Día del Daño Cerebral

«A mi marido le encantaba nadar; ahora no puede ni andar»

Alicia Pérez relata cómo ha cambiado su vida desde que un 27 de diciembre, de hace dos años, su cónyuge se convirtiera en otra persona

Alicia junto a su marido, antes de que le diese el ictus
Alejandra González

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«¿Qué le voy a decir? Esto es una jugarreta de la vida ». Así comienza su relato Alicia Pérez, quien al otro lado del teléfono cuenta, con todo detalle, lo que ocurrió la noche del 27 de diciembre de 2016.

«Acabábamos de terminar de ver un partido de baloncesto en la televisión —su marido, sus hijos y ella—. Eran las nueve de la noche, mi marido subió a la habitación (vivían en una casa de tres plantas recién reformada) y yo comencé a preparar la cena. Enseguida los gritos de mi hijo me alertaron: "Mamá, a papá le está pasando algo" . Cuando llegué a la habitación, vi que no podía mover la pierna izquierda, se le estaba empezando a torcer la boca ... Llamé al emergencias y les dije que a mi marido le estaba dando un ictus —no dudó en ningún momento en afirmar lo que estaba ocurriendo—», relata Pérez.

A ese episodio le seguirían un mes ingresado en la UVI y otros seis postrado en la cama de un hospital. «Desde ese día, nuestras vidas volvieron a empezar de cero».

El tiempo que permaneció ingresado fue muy desesperante para Alicia, ya que solo contaba con visitas de 2 horas al día. En ese tiempo, además, tuvo que ver cómo la «casa de sus sueños» cambiaba de dueño . «Tuve que venderla y ni siquiera la habíamos podido disfrutar —la reforma terminó en octubre de ese año—».

«Seguía pagando la hipoteca y también el alquiler del piso donde tuvimos que irnos a vivir los cuatro. Nos arruinamos económicamente », continúa con su relato.

La vida ahora, «un desastre»

«La vida de mi marido se resume, ahora, en un palabra: desastre». Alicia comenta que le gustaba nadar, jugar al tenis, leer..., cosas que ya no tiene al alcance en su día a día. «Lo peor es que él se da cuenta de todo y sufre al verse en esa situación . Lo veo muy deprimido, aunque es verdad que le da igual todo, no se enfada ni es egoísta ».

No puede andar porque tiene el lado izquierdo de su cuerpo paralizado. Es totalmente dependiente. «Ya no tenemos vida social , casi no tenemos amigos. No podemos hacer tantas cosas como antes», continúa Alicia.

Ella es auxiliar de enfermería , pero insiste en que eso no significa que tenga conocimientos suficientes para atender a su marido al 100%. «Trabajo con niños, algo muy diferente. Es necesario que vaya a rehabilitación porque se necesitan conocimientos muy específicos», asegura Pérez. Desde hace un tiempo, su marido recibe este trato en la Fundación DACER .

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