Los mayores viven esta Navidad con más miedo a la soledad que al Covid: «Esto nos ha matado un poco»

Más de dos millones de ancianos residen en hogares unipersonales: «No hay que olvidar los daños físicos y mentales del aislamiento», advierten los expertos

Pilar, de 84 años, en una de sus excursiones con la ONG Grandes amigos Grandes amigos
Helena Cortés

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Estas Navidades atípicas, desconcertantes, serán sin duda más solitarias para todos. Para Carmen (88 años), desde que se fue su Manolo hace ya una década, todas las fiestas son «un poco más tristes». Cuando vivía, cuenta, 15 días antes ya tenía listo el menú e iban a buscar juntos un cochinillo para asar. A la mesa se sentaban sus tres hijos con sus respectivas familias. Hasta cuatro generaciones se juntaban en el salón de los Martín Pascual. Sin embargo, esta Nochebuena solo le acompañarán una de sus hijas y dos nietos . «Ahora ellas traen los guisos y bueno, cada una tiene sus gustos», admite. Lo que no faltará, eso sí, son los bombones favoritos de sus nietos, que compra en sus escasas salidas a la compra. «No tengo miedo al coronavirus, yo voy con mi mascarilla y lo mismo da morir del bazo que del espinazo», explica.

Este año, coinciden los expertos, se junta un mal endémico como es la soledad –en España hay más de dos millones de mayores de 65 años que viven en hogares unipersonales, según datos del Instituto Nacional de Estadística– con la pandemia, que puede acrecentar este sentimiento. «Las Navidades en cualquier otro año ya son duras y difíciles para los que no tienen compañía, y este año lo será aún más. Hay que evitar que las personas mayores se contagien, por lo que es mejor que las visitas sean cortas, pero no podemos olvidar todo el tema social. Se habla de las muertes por coronavirus, pero la soledad puede llegar a generar depresión, problemas físicos, de alimentación, de sueño ... Es todo un círculo vicioso que se agrava con esta situación. Y también se está creando un estigma social tremendo en torno a los mayores», apunta el psicólogo Manuel Nevado. «El debate sobre la salud física o mental está ahí, pero el encierro les hace perder autonomía, se fatigan más. Y todo eso merma su salud. Hay que garantizar siempre la seguridad, pero no pecar de sobreprotección», subraya José Ángel Palacios, portavoz de la organización Grandes Amigos, que ha asistido a más de 1.000 mayores durante esta crisis y estos días realiza actividades con más de 500.

Frente al duelo

A esto se suman las distintas restricciones autonómicas, que mantendrán a las familias «más dispersas». «Y no solo hay que contar con el miedo de los abuelos a contagiarse, sino también con el miedo de los jóvenes a contagiar . Cada familia debe saber qué es lo mejor y buscar fórmulas alternativas para estar más cerca de los mayores», recuerda María José Abraham, directora de la Fundación Edad&Vida, que este año ha puesto en marcha la campaña #NavidadParaRecordar, que llenará las redes sociales de recuerdos navideños felices e instantes memorables en familia. Otra asociación que no ha dejado de trabajar durante la crisis, Adopta un abuelo, se ha propuesto llenar las residencias de postales navideñas. «Hay varios colegios que se están animando a mandarnos cartas conjuntas», cuenta un portavoz de esta asociación de apoyo intergeneracional. Amigos de los mayores, por su parte, quiere enviar más de 2.000 cestas a todos aquellos que solo tengan un plato en su mesa.

Este año, además, son demasiados los mayores que van a pasar sus primeras fiestas tras haber enviudado. «Y personas no tan mayores, que confiaban en poder volver a planear juntos qué cenaban y con quién. No es nada fácil llevar ese duelo sin compañía o con un grupo social más reducido que de costumbre», lamenta Nevado. Algo similar le ocurre a Pilar, de 84 años, que enviudó hace unos años y perdió a su hermana durante esta crisis. «Vivo con mi hija y voy a pasar la Nochebuena con ella, pero pienso en mi cuñado y mis sobrinos que están en mi pueblo, Valdepeñas...», reconoce con la voz entrecortada esta anciana, que conserva un ánimo envidiable. Aunque admite que el coronavirus ha sido «terrorífico» para los mayores, ella se anima a sumarse a las meriendas y microexcursiones que organizan Grandes Amigos. Y solo tiene halagos para los tres voluntarios que la llaman o acompañan de vez en cuando. «A mí no me hubiera importado probar la vacuna. Vosotros sois el futuro y nosotros ya hemos hecho nuestra vida », añade.

Equilibrio social

«A ver si viene ya la vacuna, porque este virus nos ha matado un poco», cuenta otra Carmen (77 años), que despedirá este «año aburrido» con uno de sus hijos. Lo que más echan de menos la mayoría de los mayores, como recuerda Emi (72), es abrazar a sus nietos. « Para mí lo peor no es contagiarme, sino sufrir . Es una lástima ver tanta gente irresponsable, porque pagamos todos por unos cuantos incívicos», plantea.

Si al mantener ese equilibrio sanitario y emocional decidimos juntarnos con nuestros mayores, relata José Miguel Carrasco, vicepresidente de la Sociedad Española de Epidemiología, hay que reducir la interacción al máximo, usar mascarilla, mantener distancia social y ventilar los espacios: «Cuando nos relajamos, el riesgo es mayor. El cansancio pandémico no es excusa para bajar la guardia. Si no nos protegemos podemos perder gente por el camino».

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