¿Por qué algunos adolescentes temen quitarse la mascarilla?

María Campo, profesora del Máster en Orientación Familiar de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), ofrece las causas y soluciones para afrontar esta nueva etapa

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Ana I. Martínez

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La mascarilla en interiores dejará de ser obligatoria en España el 20 de abril . Hasta ahora, en exteriores, muchos ya pasean sin ella pero no todos. Las inseguridades y los miedos hacen que una gran parte de la población salga a la calle con ella puesta. Y los menores y adolescentes incluso se olvidan de que la llevan. De hecho, la mayoría de los escolares ni celebraron el próximo paso anunciado por el Gobierno.

«Para ellos, la mascarilla se ha convertido en un elemento más», recuerda María Campo , profesora del Máster en Orientación Familiar de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). «Lo mismo que preparan su mochila, los libros, etc. Se preparan la mascarilla», recuerda la experta. A menudo, los escolares salen del colegio y ni se acuerdan de que la llevan. No se la quitan. No les molesta. Convivir con la mascarilla fue una medida que asumieron con total normalidad y ahora, el hecho de que puedan retirársela incluso en clase, no es para ellos algo a celebrar.

«Los menores tienen una virtud y es su capacidad de adaptación para las circunstancias. Cuanto más pequeños, más capaces son debido a su flexibilidad cognitiva », explica la experta. Algo diferente fue con los adolescentes. «A pesar del momento de desarrollo en el que se encuentran, también tomaron conciencia de lo importante que era llevarla. Y la han usado de manera habitual. Este hábito ya instaurado puede conllevar, sin embargo, cierta reticencia hacia la nueva normalidad», indica Campo.

Después de dos años de su vida usando la mascarilla, hay profesores que están percibiendo en sus alumnos más jóvenes un sentimiento de inseguridad al quitársela . Se le llama ' síndrome de la cara vacía ' y lo sufren sobre todo las adolescentes. Esto puede deberse a diferentes causas.

«Una de ellas -explica la docente- tiene que ver con la salud. Se ha creado tal conciencia social y de responsabilidad que ahora muchos pueden no querer quitársela porque saben que el virus sigue ahí, aunque de otra manera». Y es que, aunque la mascarilla deje de ser obligatoria, no va a desaparecer totalmente: en hospitales o residencias de ancianos seguirá siendo obligatoria mientras que en los centros de trabajo, dependerá de cada empresa.

La segunda causa tiene que ver con cuestiones emocionales y los cambios físicos que los adolescentes han experimentado durante estos dos últimos años. «Unos tienen aparato de dientes, otros han empezado con el acné, el vello facial... Todos estos rasgos asociados a los cambios físicos han estado ocultos por la mascarilla. Quitársela, ahora, supone para ellos comprobar si son aceptados o rechazados por sus iguales, algo vital en la adolescencia», recuerda.

«También hay que tener en cuenta -continua Campo- que es en esta etapa cuando desarrollan su intimidad, aparecen ciertos miedos.... y la mascarilla ha actuado como un elemento protector. Ha sido como estar en la zona de confort, camuflando sus miedos e inseguridades ».

Un proceso paulatino

Si la familia detecta que el adolescente no quiere quitarse la mascarilla, deberá estar atenta y analizar la situación. «Lo más importante es saber la causa», explica la docente de la UNIR. «Si no quiere quitársela por un problema de salud, de seguridad, hay que transmitirle confianza, explicarle que es un nuevo paso en la estrategia de salud, etc., dándole tiempo». En cambio, si muestra reticencia por miedo al rechazo , habrá que establecer una estrategia paulatina.

«Tendrá que acostumbrarse poco a poco», cuenta Campo, que recuerda la importancia de validar las emociones, sin ridiculizarles y evitar frases tipo «déjate de tonterías» porque para ellos no lo son. «Al adolescente hay que entenderle, acompañarle y crear contextos en los que se sienta seguro , sin crear un problema más grande«, recuerda. «Quizás pueda empezar a quitársela estando con los primos o con sus mejores amigos... Se trata de que coja confianza con su entorno más cercano para que poco a poco vaya viendo la respuesta de los demás, acostumbrándose a esta nueva situación en la que se 'desnudan' hacia sus iguales».

Si tras un tiempo de adaptación, la familia detecta la reticencia a quitarse la mascarilla o sigue usándola de forma extrema, quizás haya que plantearse pedir ayuda externa, aconseja Campo. «Si en exteriores, por ejemplo, vemos que la sigue llevando y que nada más comer algo, se la vuelve a poner. O vemos que evita relacionarse... habría que planteárselo». Lo más probable es que «necesite de un apoyo emocional que evidentemente no está provocado por la mascarilla», concluye la experta.

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