Las fisioterapeutas luchan contra el machismo: «Es como el miedo a volver a casa sola, pero en el trabajo»

Bajo el hashtag #metooFISIO, cientos de profesionales ponen el foco en el mal trato recibido por pacientes y formadores. Y hacen una llamada a sus compañeros para que ellos también paren estos comportamientos

Ana Pérez

Eva Bárcena

Durante los cuatro años que dura el Grado de Fisioterapia , los estudiantes aprenden Anatomía, Farmacología, Biología e incluso Derecho. Lo que nadie les enseña es que, cuando comiencen a ejercer, ellos serán fisioterapeutas. Ellas, «la moza que atiende», «guapa»,«masajista», «ayudante» o «colegiala» . A lo largo de su carrera, casi todas vivirán situaciones incómodas como tocamientos no deseados , pacientes que se quitan toda la ropa para tratarles una lesión en un brazo y, por supuesto, el constante ninguneo delante de sus compañeros varones. Y por eso, han dicho basta.

Hace unos días, el hashtag #metooFISIO comenzó a agrupar todos los episodios machistas a los que diversas fisios han hecho frente. «Me acordé de mis experiencias y me enfadó el hecho de que los hombres quisieran restar importancia a todas las situaciones de acoso que hemos sufrido», explica Berta, craedora del hashtag que este jueves acumula cientos de tuits en los que las fisios quieren luchar contra la sexualización y cosificación en su día a día.

«Nosotras somos las más vulnerables porque estamos solas, la mayoría ejerce solas en una consulta porque es una profesión que se ejerce eminentemente en el ámbito privado», indica Berta «es como el miedo cuando vuelves de noche a casa, pero en tu propio trabajo. Nunca sabes si el tipo al que has dado al siguiente cita va a desnudarse, va a tocarte o a agarrarte».

Eso es precisamente lo que le pasó a Silvia Ramos. Tras finalizar sus estudios en la Universidad de Oviedo, comenzó a trabajar como fisioterapeuta en la casa de su abuela, donde daba cita a sus clientes. «Una vez contactó conmigo un chico y dijo que vio mi teléfono en internet. Me extrañó porque todo el mundo llega a mí a través de alguien conocido. Quedé a las 16h con él pero, por si acaso, le dije a mi hermana que se pasara unos 20 minutos después. El paciente me dijo que tenía un problema en el abductor, así que le dije que se quitara los pantalones y salí de la habitación para darle privacidad. Cuando entré estaba completamente desnudo . Le dije que se pusiera el calzoncillo, que no hacía falta que se desnudara del todo y dijo que estaba cómo así. Durante el tratamiento, hacía comentarios del tipo “toca sin miedo” o “es más arriba”. Llegó un momento en el que le pedí que se vistiera y se fuera, diciéndole que yo no podía arreglar su problema y que si quería le daba el teléfono de algún compañero. Se vistió, me pagó y se fue», narra. Han pasado varios años, pero en lo que dura la conversación telefónica se le escapa un «¿Qué podía hacer?».

Porque una de las quejas de las fisios es su desprotección ante el paciente. «Las chicas fisios tenemos que marcar la distancia, no dar confianza y no hacer bromas», resume Ramos, «desde los Colegios te dicen que si no te han tocado no hay nada que hacer» . Y si tenemos en cuenta que, como dice Berta, muchas tratan en solitario al paciente, es una palabra contra otra.

Ramos casi tiene el póker de situaciones machistas en su vida laboral. Ha sido tratada con desdén por los pacientes, quienes han puesto en duda que tenga «la fuerza necesaria» para tratar sus dolencias. Ha sido sexualizada hasta el extremo de preguntarle cuánto cobra por masaje y si hace «final feliz». Y, por supuesto, ha visto cómo son siempre los compañeros varones los que «están al mando» .

Sin la ayuda de los compañeros

Es una de las historias más repetidas: el paciente que asume que él es el jefe cuando se encuentran con un equipo formado por hombres y mujeres. Y muchas fisioterapeutas están cansadas de que sus compañeros no les saquen de dudas.

«Tenemos mucho trabajo por delante para que ellos sean nuestros cómplices y dejen de ser cómplices del acosador . En mi equipo antes había un hombre y era unos 15 años mayor que nosotras. Por supuesto, todo el mundo se pensaba que éramos sus empleadas, y a él le gustaba y no decía nada», critica Berta. En esa misma idea se mueve Marta, fisioterapeuta asturiana: «Hay pacientes que piden opinión al compañero porque asumen que él es mejor. Me ha pasado varias veces y no vi a un solo hombre sacarles de su error».

Pero incluso los profesores y formadores han sido puestos en entredicho. Porque, como ponen de manifiesto varias profesionales, además de ser menospreciadas como fisioterapeutas por ser mujeres, también intentan «tocar o que les toques, incluso ligotear si cuadra». Eso sin mencionar las preguntas a las que cualquier mujer se enfrenta en una entrevista de trabajo: «¿Tienes novio? ¿Te vas a casar? ¿Vas a tener hijos?» .

#metoo en la Sanidad

El grito de guerra de las fisioterapeutas ha calado en más profesiones de la rama de la Salud. Así, nutricionistas, médicas o enfermeras han creado #metoonutri #metoodoc o #metoonurse para sacar a la luz los comportamientos retrógrados de sus pacientes.

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