Todo lo que debes plantearte antes de regalar dispositivos tecnológicos a tus hijos

Advertencia a padres: Cuando una pantalla entra en casa es como un monstruo que cambia el uso del tiempo de los niños y las relaciones familiares... si no se establecen estas medidas

Laura Peraita

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Justo antes de la pandemia, en 2019, uno de cada dos niños españoles menores de 7 años (tres años antes de la edad que los padres consideran adecuada) incluyó en su lista de regalos navideños dispositivos tecnológicos. Es más, 3 de cada 10 niños lo recibieron, según datos del estudio "Screen Pollution: las pantallas y los niños en Navidad", elaborado por Multiópticas. «El problema —asegura Alicia Banderas, psicóloga experta en adolescencia e infancia— es que el confinamiento por el Covid hizo que muchos menores que no habían usado aún estos dispositivos se estrenaran en su manejo y que aquellos que ya lo habían hecho dedicaran muchas más horas a este ocio tecnológico. Esto va a provocar que muchos más niños pidan este año en su carta a los Reyes Magos, videojuegos, tablets, móviles...».

Ante este panorama, Norberto Cuartero, maestro experto en gamificación y profesor de UNIR , advierte a los padres de que «una vez que uno de estos regalos entre en casa, ya no hay vuelta atrás: cambiará el uso del tiempo de los niños e, incluso, las relaciones familiares si no se establecen desde el principio una serie de medidas que ayuden a un uso responsable».

En el caso de los videojuegos, recomienda a los progenitores que reflexionen sobre si el pequeño tiene la edad adecuada y que se dejen guiar por el código PEGI que figura en la parte frontal de cada uno de ellos. «También pueden buscar información en youtube, e incluso visualizar cómo es una partida para tener la seguridad de que encaja con la educación que se le quiere ofrecer al pequeño. Y, sobre todo, —advierte— no deben perder de vista que los creadores de estos videojuegos lo que buscan es ganar dinero, como empresarios que son, y lo intentan haciendo que los niños se enganchen y se conviertan en yonkis tecnológicos. Para ello, entre otras muchas tácticas, emplean la de ofrecer juegos y partidas gratuitas y, poco a poco, hacer que se gasten dinero para lograr progresar, personalizar personajes, etc.».

La hucha del juego

Este experto no se declara contrario a los videojuegos, solo a su uso abusivo . «Siempre pongo el mismo ejemplo: la verdura es buena mientras no se coma durante todo el día, todos los días. Pues con los videojuegos ocurre lo mismo. Bajo un uso adecuado son educativos porque fortalecen, entre otros aspectos, los conocimientos matemáticos, el cálculo, el manejo de datos y del lenguaje e, incluso de los idiomas... Invito a los padres a que pongan en práctica la hucha del juego; es decir, es esa hucha en la que pueden tener 10 horas semanales, según la edad, y deben ir decidiendo cómo las gastan después de terminar sus tareas escolares y obligaciones sin que se pasen de más de una hora diaria con las pantallas».

Alicia Banderas insiste en que los padres estén seguros antes de regalar todo este tipo de dispositivos. «En ningún caso deben dejar llevarse por la insistencia de su hijo cuando asegura que todos sus amigos lo tienen porque, aún siendo cierto, no deben permitir que sean los padres de otros niños los que eduquen a su hijo . Además, en el caso de acceder, deben poner desde un principio sobre la mesa cuáles son los límites de uso y explicarles que una tablet, un móvil... son herramientas muy útiles que deben aprender a manejar correctamente para permitir que disfruten, se diviertan, aprendan, vean vídeos con seguridad... pero que no son un juguete, también implican riesgos que deben conocer».

No mirar para otro lado

Para ello, esta experta en infancia y adolescencia aconseja a los padres que cuando abran los niños estos regalos se sienten con ellos para explicarles todas estas normas y riesgos sin dramatizar. «No deben mirar para otro lado. Es verdad que requiere un esfuerzo por parte de los progenitores para dedicarles tiempo y obligarles a dejar los dispositivos porque es más cómodo que los niños estén entretenidos mientras los adultos hacemos otras cosas, pero no es lo correcto. La barra libre antes o después siempre conlleva problemas . Es importante que los menores sepan autorregularse en su consumo y cumplan cuando se pacta con ellos un tiempo».

En función de las edades, Alicia Banderas explica que los niños de tres años no necesitan pantallas, si se les da es como recurso de los padres para hacer otras cosas. « Entre los 3 y 6 años se les puede dejar una hora al día, pero en intervalos , no más de 15 minutos seguidos para que aprendan a parar y autoregularse, sino se convertirán en jóvenes de los que no pueden desengancharse de ver una serie detrás de otra pero, eso sí, se les puede avisar con 5 minutos de antelación para que no les pille de sorpresa y no se enfaden».

Un monstruo en casa

Entre los 7 y 12 años, el tiempo no debe exceder de la hora y media, «aunque resulte complicado es lo recomendable», y entre los 12 y 18 no más de dos horas al día. «Hay que pensar que no es solo el tiempo que dedican a la tecnología, sino el tiempo que dejan de hacer otras cosas. Hay que ofrecerles otras posibilidades como la lectura —aunque al principio digan que no o parezca que no les guste porque están acostumbrados a imágenes en movimiento con muchos estímulos—, pasear, hacer manualidades... en función de su edad. Tampoco hay que olvidar el fenómeno vamping —consiste en ocupar horas de sueño usando un dispositivo electrónico durante la noche—, muy extendido entre los adolescentes. La luz azul que emiten las pantallas al utilizarlas al final del día les impide conciliar bien el sueño, rendir menos al día siguiente y, por ello, estan de peor humor . Es como si estuvieran todos los días bajo los efectos de un jet lag, además, del perjuicio para su vista». Por todo ello, Alicia Banderas no deja de reiterar a los padres que una vez que estos dispositivos entran en casa y se ponen en manos de los niños no hay vuelta atrá, si no se tienen en cuenta ciertas medidas de prevención. Será como tener un monstruuo en casa que va a manejar a nuestro hijo y a la familia en su conjunto porque habrá conflicto a diario. Los padres deben coger las riendas sin dudarlo».

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