «Más que una obsesión, era un adicción». Y remata: «No es la hora de la venganza, es la hora de la verdad». Muñoz salió de la trena por «razones humanitarias y dignidad personal». De modo que la Justicia tiene también su corazón. Para él quisimos salud, y queremos también arrepentimiento, que es como pedir salud para el pueblo de Marbella, al que no le sobran las razones de gratitud, hacia nuestro hombre. Fue reo de amor, primero, y luego reo propiamente dicho. Ahora es un exnovio jubilado, y un jubilado de la cárcel. En un rato de permiso que le dieron, triunfó como el bigote con mejor caché de la tele, por encima del bigote de Íñigo y otros bigotes célebres. Y ahora insiste. Ha sido un hombre millonario en causas pendientes, ante los tribunales, y un flojo poeta de exclusiva que glosaba la piel de una musa, de profesión cantante, que ya no quería oírle. En las penúltimas épocas, iba torcido de salud. Parece que ha ido mejorando. Un día estuvo preso, pero preso de amor, que dicen los poetas. Y después le hemos venido viendo un poco o un mucho preso de sí mismo. Ahora dice que lleva la verdad a la tele. Si no tenía ya bastante la Pantoja con su familia, ahí está Julián. Con futuro de regreso al pasado.

Martes

Parece que lo de Bigote Arrocet y Bárbara Rey se ha quedado en nada: amistad, que es lo que se dice cuando nada hay que decir. Como si alguna vez hubiéramos esperado otra cosa.

Bárbara Rey y Bigote Arrocet Redes sociales

Miércoles

Raphael es una leyenda que de pronto te enseña el deneí, y pone Rafael, sin la ph, tan suya. Está de estreno de serie documental biográfica, de la que hubo ‘première’ en la plaza del Callao, en Madrid. Ahí estuve, y ver la peli, con Raphael al lado, es algo estupefaciente, porque el cine cuenta la verdad de su vida, y la verdad, y la vida en curso, está ahí mismo, en butaca contigua, con el familión. Que por cierto no incluye hijos de garrafón, y sin oficio, como ocurre entre tanto famoso de su generación, o de otra. Le arroparon como nunca. Como siempre.

Jueves

La muerte de Jaime Ostos me trae a la memoria a Lita Trujillo , incalculable personaje de novela, que sin embargo ha existido. Ella me dio un día la definición del momento, que aún dura: «Ser famoso en España es dejarse insultar».

Jaime Ostos y su mujer Gtres

Viernes

La cuota internacional trae esta semana la novedad de que Miley Cyrus ha encontrado novio. El novio se llama Maxx Morando , y es batería en el grupo de rock Liily, pero esto casi nos da igual. Nos sirve para recordar a Miley, nunca del todo olvidada. Yo venía pensando que Miley Cyrus no pasaba de ser un vídeo de mucha posturita, pero resulta que no, que la chavala existe, y que a veces hasta da un concierto. Quiero decir que la niñata en cuestión me venía pareciendo un invento de ordenador, pero he aquí que existe, y que pega sus brinquitos de criatura contenta, en el escenario, y que incluso adula a sus fans de primera fila regando los rostros con agua de su propia boca. Eso, antes del coronavirus, claro. Naturalmente, se cambia mucho de lencerías, durante el show. En su día, vi en concierto a Madonna , que se lo trabajaba como una amazona. Miley resulta algo así como una hermana menor de Madonna, con repertorio flojo y mayor surtido de corsés. La comparación con Madonna beneficia mucho a Miley, que tiene más de animadora que de artista. A mí Miley me aburre, como el porno americano, más o menos. A su rollo lo han rebautizado bajo el título de ‘pornodisney’, que no sabemos muy bien lo que es, aunque sí. Se trata de una chica mona que saca mucho la lengua, sin claro criterio, después de hacer carrera como Hanna Montana . Entre Miley y Madonna queda Lady Gaga , y aquí sí estamos ante una actualización de Madonna, que pasa por la emulación, naturalmente. Yo a Miley la veo venial, y probablemente por eso tiene mucho auge entre adolescentes, que encuentran en ella travesura, cuando nosotros no vemos ni temperatura, tan de vuelta como estamos, ya, del golfeo fácil del marketing. Tiene hechuras de lolita, eso sí, pero su provocación no es tal, sino un cruce de mercadotecnia y entrenamiento. Miley, tan voluntariosa, no pasa de viñeta de dibujo animado, aunque sus coreografías no sean para la infancia, aunque un poco sí. Para esa infancia no de calendario de los que aún pillan susto porque la chica saque la lengua cuando no toca. Porque, eso sí, la lengua la saca como nadie.

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