María de los Ángeles González, emprendedora y usuaria de mediación
María de los Ángeles González, emprendedora y usuaria de mediación - DE SAN BERNARDO

«La mediación eliminó el componente emocional en mi divorcio»

Este servicio puede ayudar a seguir cuidando de los hijos cuando la pareja termina

MADRID Actualizado: Guardar
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María de los Ángeles se puede considerar como una de las pioneras en el uso de nuestro país de la mediación. Esta mujer acudió hace ya 17 años a la Fundación Atyme a por ayuda por recomendación familiar. Su cuñada había sido usuaria de este servicio y había pasado por un divorcio sin litigios. Esto hizo que cuando ella y su ex marido le contaron a sus hijas que se iban a separar a las pequeñas (por aquel entonces de 6 y 4 años) no les sorprendiera tanto. «Como las primas», dijeron con naturalidad las menores. «Sin duda, ellas tenían el ejemplo previo».

«Es una herramienta súper eficaz en casos de divorcio», afirma esta mujer, emprendedora y fundadora de un servicio de coaching financiero para emprendedores.

El mediador, explica, «es alguien capaz de que dos personas que no pueden hablar sin que salten chispas consigan entenderse. ¿Cómo logra que llegue el mensaje entre las partes implicadas? Creo que es una persona que ejerce de intérprete entre aquellos que una vez fueron pareja. En mi opinión, la magia está en que estos profesionales son capaces de disminuir o eliminar el altísimo componente emocional que caracteriza a estas situaciones, donde se junta el tema personal, el económico...». «Para mí –prosigue– fue la diferencia entre una situación que era mala entre los dos, en la que realmente no sabíamos qué hacer, y otra muy distinta en la que hemos sido capaces de afrontar el cuidado de una hija discapacitada por separado». Tanta es su satisfacción que no dudaría en volver a acudir a mediación en un futuro si así lo necesitase. «Es un instrumento fantástico, y es una pena que sea todavía tan desconocido por la gente», concluye.

Aun así, esta vía extrajudicial y gratuita, capaz de ayudar a la pareja con o sin hijos a conseguir acuerdos para que el cese de la convivencia sea pacífica, no es muy conocida por nuestra sociedad (según una encuesta realizada por el CIS en 2014 un 80,3% reconocía saber de la mediación «de oídas»). Pese a su falta de visibilidad, y dejando al margen que «cada situación es única, al igual que cada relación de pareja, cuando hay hijos de por medio, es una opción a considerar por aquellos que desean alcanzar acuerdos que garanticen la continuidad de su ejercicio como padres», señala Bernal. La mediación, remarca, «es una herramienta muy útil para aquellas parejas que buscan que la separación o el divorcio sean pacíficos y que ambos progenitores puedan seguir ocupándose de sus hijos aunque ellos hayan dejado de ser pareja».

Peculiaridades

Pero para que sea efectiva, reconoce María Ángeles Iglesias, presidenta de UNAF, es necesario que los miembros de la pareja acudan voluntariamente a informarse de este servicio. «La idea es fomentar en ambos actitudes de colaboración frente a las de confrontación propias de un procedimiento contencioso. En una mediación, los dos están de un mismo lado, del lado de la familia y, por tanto, son capaces de priorizar un interés compartido, que son los hijos, frente a los intereses personales».

La mediación, además, «ofrece la oportunidad tanto al padre como a la madre de tomar sus propias decisiones con respecto al porvenir de sus hijos, sin que nadie lo haga en su lugar. El acuerdo que se busca es “el suyo particular”, el que les viene bien a ellos, y la búsqueda se realiza por ambos progenitores de forma conjunta y consensuada», explica Iglesias.

La figura del mediador es clave, coinciden ambas expertas, porque actúa como una figura neutral, necesaria muchas veces a la hora de «permitir el restablecimiento de la comunicación entre ambos progenitores. Estos profesionales son capaces de ofrecer a la pareja un espacio confidencial donde es posible hablar de forma tranquila de los problemas que les preocupan con respecto de su separación», aseguran.

«Nuestro papel –explica Menahem Moya, mediador de UNAF–, implica mantenerse imparcial y no tener, por tanto, interés en que ninguno salga más favorecido en la negociación; el objetivo es encontrar una solución menos perjudicial para todos los miembros de la familia. Nuestro trabajo debe ser de guía o conductor».

Beneficios para los hijos

Los beneficios son múltiples. «Se evitan enfrentamientos inútiles entre la pareja y la incidencia de estos sobre los menores. Porque, sobre todo, se fomenta la coparentalidad. Uno de los principios que rige la mediación es el interés superior del menor y, por tanto, en intervenciones como estas, ellos deben ser los claros beneficiados», recuerda Bernal. «Los hijos –apunta la presidenta de UNAF–, suelen ser los que sufren en mayor medida los procesos de ruptura. La mediación permite salvaguardar su bienestar, proteger sus intereses y respetar sus derechos».

Desde Atyme han recopilado varios testimonios de hijos de usuarios y estos serían algunos ejemplos:«A pesar de lo duro que resultó este acontecimiento, el cambio repercutió positivamente en su vida personal, porque al no existir interferencias podían mejorar las relaciones con sus padres». Respecto a sus estudios, declararon que «no se habían visto alterados con la nueva situación, sino que la ausencia de discusiones en casa les permitía centrarse mejor».

Por otra parte, estas entidades, dos de las más reconocidas del sector en nuestro país, destacan que la disminución de los procedimientos contenciosos como forma legal de resolver la separación o el divorcio supone una reducción de costes económicos que «no hay que desdeñar».

En definitiva, la mediación familiar, concluye María Ángeles Iglesias, «es fundamental para el conjunto de la sociedad porque evita la cronificación que hay alrededor de las rupturas conyugales... Hay un montón de aspectos que mejorarían significativamente si España tuviera universalizado este servicio vinculado a los procesos de familia en los juzgados, tal y como ocurre en otros países». Lo ideal, concluye esta experta, «sería que los juzgados pudieran recomendar el servicio antes de llegar el litigio».

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