Pedro Larumbe: «Se debería aprender alimentación y cocina en el colegio»

Este reputado cocinero ha sido jurado este fin de semana en el II Concurso de Cocina «Litte Chef»

MADRID Actualizado: Guardar
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Para el reputado cocinero Pedro Larumbe, la educación en la cocina debe empezar en la infancia. Este es el motivo por el cual este gran profesional de los fogones y autor de una cocina de mercado brillante y sensata participó este fin de semana como jurado en el II concurso de cocina «Little Chef» para niños de entre 3 y 6 años; una cita con la que se pretende concienciar año a año a los más pequeños de los beneficios de llevar una dieta equilibrada.

El concurso –patrocinado por Edenred, empresa creadora de Ticket Restaurant® e impulsora en España del programa FOOD- contó con la participación de más de 250 alumnos del colegio Montealto, que tuvieronn que elaborar en 20 minutos una receta a elegir entre postres, meriendas y ensaladas.

El jurado del que formó parte Larumbe fue el encargado de evaluar las recetas en función de su creatividad, la presentación y la degustación.

El objetivo de este encuentro, ya en su segunda edición, es convertir la cita en un proyecto transversal de educación nutricional en el colegio, con la finalidad de que los alumnos tomen conciencia de la importancia de una alimentación saludable y de reducir la ingesta de azúcares y grasas para mejorar su calidad de vida.

—¿Cuándo sintió usted la llamada de los fogones?

—Dedicarme a esto surgió a los 16 años, cuando todavía estaba en mi pueblo. Afortunadamente, nunca he tenido dudas sobre mi profesión. Me he sentido cómodo, de hecho, no he pensado que estaba trabajando, sino haciendo algo que me gustaba. También creo que influyó en ello la forma en la que comencé, de forma muy casera, en un hotel familiar donde me convertí en uno más. Esas cosas después se recuerdan durante la vida profesional y te llevan a pensar lo importante que son los comienzos. Alguien que entra nuevo en un restaurante debe tener un ambiente favorable y sentirse cómodo.

—La cocina, ¿une familias?

—Siempre dicen que hay que desconfiar de las personas a las que no les gusta comer (ríe). Uno de los errores que más cometen las familias hoy en día es comer con la TV puesta, o cada uno a una hora diferente. La cena es importantísima a la hora de forjar esa relación entre todos los miembros de la familia. Se crea un ambiente muy favorable que forma parte del aprendizaje familiar. No pensemos que el colegio tiene que formar a nuestros hijos. En casa tenemos que marcar las líneas, ser exigentes o dar cariño cuando hay que darlo... y la mesa es un buen espacio para crear ese lugar de confianza y que surja un ambiente familiar muy favorable.

Otra de las cosas importantes que pueden hacer los padres es, de vez en cuando, invitar a los amigos de sus hijos a casa. Hacerles una comida, una merienda... Este tipo de encuentros se convierten en ocasiones excelentes para ir conociendo qué amistades tienen, cómo son sus amigos. Es una forma de adelantarse a cosas que pueden suceder después. Ya sabemos que la conducta de muchos pequeños puede variar en función de las amistades.

—¿Por dónde deberíamos empezar a crear esos buenos hábitos?

—Muchos nos hemos preguntado siempre por qué razón no se dedica la atención que se merece a la alimentación. Se desatiende algo que se hace normalmente tres veces al día durante toda la vida. Afortunadamente, desde hace ya algún tiempo, existen numerosos cocineros de renombre y asociaciones trabajando de la mano para que exista formación desde la infancia. Sería ideal que en los colegios se pusiera en marcha una asignatura para enseñar sobre alimentación y cocina. Como mejor podemos conseguir buenos hábitos alimenticios es creando costumbres desde que los niños son pequeños. Después está la cuestión de los padres. Son muy pocos los que se plantean qué hay en el menú del colegio para poder compensar por la noche en casa lo que sus hijos no han tenido por el día. Pero claro, es normal, porque tampoco hemos sido educados, y no tenemos ese conocimiento.

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—Además de la asignatura de alimentación y cocina, ¿qué otras cosas básicas se deberían cambiar desde los comedores escolares?

—En los comedores sería ideal colocar a tutores o profesores que se ocupen de los más pequeños. Muchos niños van con su bandeja a recoger ellos mismos su plato, y acaban eligiendo patatas fritas. Se mal alimentan la mayoría. De ahí la importancia de una asignatura que les vaya concienciando desde pequeñitos. Por lo general, también habría que realizar una correción en los menús, que suelen presentar muchas frituras. No se controla cuantas veces se ha utilizado ese aceite, o qué tipo de grasas se utilizan en los comedores escolares. Estamos creando nosotros mismos el problema. La empresa concesionaria del comedor y los padres se deberían sentar para consensuar el consumo de verduras, de ensaladas, de frutas o de alimentos cocinados. Este seguimiento es fundamental. Y si a la vez tenemos una educación sobre cómo llevar a cabo una buena alimentación, pues lógicamente vamos a facilitar a los niños mejores elecciones.

—En casa muchas familias se quejan de falta de tiempo para organizarse. ¿Qué consejos les daría a los padres y madres preocupados por la alimentación de sus hijos?

—Creo que eso no es excusa. No hay que dedicarle un tiempo excesivo, ni tampoco hacer recetas súper raras. Pero sí saber qué han comido nuestros hijos en el colegio, para poder hacer un cierto control y, en función de eso, elaborar en casa un menú alternativo para compensar. También deberíamos mostrar interés por planificar los menús adaptados en función de la temporada (mejor sabor y precio), de lo que vemos en el mercado... En casa, me inclino por no elaborar cosas muy complicadas. Teniendo horno, un aceite bueno, y un producto sencillo de elaborar, tenemos bastantes garantías de éxito. Asimismo es una buena idea aprender a utilizar hierbas frescas, mientras se juega con los niños. Podemos ir viendo con ellos las diferencias entre el tomillo, el romero, la hierba buena... e ir creando de forma inconsciente unos buenos hábitos. Son pautas bastante sencillas de seguir. Los padres, por último, tienen que tener en cuenta que los niños observan cómo están alimentando. Es como el padre que fuma. ¿Cómo le va a decir a su hijo que no se encienda un cigarrillo?.

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