No desconectar bien en verano produce más estrés que un atasco en hora punta

Quince días es la cantidad mínima recomendada por los especialistas para huir de la rutina laboral

S. F.

Ir al trabajo, hacer deporte, realizar la compra, recoger a los niños en el colegio, limpiar, cocinar… Cada día la lista de «cosas que hacer» es mayor. Stop. Es el momento de desconectar. El verano trae consigo un paréntesis que bien aprovechado tiene importantes beneficios para nuestra salud física y mental. Pero, ¿es posible desconectar del todo? Y, sobre todo, ¿sabemos hacerlo?

Según un estudio realizado por Adecco, hasta un 35% de los trabajadores no consigue despejar su mente durante las va caciones estivales, frente al 65% que sí logra olvidar sus tareas y funciones completamente. El doctor Héctor Galván Flores, miembro de Top Doctors, asegura que «determinadas personas presentan mayores dificultades para desconectar debido a factores como las ambiciones personales, el exceso de responsabilidad, la cultura de la empresa, el cargo o las cargas que tenga cada uno, etc. Sin embargo, encadenar largos periodos de rutina sin descanso puede provocar que elevemos nuestros niveles de ansiedad y estrés». Y adiós a disfrutar nuestras vacaciones.

La tecnología, el principal enemigo del descanso

Uno de los principales factores que favorece nuestra continua conectividad es el tecnológico. Querer estar constantemente informados y en contacto con las personas para no perdernos nada, incrementa la dependencia al uso de los dispositivos móviles, impidiendo despejar la mente de la rutina.

«Meter dispositivos tecnológicos en la maleta puede generarnos la presión de tener que estar alerta y obligarnos a responder a cualquier mensaje o llamada, en cualquier horario y en cualquier lugar, cuando realmente no es necesario , ni te aporta nada en ese momento. Durante las vacaciones, lo único en lo que debes centrar la mente es en ti mismo y en los que te rodean», asegura el miembro el experto.

Más temidas son las consecuencias de no atender a los dispositivos móviles cuando se trata de trabajo. «El temor a las represalias, a perder el puesto, a no saber qué te vas a encontrar cuando vuelvas… esa incertidumbre es la que nos provoca miedos . Sin embargo, el equilibrio, la conciliación y el respeto por nuestro tiempo y descanso, deben ser una prioridad durante las vacaciones. Por salud», añade.

Más estrés que hacer puenting o discutir con la pareja

Leemos un mail, recibimos una llamada o mensaje procedente de la oficina, o nos encontramos con una noticia o artículo relacionado con nuestra actividad profesional y de repente, toda la desconexión conseguida se esfuma en cuestión de segundos. «Existen estudios que reflejan que atender una llamada, email o mensaje de trabajo fuera de horario laboral, puede producir más estrés que practicar actividades de riesgo como puenting, discutir con la pareja o estar inmerso en un atasco de hora punta », explica Galván.

«Estar en contacto con el ambiente laboral altera nuestro descanso y nos mantiene alerta durante horas o quizás días, lo que puede hacer que tengamos que volver a partir de cero en lo relativo a la desconexión , cuando llevamos ya la mitad de nuestras vacaciones consumidas».

Falta de sueño, aumento de peso o depresión

Encadenar sin pausa periodos largos de trabajo hace que acumulemos cierta sensación de ansiedad o estrés. «A corto plazo, aparecerán síntomas de preocupación constante, irritabilidad y problemas de insomnio . A largo plazo, nuestro cuerpo dirá “basta” y surgirán complicaciones mayores como el aumento de peso, problemas cardiovasculares, pérdida de defensas o la aparición de trastornos como la depresión», asegura el doctor.

Los expertos recomiendan estar apartados del entorno laboral como mínimo 15 días , aunque la cantidad necesaria varía según la forma de ser y capacidad de la persona. Además, es aconsejable diseñar unas vacaciones que nos ayuden a despejar la mente, mediante la elección de un destino o la realización de actividades que consigan captar nuestra atención , como por ejemplo realizar actividades físicas, visitar monumentos y rincones desconocidos o disfrutar de tiempo con familiares y amigos.

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