Coronavirus

Capítulo 3 del ingreso de Ramón: «Solamente pienso en respirar un poquito más fuerte cada vez, aunque duela»

Después de una jornada en casa, este padre de familia numerosa ha tenido que volver al hospital para tratarse

Ramón Pinna

Tercer capítulo con las reflexiones de Ramón Pinna, ingresado desde el pasado viernes día 27 en el Hospital General de Villalba , en Madrid:

«Aquel doctor me resultó de algún país lejano, al menos para mi. Fue directo: "Ramón, vamos a hacer una ecografía del corazón para asegurar que todo está bien" .

Tras haber acompañado decenas de veces a mi pequeña Emilie en trance igual, sentí por vez primera en mi vida aquel gel frío en el pecho y la inquietud helada en su diagnóstico.

"Está todo bien. Creo que quizás te irás para casa... pero espera a que venga tu doctora".

Y vino. Y nos vimos en un trance contento, deseable, prudente y pausado que invitaba a seguir en casa con cuidado cada una de sus pautas... "Y si sientes algo, o algo no va bien... vuelves, por favor".

Quedamos en vernos en tres meses para buscar las verdades ocultas de este episodio y planificar la recuperación total. Le agradecí emocionado su vocación de servicio y su visión.

Al salir para encontrarme con María, le pedí un nolotil a la enfermera porque tenía alguna molestia en un costado y el trayecto era largo... Veía nevar de camino a casa por la 601 dirección al puerto de Navacerrada. El paisaje era maravilloso por momentos, sin poder dejar de ser al tiempo un poquito estremecedor. La nevada, la niebla, el frío de las siete de la tarde y ese cuerpo a medias.

María se detuvo junto la farmacia para hacer acopio de todo lo necesario para seguir el tratamiento en casa: heparina y antibióticos, básicamente. Apenas demoró nada.

Los niños esperaban como esperan los niños que ya saben esperar. Entretenidos sus cosas. Me recibieron felices, pasé directo a mi habitación mientras les decía adiós con la mano, y ellos daban comienzo de la fiesta su manera. Me prepararon un tostado y una galletas...

Pero estaba en casa y no.

No me sentía bien del todo y al acostarme tuve miedo a la noche . Y al despertar más miedo si cabe a un día para el que no era capaz de anticipar un final.

De nuevo en el hospital

A las 13 horas María decidió sacarme de nuevo al coche y, de nuevo entre nieve, me condujo de vuelta a las Urgencias del Hospital de Villalba. Ahora fue todo muy rápido. Una médico me agarró rápido y pidió ayuda. Me condujeron entre varias personas a un Box donde me estabilizaron .

En todo aquel ir y venir de personas, vías y electros, avisaron a Ingrid, que estaba de guardia. Desde el primer instante me impresionó su paz interior y la fortaleza de su presencia. Creo que no he visto nunca a nadie con una mirada tan sanadora.

"Te vamos a quitar ese horrible dolor y vas a poder respirar . Mírame muy bien, me dijo, debes estar tranquilo porque en tu tranquilidad vas a sanar mejor... te va hacer muy bien. Debes estar tranquilo porque te vamos a cuidar. Te vas a quedar unos días con nosotros".

Salió a hablar con María.

Además de otras posibles causas de base que habría que descartar, la intensidad del dolor en los pulmones por los coágulos imposibilitaba mi capacidad para respirar y convertir aquella situación en muy delicada y para mi, muy angustiosa.

Pasé toda la tarde monitorizado, y cuidado de nuevo por las manos de tantas y tantas personas que -seguro- no tratarían mejor, ni con más cariño, a sus propias madres o a sus propios hijos, de como a mi me lo hicieron.

El dolor es indeseable, es brutal, no es amable . No puede haber cultura que lo abrace o llegue a utilizarlo, y NO, el dolor no tiene su sitio en el plan de Dios para sus criaturas... por más que alguien haya llegado a imaginar cosa en contra.

Pero está ahí. Existe. Es tan humano como nacer y morir. Es parte de la vida y eso sí deben saberlo nuestros hijos. Nadie pasará su vida sin algún dolor, del tipo que sea.

Padecer dolor esta en nuestra condición y es parte de nuestra naturaleza. Tratar de aprenderlo desde bien pequeños es necesario... pero lo verdaderamente humano es combatirlo con ciencia, con remedios, con tratamientos y, sobre todo, con justicia, con cariño, con solidaridad y con alegría compartida junto al que sufre a nuestro lado. El dolor tocará la puerta de casa en alguna ocasión y nos encontrará preparados, unidos.

No, no mistifico desde mi dolor. Ni lo hago, ni creo a quien lo haga. No pienso en abrazar mi dolor, solamente pienso en intentar respirar un poquito más fuerte cada minuto, aunque duela .

Y pienso, de nuevo, en la maravilla de nuestra naturaleza, en la maravilla de esas personas capaces de entregar su vida para que no haya ni dolor, ni sufrimiento... como el equipo de Urgencias del Hospital de Villalba de ayer... como aquella doctora que me dijo... te voy a quitar ese dolor para que puedas respirar.

Queda tranquilo. Nosotros te cuidamos .

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