«Tras mi primer brote (de esquizofrenia) intenté suicidarme; seis años después, me quisieron matar»

Jesús Matesanz, autor de «Felicidad con esquizofrenia», asegura que su vida ha sido muy feliz y que, de haber podido, no hubiese cambiado absolutamente nada

Alejandra González

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Una vida variada y, sobre todo, intensa. Así define Jesús Matesanz que han sido sus 69 años en el mundo, una montaña rusa de momentos y situaciones que lo han hecho ser quien es ahora. Sin perder la sonrisa —y reconociendo que es feliz—, este madrileño vive ahora en una residencia pública en Ferrol (Galicia) donde cuida a su madre , totalmente dependiente.

Enfermo de esquizofrenia desde que en 1976 le diese su primer brote, Matesanz ha querido contar su vida a través de un libro, una autobiografía con la que pretende dar un mensaje de esperanza y superación . «Felicidad con esquizofrenia» habla, sin tapujos, de una enfermedad mental que no ha impedido a Jesús realizarse profesionalmente. Entre sus actividades destaca dibujante, deportista, cantante, arquitecto técnico, escritor, productor musical o conferenciante.

A sus 69 años, ¿cómo definiría que ha sido su vida?

Muy variada e intensa. Con mucho esfuerzo y dedicacion desde la niñez y la adolescencia, compaginando el trabajo de jornada completa en 3 empresas sucesivas con los estudios de arquitectura técnica, y acabándolos tres años después de mi primer brote. Coincidiendo con las distintas recaídas de mi enfermedad, solía abandonar los trabajos, pero siempre luché intentando superarme y, cuando mi curriculum laboral ya no daba más de sí, solicité la pensión de invalidez en 1990 . Ha sido una vida rica en dificultades, sufrimientos y logros. En 2011 me consideraba feliz y, hacia 2015, plenamente feliz.

¿Cuándo le dio el primer brote? ¿Qué fue todo lo que vino tras él?

Mi primer brote fue en el otoño de 1976, a mis 27 años , aunque los primeros síntomas de la enfermedad los tuve a los 12 años. Coincidiendo con ese primer episodio, intenté suicidarme tomando un bote entero de pastillas. Después, tras 3 meses ingresado en la Unidad de Psiquiatría del Hospital Clínico de Madrid, seguí con mis trabajos y me casé en noviembre de 1980. Poco después dejé el trabajo de Informador de Renfe para viajar a Lagos (Nigeria) para un proyecto de construcción de 10.000 viviendas sociales en ese país.

Jesús, durante su juventud

En 1982 llegó el siguiente y más fuerte brote poco después de mi separación, y sufrí una fuerte depresión con ideas suicidas y sin medicar , pues mis padres achacaban la depresión erróneamente a mi separación. En 1984 conseguí trabajo en la empresa de montaje de andamios de un amigo, cambiando en 1986 a mi primera empresa como jefe de obra en Asturias. En 1987 volví a irme fuera de España. Viajé a Riad (Arabia Saudí) con otra empresa española, también como arquitecto técnico para los trabajos de decoración fija interior en un palacio de nueva planta que emulaba a la Alhambra de Granada de uno de los entonces 3.000 príncipes de ese país y hermano del rey. Llegué a soportar 50 grados de temperatura en ese país.

¿Alguna vez ha sentido miedo porque le dejaran de lado?

Sentí mucho miedo cuando, seis años después de mi intento de suicidio (1976), intentaron asesinarme por estrangulamiento a manos de tres celadores del Hospital Psiquiátrico Provincial. Estuve 15 horas inmovilizado de pies y manos, atado a una cama con argollas metálicas. Por suerte, conseguí fugarme de aquel lugar al tercer día de ingresar.

Como resultado de la enfermedad, pasé por momentos de interpretar gestos usuales de las personas desconocidas con quienes me cruzaba por la calle, como de tipo intimidante o mafioso que me causaban temor. En otros momentos entre brotes, asumía como inevitable que me mirasen raro y con incomprensión los que sabían de mi enfermedad, pero procuraba evitar contar mi condición de enfermo mental.

¿Qué le animó a escribir este libro?

Considerar que tenía cosas interesantes que aportar por unas experiencias que podían ser útiles y provechosas, especialmente a los enfermos mentales y sus familias, junto con un mensaje de esperanza, pudiendo hacer de faro o guía y todo ello con la ayuda de Dios.

¿Ha sido feliz o considera que ha tenido una vida diferente a la de los demás?

He sido consciente de ser feliz hacia el año 2011 ; antes tenía muchos altibajos y las cosas no eran estables. La respuesta a si mi vida ha sido diferente a la de los demás es claramente afirmativa. He pasado por experiencias y vivencias únicas , pero al final estoy orgulloso de ellas, de mi destino.

Jesús junto a su madre, en la residencia donde viven en Ferrol

Haciendo balance de su vida, ¿cuánto ha ganado y perdido por su enfermedad?

Doy por bien empleado todo lo ganado y lo perdido por la esquizofrenia, que es mucho, pero no me imagino otra vida distinta a la que he tenido y tengo; lo que pasó está bien al final y el tiempo se encarga de poner las cosas en su sitio.

De haber podido, ¿qué hubiese cambiado?

Absolutamente nada . Las situaciones duras, difíciles y dolorosas, nos sirven para madurar y para crecer interiormente.

Tiene un amplio currículum a sus espaldas. ¿La enfermedad nunca fue un impedimento para conseguirlo?

La enfermedad , así como fue un impedimento para un ejercicio normal de mi actividad profesional, me facilitó por otra parte convertirme en escritor, investigador, historiador, productor musical y editor, tras jubilarme por incapacidad permanente absoluta y con pensión de invalidez a los 41 años.

En la sociedad, ¿qué prejuicios y estigmas cree que tiene esta enfermedad?

Los principales son considerarnos peligrosos o violentos , cuando, estadísticamente, lo somos menos que el resto de la población y, también, tratarnos unos disminuidos o incapaces. Mi ejemplo, con 23 actividades diferentes realizadas a lo largo de mi vida, demuestra que eso no es así. En general, se nos mira con una desconfianza y un rechazo injustificados .

¿Qué le diría a las familias de los enfermos que acaban de ser diagnosticados?

Tanto al enfermo mental como a su familia les diría que lo principal es aceptar la enfermedad sin culpabilizarse , y tener grandes dosis de paciencia y comprensión, no dejando nunca sin medicación al enfermo.

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