Adolescentes: «No deleguemos en YouTube la responsabilidad de transmitirles lo que pensamos los padres»

Entrevista con Josep López Romero, autor de «El pequeño libro para mis hijos adolescentes»

Carlota Fominaya

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Una buena tarde del verano de 2016 Josep López Romero se dio cuenta de que, por pudor o por inercia, nunca había hablado con sus hijos adolescentes sobre lo que pensaba sobre los grandes temas de la existencia : el amor, la vocación, el trabajo, el éxito, la suerte, la búsqueda del sentido... «Me di cuenta en ese momento de que en buena medida los padres de hoy delegamos esa transmisión de conocimiento en la escuela, en los amigos... ¡incluso en YouTube! Y, aunque para algunas cosas esas fuentes son válidas, no estaría de más que supieran lo que pensamos».

De aquella tarde surge «El pequeño libro para mis hijos adolescentes» , una especie de brújula que el autor recomienda dejar a la vista por si en algún momento necesitan orientación. El libro está estructurado de forma muy sencilla, por capítulos, sobre temas como el amor, la familia, el trabajo, el dinero... de manera que lo puedan consultar fácilmente tanto ellos como los padres.

«Son los grandes temas de la existencia con los que todos tropezamos en algún momento. Es de lo que trata este libro, pero siempre con humildad y dejando claro que ni soy psicólogo, ni pedagogo. Soy un padre preocupado por unos hijos adolescentes que están a punto de despegar . ¡No tengo la pretensión de aleccionarlos!».

Seguramente no lo conseguiría tampoco...

No... A ellos les causa rechazo que les diga lo que tienen que hacer en un tono que aunque no sea una imposición lo parezca... Además para ellos lo primero en este momento son los amigos, que son sus iguales, sus pares... por pura identificación. Están viviendo lo mismo que ellos, encuentran su comprensión. Por eso en esta etapa los amigos son tan importantes. Más adelante, cuando se les pase el sarpullido de la adolescencia -que es una etapa con mucha alteración hormonal-. a veces se dan cuenta de lo que les decían sus padres.

Sí me parece importante poder trasladar este mensaje a los padres: que no renuncien a decirles qué es lo correcto. Porque aunque parezca que no escuchan... es como una semillita que en algún momento brota.

A veces tienen que pasar muchos años, o llegar los hijos...

Sí, a veces, un buen día te miras al espejo y ves a tu padre o a tu madre y te preguntas, ¿Dios mío qué ha pasado? (risas). Hay que tener claro que los chavales ahora mismo buscan su lugar en el mundo, buscan sus límites, y lo primero con lo que chocan es con nosotros. Pero somos sus referentes, insisto, y lo que decimos, aunque parezca que les entra por un oído y les sale por el otro, como que lo almacenan. No todo, ellos también eligen su camino, y es bueno que sea así, pero hay cosas como los valores que realmente creo que llegan a cuajar.

Mientras tanto, tienen que tomar decisiones, cometer errores...

Todos hemos querido ser mejores que nuestros padres en algún momento de la adolescencia. Pero en ese momento te falta mucho por crecer. Equivocarte forma parte de buscar tu sitio en el mundo. En el fondo, lo único que les diferencia de mi, en realidad, son los treinta años de más que he sufrido, disfrutado, errado y rectificado, reído y llorado, leído, conversado, compartido y amado. Por supuesto, está lo que se puede leer en el libro, pero ellos son libres de elegir su propio camino, de cometer sus propios errores y de llegar a sus propias conclusiones. Es parte del aprendizaje de la vida.

¿Por qué parece que este tipo de conversaciones entre padres e hijos es mejor dejarlas por escrito que expresarlas de viva voz?

Cuando hablamos, parece que siempre me despachan con prisa porque han quedado con los amigos o tienen cosas más importantes que hacer. Si lo dejo por escrito, seguro que no miran el último WhatsApp que les ha entrado en el móvil con impaciencia mientras yo me desespero porque no encuentro forma de retenerles. Con esta carta, sin embargo, he podido explicar, sin prisa y sin pausa, con cercanía pero con un poquito de distancia, cosas que me parecen importantes para su presente pero, sobre todo, para su futuro.

¿Quién cree que va a leer más este libro? ¿Los padres, o los hijos?

En realidad va dirigido a los dos. El adolescente ... no lo sé, para qué voy a engañar. Mis dos hijos se lo han leído, y me gustaría que llegara a gente de su edad de alguna manera. O a través de los padres. Los dos caminos son válidos siempre y cuando les lleguen algunos de los valores o reflexiones de un padre que les puedan ser útiles en su vida futura.

La ventaja de este libro es que se puede quedar ahí, en algún rincón de casa, para que en el momento en el que ellos lo necesiten, porque sientan que pierden el norte, le echen un vistazo. Como si fuera un libro de cabecera.

Es interesante lo que dice de la importancia de ser agradecido. Hoy en día parece que ser amable te quita «poder».

Me preocupa que hoy en día se identifique el ser agradecido con ser «blandengue». Parece que te coloca en una posición inferior. Pero decir gracias te hace sentir bien y sentirse bien a la otra persona. Es un regalo. No tiene sentido no decir gracias. Es más, se ha demostrado científicamente que es bueno para la salud. Pero efectivamente, parece que hoy en día ser amable o sonreír te quita poder. Es todo lo contrario. Y de todas formas, prefiero que mis hijos tengan menos «poder» pero no sean unos infelices. Y en todo caso, que tengan poder sobre ellos mismos.

Otro punto interesante es el de abordar con los hijos el tema del amor, de los afectos. Parece que se hace poco.

Parece que hablar con los hijos de amor cuesta, nos da como vergüenza, pero tenemos que vencer esa barrera porque al final es la clave de todo. Si no somos capaces de transmitir esa palabra, difícilmente vamos a transmitir nada. Es importante que los afectos estén ahí, y es mejor pecar por exceso que por defecto.

La vocación, el éxito, los valores, la gratitud, la personalidad, el humor, el riesgo, la voluntad, el placer, la pareja, la familia, el agradecimiento, el decir «te quiero»... En esta larga lista de temas tratados, se echa de menos el perdón.

Es verdad. Es un buen punto a tratar y es necesario para vivir mejor. Perdonar y saber pedir perdón. Me ha faltado y me lo apunto para la segunda parte, lo prometo.

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