Coronavirius

«Ni los podemos besar ni abrazar pero sus ojos buscan los nuestros detrás de la mascarilla»

«Esta pandemia asusta y nos apartan de lo mejor que tenemos», se lamenta Marisa, abuela de un niño de 8 meses

Marisa, durante el primer encuentro mantenido con su nieto, de pocos meses ABC
Carlota Fominaya

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Salir del confinamiento y poder reencontrarte con los nietos es, para muchos mayores, revivir . «Si ser madre es importante, serlo te permite llegar a ser abuela y eso si es lo mejor que te puede dar la vida. Es sangre de tu sangre y además te permite hacer lo que siempre deseaste y no pudiste», apunta Marisa, tras su primer reencuentro con su nieto de tan sólo 8 meses despues de tres sin verse.

Esta mujer explica todo lo que significan para ella. «Enseñarle con amor todo lo que aprendiste cuando fuiste madre, casi sin que se den cuenta, sin regañinas y sobre todo haciéndoselo más llevadero, entretenido y ameno. Ese tiempo que les dedicamos, nos hace inmensamente felices, pero sobre todo a nuestros nietos que tanto nos quieren; será porque a veces somos más "blandos" que sus padres. Pero no, estando con nosotros son mejores, más obedientes y siempre con esa sonrisa que saben nos tienen desarmados . Benditos seais; por vosotros vivimos lo mejor de nuestra edad dorada».

Una vez llegados a ese momento tan deseado por todos los abuelos que es ver de cerca a sus nietos, un pellizco en el corazón les impide hasta hablar. «Hemos llorado en silencio al acercarse el momento. Nos han temblado hasta las manos. Ni los podemo besar, ni abrazar pero sus ojos han buscado los nuestros detrás de la mascarilla . Cuanto tiempo hemos estado sin ellos; como les hemos echado de menos... Y él ha estado tan nervios y feliz como nosotros, ¡a pesar de ser tan pequeño!», se sorprende Marisa.

Ser padres, reflexiona esta mujer, «es maravilloso pero eso nos ha concedido un regalo divino: ser abuelos. Poder disfrutar de ellos desde que nacen con una única obligación: hacerles felices . De educarles ya se encargan sus papis. A partir de ahora, nosotros seguiremos enseñándoles cosas que no están en los libros; experiencias que podremos transmitirles y que ellos nunca olvidarán. Para ellos somos vitales en su crecimiento ya que les damos mucho amor ; les damos esa sabiduría que captan enseguida y como ellos mismos reconocen, ni les regañamos ni castigamos. Soy consciente de que hoy habrá abuelos que no podrán ver a sus nietos, o bien porque están en distintas ciudades o, lo que es peor, que sus propios hijos no se los dejen ver. Esta pandemia asusta y nos apartan de lo mejor que tenemos . Benditos nietos que nos dan esa felicidad en nuestra edad dorada», concluye.

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