«La estación boba»

Pablo H. Velasco Quintana, profesor del CEU Universidad San Pablo

Pablo H. Velasco Quintana

«La estación boba», así definía la prensa inglesa de principios del siglo XX a las vacaciones. Un por entonces joven periodista, GK Chesterton, no salía de su asombro. En un artículo publicado en octubre de 1905 en el Illustrated London News (recientemente traducido al español en un estupendo compendio de artículos publicado por Ediciones Encuentro: El fin de una época), afirmaba por el contrario que se trata de la única época del año en la que hay tiempo para la sabiduría: «por primera vez tenemos un momento para pensar, ese tiempo de reflexión que tienen los campesinos y los bárbaros, un momento en el que se escribieron La Ilíada y el Libro de Job».

Sin embargo, durante la época de trabajo, las cosas más triviales y pasajeras, pasan por importantes. El genial escritor inglés tomaba como prueba «estos documentos tan extraordinarios: los periódicos». En vacaciones, el tiempo libre, es dónde verdaderamente nos jugamos quiénes somos.

Verdaderamente es el tiempo más noble del año. El tiempo libre es «libre», no estamos sujetos a obligaciones a las que responder. Es el momento de la gratuidad, porque recuerden que lo gratuito no es que cueste cero euros, sino que no hay dinero en el mundo para pagarlo. Al que tenemos que responder, entonces, es al hondón de nuestra alma y estar atentos a donde se nos va el corazón «cuando lo dejamos suelto». Así, podemos comprender lo que queremos viendo cómo utilizamos el tiempo libre. Si lo desperdiciamos, no amamos la vida. El desafío es especialmente apasionante en la familia . Y puede ser un momento ideal para, primero evaluar nuestra forma de trabajar (las vacaciones es una cara de la misma moneda) y segundo, pegarnos al minuto presente. El poder del imán, como nos recomendaban hace unos días en unos vídeos geniales de la iniciativa de la Fundación Gift and Task (búsquenla en Youtube o en Twitter bajo el hashtag #reconquistarelcorazón ): vivir en el presente, la realidad concreta, con la capacidad de saborear el momento con conciencia plena.

Ya saben, el ser humano es la única criatura agraciada con el don de poder labrar el campo del tiempo.

Pablo H. Velasco Quintana

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