«Hay tres errores que cometemos al ir de vacaciones con la familia»

Nacho Tornel, experto en relaciones de pareja, explica cómo aprovechar estas fechas para crecer como familia

Laura Peraita

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Para Nacho Tornel , experto en relaciones de pareja y autor del libro Enparejarte (Planeta 2016), el verano es mucho más una oportunidad para mejorar como familia que una amenaza. «Corre el mito de que es en estas fechas cuando se produce el mayor número de crisis en la familia, por las estadísticas de mayores rupturas en septiembre, pero lo cierto es que para muchas familias es una excelente ocasión para vivir de una manera más relajada lo cotidiano: los desayunos, los paseos, las comidas o cenas fuera de casa… Como en todo en la vida, es muy importante la actitud interior; es decir, si nos acercamos a las vacaciones con esa idea de relajarnos, disfrutar y hacer disfrutar, una vez más estaremos ante una profecía auto cumplida. En este caso de carácter muy positivo: nuestro verano nos hará crecer y mejorar como pareja y como familia.

¿Cómo se pueden aprovechar las vacaciones, qué momentos o situaciones, para mejorar la relación con los hijos?

Hace poco me dirigía a un buen grupo de padres preocupados por la educación de sus hijos, algunos ya en edad adolescente o preadolescente, e insistía en la necesidad de hablar con ellos, de tener las ventanas y las puertas abiertas para que en cuanto haya un poco de corriente se pueda colar por ahí esa conversación, incluso confidencia inesperada. Quiero decir que a nuestros hijos muchas veces no les va a encajar bien un planteamiento formal tipo: «tenemos que hablar», sino que será mucho más positivo que esa conversación surja de manera casi espontánea, mientras nos bañamos en la playa y cogemos olas, hacemos la compra juntos o nos tomamos un helado por ahí.

Probablemente para muchas familias será un claro objetivo el de conseguir hablar más con los hijos en estos días, y es algo, además, muy asequible y realista. Y también está lo del famoso tiempo de calidad, que en verano sí que es algo factible; es decir, que el tiempo que pasamos en familia sea un tiempo en el que estamos dedicados cien por cien a los nuestros y, además, disfrutando, pasándolo bien, llenando de buenos momentos la jornada para vivir de ellos cuando vayamos más cuesta arriba durante el resto del año.

«Las vacaciones de verano en familia tienen que tener un importante componente de anarquía»

¿De qué manera compaginar el descanso propio, como individuos, con compartir el tiempo con los demás? ¿Está reñido?

Descansar es dedicar nuestro tiempo a actividades que nos relajan, que nos distraen, que nos hacen sentir bien y, desde luego, que cortan con el ritmo de trabajo de todo el año. Para los que vivimos en familia, lo natural es que no pocas de estas actividades las podamos realizar en compañía de los nuestros y, en ese sentido, el descanso es un descanso acompañado. No hay ninguna oposición entre descansar y estar en familia. Por supuesto que también puede haber tiempo y es muy natural para actividades en solitario, deportes… en los que sencillamente no hay compañía. Esto es compatible porque el día en vacaciones tiene muchas horas, por lo que, como siempre, lo importante es hablarlo, planificarlo y encontrar un momento para cada cosa.

¿Qué errores no debemos cometer?

Creo que el error número uno es conjugar demasiado la primera persona del singular cuando planificamos las vacaciones: yo quiero, pienso hacer…, no voy a dejar de… Como en otros ámbitos, el individualismo es el antídoto de la vida en familia. Sería un craso error concebir en nuestra cabeza unas vacaciones de soltero, cuando no lo somos.

Otro error sería la sobrecarga; tener un horario y calendario con excesivo número de actividades, todas lúdicas y entretenidas, pero con un ritmo estresante y agotador. Tampoco es una buena idea. Es importante aflojar el ritmo, también del ocio, incluso de los horarios y las salidas nocturnas, que en el fondo nos roban mucho descanso, aunque con el debido equilibrio también despejan mucho.

El tercero es que a veces se enfocan mal las vacaciones cuando se pretende tener todo atado y bien atado, demasiado previsto, demasiado establecido y demasiada rigidez que nos impide salirnos del plan establecido para hacer sencillamente lo que nos dé la gana. Vacaciones de verano en familia tienen que tener un importante componente de anarquía, sobre todo cuando el curso viene muy marcado por ritmos y horarios que es el caso casi siempre.

¿Cómo lograr reforzar la pareja?

Esto es fundamental y, sin embargo, muchas veces lo dejamos de lado. Al planificar las vacaciones estamos atentos al calendario, al alquiler del lugar al que vamos, a las opciones de actividades que tenemos en esa zona, a si coincidiremos con unos u otros familiares o amigos, pero se nos puede pasar por alto que es un momento fabuloso para dedicarnos tiempo el uno al otro, como pareja.

Es fundamental que en el calendario mental físico de actividades haya tiempo para salir solos a cenar, a pasear, a tomar algo… Incluso si se puede para realizar una escapada de dos o tres días porque podemos dejar a los niños con los cuñados o los abuelos. Así podremos disfrutar de ese necesario tiempo blindado para los dos solos, en el que hablar mirándonos a los ojos.

  

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