Por qué las madres piensan a menudo que "no pueden más", que "no llegan", o que "lo hacen mal"...»

Esto es lo que opina Francesc Núñez, profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC, experto en sociología de las emociones y filosofía

Carlota Fominaya

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En la sociedad actual, ser madre no es una tarea fácil, de ahí que el Día de la Madre sea crítico para revisar y actualizar el modelo de maternidad que viven muchas madres de hoy. Muchas son las que sienten que no llegan, que cuando llegan no lo hacen del todo bien, o que lo que hacen, nunca es suficiente. «Si a esa sensación propia de las realidades occidentales, de estos tiempos líquidos, donde la explotación viene de uno mismo, donde todos nos autoexigimos y autoexplotamos, porque pensamos que el éxito o el fracaso de nuestras vidas depende de nosotros mismos y de lo bien que lo hagamos, de la dedicación y el esfuerzo que haya detrás, que somos propietarios y autónomos de nuestras propias vidas.... Si a este sentimiento, o argumento propio del individuo moderno (que es válido para el hombre o la mujer), le sumas que tienes hijos a los que has de cuidar y atender, porque requieren de tu existencia, no hay tiempo. De las 24 horas que tenías a tu disposición, tienes muchas ocupadas e, indefectiblemente, se te empiezan a amontonar las tareas en los pocos espacios que te quedaban», apunta Francesc Núñez, profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC , experto en sociología de las emociones y filosofía.

Aunque las cosas poco a poco están cambiando la mujer, reconoce este experto, «se sigue encargando normalmente de llevar al hijo al médico, de comprar y cocinar el menú del hogar, de que el uniforme esté listo, de hablar con el profesor, realizar las entrevistas, acudir a las tutorías, levantarse cuando estos se despiertan por la noche... En cuanto al cuidado de los hijos , los roles todavía están muy definidos por género, y la sociedad sigue dando por descontado que hay una serie de cuidados que son propias de la madre ». Por este motivo, añade, «si a la situación anterior de que todo es una locura, que ya es un estrés de por sí, le sumas esto de la familia, es normal que la mujer piense que ya no puede más ».

El sacrificio de la mujer

En cualquier caso, prosigue, «hay que asumirlo, el mundo no te ayuda mucho. No está pensado para que compartas ni hagas conciliable la vida laboral y familiar , por más que se diga que sí y haya algunas pequeñas concesiones a los horarios laborales. La carrera profesional está pensada para que no haya hijos. A las mujeres se les ponen un montón de obstáculos, ya sea en la vida profesional académica, o en la de la empresa. No está pensada para que sea compatible. Solo se consigue en base al esfuerzo, a la voluntad y al sacrificio de la mujer, nadie se lo facilita», remarca este docente de la UOC.

La maternidad, insiste Francesc Núñez, «supone en el contexto que vivimos muchos problemas. Objetivamente es así. Por eso en experiencia personal se transforma, o se concreta en esa sensación de "no puedo más", "no llego", "qué locura", "dejo el trabajo, no me compensa ». La consecuencia, añade, es que las mujeres «buscan soluciones biográficas o personales para salvar el momento (un canguro, una cuidadora, unos abuelos que pueden ayudar, o incluso dejar el trabajo, con las consiguientes consecuencias de falta de independencia, de no haberte ganado la jubilización... Pero en definitiva, son problemas estructurales y sociales . Es el mundo en el que vivimos. No es culpa de la mujer, no es que no sepa hacerlo... Aunque ella lo vive como un agobio propio que sufre en propia piel. Ella es la víctima. Pero es que la situación está así de mal pensada para compatibilizar la maternidad con otras esferas de la vida», concluye este experto en sociología de las emociones y la filosofía.

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