«Acabamos hartos de tantas lágrimas en el puente aéreo»

Silvia y Juan Carlos se conocieron por casualidades del detino en la India y tras una difícil relación de pareja a distancia han logrado formar una bonita familia

La pareja con sus hijos cuando eran pequeños
Laura Peraita

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La historia de amor de Silvia y Juan Carlos fue resultado de una de esas casualidades del destino. Parecía que estaban predestinados a conocerse . O, al menos, así lo consideran ellos. El caso es que su primer encuentro fue nada más y nada menos que en 1996, en la India.

«Yo llevaba varios años con muchas ganas de ir a la India desde Barcelona, donde vivía, pero el viaje costaba mucho y, entre unas cosas y otras, siempre lo retrasaba hasta que un año decidí que no podía dejarlo pasar más tiempo y me apunté sola a un viaje organizado de tres semanas», reconoce Silvia.

Algo parecido le ocurría por aquel entonces a Juan Carlos que residía en Madrid y por su trabajo solo tenía dos semanas libres en verano. En 1996 le concedieron tres semanas de vacaciones y no dudó en aprevechar aquella oportunidad para ir a la India. «Con el tiempo nos dimos cuenta Silvia y yo de que estábamos predestinados a conocernos..., aunque fuera tan lejos de nuestras ciudades de origen», recalca Juan Carlos.

Cada uno desde su lugar de residencia emprendieron el viaje y en la India se vieron por primera vez. Viajaron en grupo por distintas ciudades y lo pasaron muy bien como amigos dentro. Pasadas las tres semanas cada uno volvió a su ciudad. Sin embargo, un día el grupo de viajeros decidió verse en Madrid para recordar excursiones, intercambiar fotos... Juan Carlos aprovechó la ocasión para avisar de esta cita a Silvia. Al principio se mostró algo reacia porque tenía que desplazarse desde Barcelona, pero finalmente accedió. Fue entonces cuando comenzaron a salir como pareja.

Desde entonces, tal y como recuerda Silvia, comenzó nuestro ir y venir en avión cada 15 días. «Nuestra historia de amor a distancia fue posible gracias al puente aéreo. Nunca había cogido tantos aviones , y eso que yo he viajado mucho, pero sentíamos un amor intenso. Como en aquella época no había móviles, durante la semana hablábamos por teléfono una hora por la noche tras salir del trabajo. Recuerdo que Juan Carlos me enviaba por correo cartas en papel que aún tengo guardadas y a veces se las enseño y le digo "mira que cosas tan bonitas me decías" », dice sonriendo.

«¡Le mandaba mensajes hasta por el fax! —recalca Juan Carlos entre risas dando a entender cómo han cambiado la forma de comunicarse de las aprejas actuales—. Estuvimos así año y medio hasta que en 1998, hartos de tanto puente aéreo, y de llorar en cada despedida, nos plantamos y dijimos "o damos un paso más en nuestra relación o lo dejamos", porque no tiene sentido seguir teniendo una relación a distancia».

Decididos a apostar por su relación

Y dieron un paso adelante. Bueno ella algo más. «Acababa de terminar mi carrera de Magisterio y dejé mi trabajo de administrativa, a mi familia, mis amigos... y me fui a Madrid , ya que el sueldo de ingeniero de obras públicas de Juan Carlos era mayor que el mío y, además, él tenía piso propio».

Ambos recuerdan que esta convivencia les ayudó a conocerse de verdad en el día a día y «fue estupendo». Reconocen que siguieron viajando mucho y disfrutando uno del otro, por lo que en 2001 decidieron casarse.

Por aquel entonces ella tenía 33 años y él 36. «Por nuestra edad, pensamos que no deberíamos tardar en tener hijos porque los dos estábamos de acuerdo en tener familia. Pero pasó un año y los niños no llegaban. Nos comenzamos a impacientar de tal manera que nos apuntamos a una unidad del Hospital 12 de octubre para intentar un embarazo por otros métodos. Pero, por caprichos del destino, me quedé embarazada a los dos meses sin necesidad de ayuda artificial de ningún tipo», apunta Silvia.

Lo increíble —añade Juan Carlos— es que ¡llegaron mellizos! Nunca lo habíamos pensado. Tener dos de golpe fue duro . No dormían por la noche, y nosotros tampoco, comían fatal... Estábamos agotados por el trabajo que daban y porque, además, mi mujer, tampoco tenía la ayuda de su familia para atender a los dos pequeños».

Silvia a los pocos mese de nacer sus preciosos melizos

Aún así al año y medio ampliaron familia: llegó la niña. Silvia recuerda que fue una época dura, aunque feliz. «Los hijos limitan mucho porque ya no podíamos viajar como antes, ni teníamos tantas ganas por la falta de sueño. Además, tienes que estar más sujeta a sus horarios y rutinas»

Reconoce que la vida en pareja cambia, pero lo más importante para mantener viva la relación «es tener mucha paci encia porque cada uno de nosotros tenemos nuestro caracter. Lo fundamental es que, cuando aparece un problema, se pueda afrontar en común, cada uno con su punto de vista. La relación es fuerte porque tenemos claro que nos queremos para estar juntos el resto de nuestra vida. Y apostamos por ello. Claro que surgen diferencias , pero hay que buscar soluciones y, así, crecer como pareja. No como muchas relaciones de ahora que, en cuanto hay un problema, rompen porque no se quieren complicar la vida debido a que no hay verdadero amor ni compromiso».

Silvia muy orgullosa y feliz con sus pequeños

Juan Carlos recuerda que uno de los momentos más complicados en su vida fue cuando le despidieron del trabajo siendo padre de familia numerosa y a la edad de 50 años . «Tanto mi mujer como mis hijos se portaron muy bien. Menos mal que somos previsores y teníamos un dinerillo ahorrado. Hasta mi hijo me comentó que si era necesario dejaba el colegio privado para ir a uno público. No fue necesario. Poco después volví a trabajar, pero fue una verdadera muestra de amor y entrega a la familia».

Silvia recalca que aquel verano en que su marido no trabajó fue el mejor de sus vidas y eso que, acostumbrados a viajar por todo el mundo, en aquella ocasión no salieron de Madrid. «No paramos de ir a pasear en compañía de nuestros tres hijos, ver museos, jugar en el parque hasta por la noche sin necesidad de mirar el reloj para nada. Fue precioso compartir tanto tiempo juntos. Lo pasamos de maravilla».

La familia al completo durante su visita a DisneyLand Paris

Para estos padres pasar tiempo en familia es hoy una prioridad. «Vivimos en una época difícil en la que los jóvenes están dominados por las pantallas, lo que resta mucho tiempo al resto de vivencias y, en definitiva, a la familia. En nuestra casa no se pone la televisión por la tarde, ni en las comidas ni cenas para favorecer la comunicación de todos. Desde muy pequeños les hemos ofrecido la posibilidad de estar con ellos y dibujar, hablar, ir al teatro, museos, a talleres de diversas actividades que les aportan muchas más vivencias», explica Juan Carlos.

Hoy, esta pareja reconoce que es feliz y agradece que la vida les diera la oportunidad de encontrarse por una de esas casualidades del destino para poder disfrutar actualmente como pareja y como padres de una familia preciosa.

Los hijos de esta pareja en 2014 en una divertida foto tomada en el zoo de Londres

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