Día Mundial de Toma de Conciencia del Maltrato en la Vejez

«Los mayores no denuncian el maltrato por miedo a ser abandonados»

Sacramento Pinazo, vicepresidenta de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, apunta en esta entrevista que las personas mayores no conocen sus derechos

Sacramento Pinazo
Laura Peraita

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Algunos estudios apuntan que solo se denuncia un 2% del maltrato a las personas mayores, ¿por qué son tan bajas las cifras?

En ocasiones dificilmente puede denunciar una persona en situación de dependencia por su deterioro físico o cognitivo. Además, si el maltratador es de la propia familia, ¿con quién tendrá relación el mayor si lo hace?, ¿quién le visitará?, ¿con quién vivirá? El miedo al abandono está ahí, solapado.

¿Son conocedores los mayores de sus derechos?

Creo que no. Hace unos años el Consell de Gent Gran de Cataluña publicó un documento de «Derechos y deberes de las personas mayores», pero me parece que no es conocido por estas personas. Esperemos que las nuevas generaciones sean más reivindicativas de sus derechos. Lo hemos empezado a ver con las manifestaciones por la bajada de las pensiones.

¿Qué perfil tienen las personas que no respetan a este colectivo?

En los domicilios, el agresor es una persona cercana, normalmente el cónyuge o los hijos. De hecho, el maltrato a las personas mayores se caracteriza por ser una acción perpretada por una persona cercana con la que tiene confianza y está próxima.

¿Qué hace falta para acabar con esta lacra: leyes más duras, más visibilidad del problema, labor de concienciación?

En primer lugar, un cambio de normativa desde la Administración. Cada vez se habla más de Atención Integral centrada en la persona y hay más profesionales formados en este área, pero en muchas CC.AA. la normativa es contraria a esto.

Por otro lado, desde la Administración se debería formar a los inspectores para que tengan en cuenta otras prestaciones que deberían tener las residencias para ser consideradas de calidad, otorgar premios o sanciones y llevar un seguimiento.

En tercer lugar, la formación continuada de todos los profesionales de los centros en atención centrada en la persona y erradicar la infantilización y la mala praxis. Esto debe ir unido a una puesta en valor de la profesión de cuidador: mejores sueldos y condiciones laborales. Y, sobre todo, mayor atención desde las empresas de este sector a los problemas derivados de la sobrecarga laboral.

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