Acogimiento familiar

Cerca de 18.000 menores siguen a la espera de una familia

Un año después de la aprobación de la Ley de Protección de la Infancia, solo el 15% de los menores es atendido por una familia

MADRID Actualizado: Guardar
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Según la Asociación Estatal de Acogimiento Familiar (ASEAF), solo el 15% de los 22.000 menores que viven separados de sus familias en España y son atendidos por los servicios de protección de las Administraciones, lo hacen acogidos en otro núcleo familiar.

El 10% es atendido en hogares o pisos tutelados y el 75% restante vive en centros residenciales, siendo esta la opción menos recomendable según la nueva Ley aprobada en julio de 2015.

La ASEAF explica que unos 18.000 menores en situación de desamparo siguen viviendo en centros residenciales, a la espera de una familia, cuando casi se cumple un año de la aprobación de la Ley de Protección de la Infancia y la Adolescencia, que prioriza el acogimiento familiar frente al residencial.

Así lo ha denunciado esta institución con motivo del Día Internacional de la Familia que se celebra el próximo domingo 15 de mayo bajo el lema «La familia, una vida sana y un futuro sostenible». Y es que, según ASEAF, «las familias de acogida son un elemento indispensable para el desarrollo, la educación y la vida saludable de los menores en situación de desamparo».

En este sentido, el presidente de esta asociación, José Antonio Martínez, recuerda que pese a tratarse de una ley «pionera en el mundo» en recoger las orientaciones del Comité Internacional de los Derechos del Niño, no es tan fácil llevarlo a la práctica. «En la mayoría de las Comunidades Autónomas no se han adaptado aún la normativa ni los programas de intervención», afirma el presidente.

Y es que aunque esta ley establece que la institucionalización del menor debe ser la última opción, «el 91% de los recursos que la Administración destina al acogimiento siguen yendo al residencial, y solo el 9% al familiar».

Así, informa de que en la actualidad «existen familias acogedoras que no están percibiendo la ayuda económica establecida por la Ley, e incluso se encuentran diferencias considerables en cuanto a la remuneración que perciben según cada comunidad».

Y es que tal y como recuerda Martínez, «uno de los derechos fundamentales del niño es el de vivir en familia y si esto no es posible con la biológica, el Estado está obligado a desarrollar medidas de protección encaminadas a garantizar este derecho».

Familias colaboradoras de la Administración

Sin embargo, José Antonio Martínez, ha asegurado que el hecho de que la legislación no se esté cumpliendo, no impide que las familias acogedoras se impliquen en los programas de protección, convirtiéndose en «verdaderos colaboradores de la Administración, como una de las partes imprescindibles en esta estructura de protección, junto a las familias biológicas, y al equipo técnico multidisciplinar».

Así, el presidente de ASEAF ha explicado que desde el momento en que se inicia un acogimiento, las familias acogedoras despliegan todos sus recursos para proteger, cuidar, educar. De hecho, explica que si no se acogen más menores en España es debido al desconocimiento de la sociedad de esta medida, por lo que considera necesario establecer «una verdadera estrategia de información y sensibilización, así como una apuesta política valiente».

La familia es vital para el desarrollo del menor

Diferentes expertos aseguran que con el acogimiento residencial los menores solo ven cubiertas sus necesidades materiales, pero no las socio-afectivas necesarias para su correcto desarrollo emocional.

Según el presidente de ASEAF, estos menores vienen de situaciones problemáticas y adversas, por lo que necesitan un ambiente reparador y terapéutico, «que debe ser el familiar, donde se les enseñe a regular su conducta, sus emociones, que les proteja, un ambiente estable».

Por su parte, el psicólogo y coordinador del área de acogimiento y adopción del grupo Agintzari de Bilbao, Alberto Rodríguez, asegura que la familia de acogida no es simplemente una familia cuidadora, sino que «es la responsable de ayudar a reparar las inseguridades, daños y temores de estos menores y que provienen de las experiencias de negligencia y/o maltrato que motivaron la salida del entorno de su familia biológica».

Finalmente, añade que «es importante que la sociedad sea consciente de que acoger a niños ayuda a reparar su sufrimiento y les ofrece otra opción de vida y de futuro».

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