Familia

Señales que te indican que tienes un problema con el alcohol

Circustancias que aceleran o agravan el consumo

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Una cervecita en el aperitivo, o dos, unas copitas de vino en la comida, un chupito o un gin-tonic tras el café... El alcohol es una sustancia cotidiana, consumida de manera esporádica o habitual por tres cuartas partes de la población española, por lo que se trata de la droga más consumida en España. «Su consumo está tan normalizado en nuestra sociedad que muchas personas cuando se quieren dar cuenta sienten que necesitan tomarse una copa para sentirse mejor, y caen en un ritmo abusivo de bebidas alcohólicas», apunta Rocío Paños, jefa del equipo de actuaciones con familias de la FAD.

En osasiones, tanto adultos como adolescentes, se dejan llevar por una rutina de ingerir bebidas alcohólicas cada vez que quedan con amigos o acuden a un acto social.

Estos encuentros que son tan habituales pueden inducir a exceso de alcohol en el organismo si no se tienen unos hábitos claros establecidos o si no se sabe decir «no».

Esta experta explica que muchas personas no son conscientes de que están tomando una droga y «que están perjudicando seriamente su salud, muy en concreto su hígado, que trabaja a marchas forzadas para digerir el exceso de alcohol». «En los inicios no hay señales externas que demuestren que se está perjudicando al organismo más allá de las resacas y el dolor de cabeza tras una borrachera y, por ello, tardan en darse cuenta de que tienen un problema».

Sin embargo, no hay que obviar que el alcohol ingerido en una bebida es absorbido en el aparato digestivo, desde donde pasa a la circulación sanguínea en la que puede permanecer hasta 18 horas. Es eliminado finalmente a través del hígado. La presencia continuada de alcohol en el organismo y su consumo repetido es responsable de la mayoría de las lesiones que esta sustancia produce en nuestro cuerpo, como la cirrosis hepática o las encefalopatías en las que el funcionamiento de hígado y cerebro se ve gravemente alterado.

Tal y como especifican en el Pan Nacional sobre Drogas, los efectos del alcohol dependen de la cantidad consumida, pero existen otras circunstancias que los pueden acelerar o agravar:

—La edad: Los jóvenes son más sensibles a los efectos del alcohol en actividades que tienen que ver con la planificación, memoria y aprendizaje, y son más «resistentes» que los adultos a los efectos sedantes y a la descoordinación motora.

—El peso y el sexo: El alcohol afecta de modo más grave a las personas con menor masa corporal. En general, la mujer pesa menos y el tamaño de sus órganos internos es proporcionalmente más pequeño. Por lo tanto, menores cantidades de alcohol pueden generar más rápidamente daños psico-orgánicos y desarrollar problemas con el alcohol más fácilmente que en el varón.

—La cantidad y rapidez de la ingesta: Según la cantidad de alcohol consumida, puede considerarse como de bajo, alto riesgo o peligroso. A mayor ingesta de alcohol en menor tiempo, mayor posibilidad de intoxicación.

—La combinación con bebidas carbónicas (tónica, colas, etc.) acelera la intoxicación.

—La ingestión simultánea de comida, especialmente de alimentos grasos, enlentece la intoxicación pero no evita ni reduce los daños al organismo.

—La combinación con otras sustancias, como los tranquilizantes, relajantes musculares y analgésicos, potencia los efectos sedantes del alcohol. Cuando se combina con cannabis se incrementan los efectos sedantes de ambas sustancias; en el caso de la cocaína, que es un estimulante, los efectos se contrarrestan, pero la toxicidad de ambas sustancias es mayor que si se consumieran por separado.

Hay adolescentes que aseguran que las bebidas alcohólicas no suponen para ellos ningún ningún riesgo, puesto que solo consumen los fines de semana. «Sin embargo, —explica Rocío Paños— resulta igual de perjudicial beber a diario en exceso como no beber de lunes a jueves y excederse durante el fin de semana».

La adicción es un proceso complejo y variable que depende de muchos factores por lo que no existe un tiempo concreto a partir del cual una persona pueda considerarse adicta. Sin embargo, suele ser frecuente que, a mayor cantidad de consumo, mayor frecuencia, menor edad en el afectado, menor distanciamiento entre dosis, consumos prolongados y dependiendo de la vulnerabilidad del individuo, el tiempo se vaya reduciendo.

Señales inequívocas de un consumo excesivo

Como miembro de la FAD, Rocío Paños añade que hay señales inequívocas de que una persona tiene un problema con el alcohol. No es imprescindible identificarse con todas ellas, basta con hacerlo con alguna:

—Disminución o abandono del rendimiento escolar o laboral.

—Cambios bruscos de humor y en el cuidado y el aseo personal.

—Aislamiento físico, tendencia a aislarse en la habitación.

—Disminución de la comunicación verbal y afectiva.

—Reducción o abandono de aficiones e intereses.

—Pérdida de responsabilidades.

—Aumento de la irritabilidad y el insomnio.

—Aumento del nerviosismo al no poder beber alcohol.

—Necesidad de beber alcohol para empezar bien el día.

—Dificultades económicas y/o pequeños hurtos.

—Problemas legales repetidos relacionados con el uso del alcohol.

—Refugio en el alcohol como manera de enfrentar cualquier situación difícil o problemática.

—Dificultad para controlar la cantidad que se bebe y para limitar el consumo.

—Generación de problemas en casa, en el trabajo, con amigos,… debido al consumo de alcohol.

Si se presentan varias de estas características, «sería conveniente acudir a un profesional para poder hacer la valoración adecuada del problema con el alcohol. Cuanto antes se asuma que hay un consumo excesivo, más fácil será acabar con él», concluye Rocío Ramos.

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