La actividad física, clave para el cuidado de la espalda de los escolares

Para tener una espalda sana es fundamental adquirir hábitos saludables desde la infancia

S. F.

Para prevenir las dolencias de la espalda, ha demostrado ser esencial erradicar creencias erróneas y adquirir ciertos buenos hábitos; y ambas cosas resultan más fáciles durante la infancia. Con este fin, y coincidiendo con el inicio de curso, la Organización Médica Colegial (OMC) y la Red Española de Investigadores en Dolencias de la Espalda (REIDE) han puesto en marcha una nueva edición de la campaña de Prevención de las Dolencias de la Espalda entre los escolares.

El dolor de espalda es excepcional antes de los 6 años, pero su frecuencia aumenta a partir de los 10 años y antes de los 15 años es similar a la de los adultos; antes de esa edad, el 51% de los chicos y el 69% de las chicas ya lo han padecido.1 De ahí que la edad óptima para implantar los hábitos preventivos sea entre los 6 y los 10.

El primer aspecto esencial es interiorizar que, en caso de dolor de espalda , es un error guardar reposo en cama y lo que conviene, en cambio, es mantener el mayor grado de actividad que el dolor permita. El segundo es realizar actividad física, ejercicio o deporte de manera habitual.2 Además, adquirir ese hábito en la infancia hace mucho más fácil mantenerlo durante la vida adulta, cuando resulta igualmente importante.

Los estudios realizados reflejan que, más importante que el tipo concreto de ejercicio o deporte ( natación, baloncesto, atletismo, fútbol, yudo... ), es hacerlo de manera habitual y mantenerlo en el tiempo. Por eso, para decidir qué deporte concreto hacer, conviene tener en cuenta las preferencias personales y asegurar que su práctica sea divertida y motivadora.

Se asume que conviene comenzar las sesiones de entrenamiento calentando la musculatura y terminar estirándola. La práctica de deporte a un nivel competitivo muy intenso, cuasi profesional, se asocia a un mayor riesgo de padecer dolor de espalda, al ser mayor el riesgo de lesiones y la probabilidad de inducir desequilibrios musculares. Por eso, si se practica a ese nivel es necesario seguir estrictamente los consejos de los entrenadores y médicos deportivos.

El ejercicio físico contribuye a que la columna vertebral adquiera su forma definitiva , y ejerce una influencia beneficiosa sobre la salud general a lo largo de toda la vida, tanto mediante mecanismos específicos (como el desarrollo de la potencia, resistencia y coordinación de la musculatura, que protege las estructuras de la columna vertebral) como inespecíficos (mejora del riego sanguíneo, aumento de la confianza en la capacidad física, etc.).

Por otra parte, en las fases en las que el crecimiento es más rápido se dan grandes variaciones de estatura entre los alumnos de una misma edad, por lo que lo óptimo sería que el mobiliario escolar tuviera una altura adaptable para no obligarles a mantener posturas forzadas de manera prolongada.

En caso de que la espalda duela, se debe evitar el reposo en cama o acortarlo tanto como sea posible, pues mantenerlo durante 48 horas ya conlleva pérdida de tono y coordinación muscular, y facilita que el dolor se prolongue y reaparezca más adelante. A la inversa, mantener durante el episodio doloroso el mayor grado de actividad física que el dolor permita, haciendo todas aquellas actividades físicas que no lo desencadenen o incrementen, acorta la duración del dolor y reduce el riesgo de que repita.

El doctor Francisco Kovacs, de la Unidad de la Espalda Kovacs del Hospital Universitario HLA-Moncloa y director de la Red Española de Investigadores en Dolencias de la Espalda (REIDE) , afirma que «los investigadores podemos dar mensajes claros, cuya eficacia se ha comprobado científicamente, pero sólo resultan útiles si se aplican en la práctica. Los colegios, instaurando hábitos saludables en la edad escolar, pueden facilitar que los niños los mantengan durante su vida adulta».

El doctor Serafín Romero, presidente de la Organización Médica Colegial, refuerza la idea de que « la prevención y adquisición de hábitos saludables desde la infancia son fundamentales a la hora de prevenir las dolencias de espalda y, por ello, resalta la importancia de trabajar en este sentido desde el ámbito familiar y educativo, así como el papel de los médicos que deben de ser partícipes en la prevención como la mejor manera de atajar los dolores de espalda y de evitar otros problemas de salud derivados de esta dolencia».

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