EMBARAZO

¿Se respetan los partos en España?

La intervención de los profesionales sanitarios en el momento de dar a luz tiene que estar plenamente justificada

MADRID Actualizado: Guardar
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Con motivo de la celebración de la semana mundial del parto respetado se ha intentado hacer visible una reivindicación que tiene como propósito concienciar a las mujeres de los derechos que tienen a la hora de parir y sobre todo, que pone de manifiesto las elevadas tasas de cesáreas y otras prácticas en los partos que tienen mayor morbilidad materno-fetal.

¿Qué exactamente la violencia obstétrica?

Se habla de violencia obstétrica cuando no se cumplen las normas de un parto respetado que, en palabras de Sara Cañamero de León, matrona de Maternatal, «es el parto de baja intervención, en el que la matrona o el ginecólogo acompañan a la mujer únicamente para vigilar que se mantiene la fisiología del mismo; en una actitud de respeto hacia la mujer, la pareja, el bebé y el entorno».

La intervención por parte de los profesionales sanitarios en el proceso de parto tiene que estar plenamente justificado, «sólo deberíamos interferir en el nacimiento si hay una causa evidente», recuerda. Y, agrega, para que esto sea así «las matronas y ginecólogos deben conocer la fisiología del parto, la capacidad de la mujer de parir, de escuchar sus necesidades y entender las del bebé, sin emitir juicios de valor. Saber detectar las posibles complicaciones que puedan surgir, y adelantarse a ellas; saber intervenir cuando sea estrictamente necesario. Debemos saber acompañar, desde la distancia muchas veces, de hecho, como matrona me costó desaprender lo aprendido, el “quitarme la bata blanca” para acompañar desde una escucha activa los deseos de la mujer; sin juzgar. Cada mujer tiene unas expectativas, unos deseos de su parto; y si el embarazo es de bajo riesgo, el parto es normal; debemos respetar, no intervenir, no actuar, no opinar. Sólo acompañar, con paciencia, con humildad…»

Lo que dice la ley

Lorena Moncholí, abogada experta en derecho sanitario y cabeza visible del proyecto Dike (especializados en la defensa de los derechos de las mujeres en embarazos y partos) reconoce que «me gustaría decir que en España tenemos un buen sistema de atención al parto y nacimiento de nuestros hijos, pero los datos públicos que el Ministerio de Sanidad nos proporcionó el año pasado y los casos que trato debido a mi profesión, no me lo permiten».

Moncholí se refiere al informe sobre la atención al parto y nacimiento en el Sistema Nacional de Salud, publicado en abril de 2015, en el que Ministerio de Sanidad reconoció abiertamente la falta de conocimientos o actualización por parte de los profesionales sanitarios y detectó un problema de «actitud» entre los mismos, admitiendo que faltaba un cambio cultural, sensibilización y formación.

Lo cierto es que las cifras no son nada buenas ya que, en términos generales duplican las tasas de lo recomendado y que, lamentablemente demuestran que en muchos caso hay violencia obstétrica en muchos hospitales españoles.

http://www.msssi.gob.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/pdf/InformeFinalEAPN_revision8marzo2015.pdf

Se considera violencia obstétrica todas aquellas prácticas que se llevan a cabo en los partos sin primero informar a la mujer y sin necesidad médica que lo justifique, es decir, sin que exista una patología, un riesgo para madre y/o feto. Entre las prácticas que se señalan están las cesáreas, episiotomías, rotura de bolsa, maniobra de Kristeller, de Hamilton, enemas…

De los datos arrojados por el informe preocupa especialmente el elevado número de cesáreas. «Para que nos hagamos una idea —explica la abogada— casi se cuadruplica el índice de episiotomías que podría considerarse «aceptable», llegando a un inexplicable 42% en partos normales (es decir, sin complicaciones y que, por tanto, no la necesitan), siendo el estándar de calidad fijado por el Ministerio del 15%.

Lorena Moncholí considera que «esto es muy grave y ya en 1999, el director del área de salud materno-infantil de la OMS, Marsden Wagner indicó que la ciencia ya había constatado que el corte para abrir la vagina durante el parto causaba dolor, aumentaba el sangrado y provocaba más disfunciones sexuales y que, por ese motivo, realizar demasiadas episiotomías se podía considerar una forma de mutilación genital de la mujer. En ese momento, en aquel año confesó que el índice de episiotomías que asolaba nuestro país por entonces (89%) constituía un escándalo y una tragedia».

La experta reconoce que «realizar una episiotomía sin el consentimiento de la mujer constituye un delito de mutilación genital femenina, ya que nuestro Código Penal no está hablando únicamente de la ablación del clítoris cuando se refiere a la misma, sino de cualquier intervención en los órganos genitales femeninos», recuerda.

Además del índice de partos inducidos de un 19,4%,o la tasa de cesáreas del 22,2% (duplicando en ambos casos el estándar de la OMS), «me alarma conocer que el 87,4% de mujeres en el Sistema Nacional de Salud son obligadas a dar a luz en posición de litotomía, es decir, tumbadas boca arriba. Una posición que complica el parto, lo que está más que demostrado científicamente». «Este resultado se aleja enormemente de lo esperado y sólo puede explicarse por ser la posición más favorecedora para el trabajo del profesional y no para la mujer».

«En todos estos casos, —explica la experta—, no solo no se cumplen los estándares de calidad más básicos, sino que, además, todos y cada uno de estos actos que he indicado son constitutivos de delito de violencia obstétrica en otros países, como por ejemplo en varios Códigos Penales de diferentes estados de México».

La tarea de Lorena Moncholí es escuchar los casos de mujeres que sienten que sus derechos han sido vulnerados en el parto: «Escucho casi a diario a mujeres de todas las Comunidades Autónomas contarme sus terribles historias de violencia obstétrica vivida. Por ejemplo, una mujer en Málaga, que literalmente huyó de un Hospital porque le habían forzado a someterse a una inducción de su parto sin ningún tipo de indicación médica y con un embarazo completamente sano y normal. Se fue a casa con la oxitocina corriendo por sus venas o una mujer en un hospital de Barcelona, a la que la matrona le rompió el esternón por practicarle una salvaje maniobra de Kristeller subiéndose encima de ella. Una práctica que el Ministerio de Sanidad tiene como objetivo fundamental erradicar, y en Valencia, casos como los de la mamá que dando a luz a un bebé que sabían que fallecería inminentemente por ser extremadamente prematuro, fue amenazada por la matrona indicándole que, si no aceptaba ponerse una sonda, la ataría, o los Hospitales valencianos que no aceptan los Planes de Parto de las mujeres embarazadas y les obligan a firmar sus hojas de consentimiento informado que son auténticas “patentes de corso” para realizar cualquier práctica que consideren y que han sido declarados por los Tribunales como ética y legalmente inválidos», explica.

Todas estas actuaciones ocurren constantemente, día tras día, afectando a miles de mujeres, teniendo en cuenta que se producen casi 400.000 partos al año. «Es violencia contra las mujeres, no conozco leyes que se incumplan tan reiterada y sistemáticamente como las que recogen los derechos de las mujeres en el parto» reconoce la letrada.

Moncholí cree que se debe trabajar en que las mujeres que hayan sufrido este tipo de ilegalidades, «abran camino a las que vengan detrás explicando sus casos para que las futuras madres se informen de sus derechos. No se trata de reclamar, porque entonces el daño ya se ha producido y es muy grave. Se trata de que no pase», concluye.

Pautas de parto respetado según la asociación El parto es nuestro

1.- A la fisiología del parto: no hacer nada que vaya en contrade la misma, por eje: obligar a la embarazada a permanecer tumbada yendo en contra de la gravedad y dificultando por tanto el descendimiento del bebé por el canal del parto.

2.- A los deseos y necesidades de la mujer: no impedirle que coma o beba, que esté acompañada por quien ella considere oportuno en cada momento, etc.

3.- A los derechos de la mujer como usuaria del sistema sanitario: fundamentalmente su derecho a la información (existencia de complicaciones, ventajas e inconvenientes de los posibles tratamientos) y a decidir libremente.

4.- A los derechos del bebé, principalmente a estar en contacto con su madre desde el primer momento y poder disfrutar de la lactancia materna sin interferencias.

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